Periodismo a golpe de verso
Llega a las librer¨ªas la poes¨ªa de la ¨¢cida escritora y guionista estadounidense Dorothy Parker Esta faceta de su obra permanec¨ªa in¨¦dita en espa?ol
Que nadie lo dude, detr¨¢s de la afilada lengua de Dorothy Parker se agazapaba una mujer en exceso sentimental y rom¨¢ntica. A fin de cuentas, su (siempre a mano) arsenal de dardos ten¨ªan una diana favorita: ella misma. La maestra del relato corto, mordaz cr¨ªtica de teatro y libros, dramaturga y cronista inmisericorde de una ¨¦poca que se precipit¨® al vac¨ªo de la Gran Depresi¨®n, tambi¨¦n cultiv¨®, y mucho, la llamada ¡°poes¨ªa ligera¡± o ¡°poes¨ªa flapper¡±, en referencia a las liberadas chicas de la era del jazz. Publicada hasta 1944 en libros y revistas como The New Yorker, Vanity Fair y Vogue, la obra po¨¦tica dispersa de Parker se reuni¨® por primera vez en un libro en 1996 y despu¨¦s, en otro revisado y ampliado, en 2009. Es esta ¨²ltima edici¨®n la que ahora llega a Espa?a, donde su poes¨ªa no se hab¨ªa traducido hasta la fecha.
Los poemas perdidos (N¨®rdica), con traducci¨®n de Guillermo L¨®pez Gallego y Cecilia Ross e introducci¨®n de Stuart Y. Silverstein, nos ofrece el perfil menos popular de la autora de Una rubia imponente. ¡°Se trata de poes¨ªa period¨ªstica, de actualidad, un g¨¦nero bastante peculiar¡±, apunta Diego Moreno, editor del volumen. ¡°Cuando sacamos hace un mes una versi¨®n ilustrada de Una rubia imponente, que por cierto est¨¢ siendo un ¨¦xito de ventas, decidimos que fuese acompa?ado por el lado menos conocido de la escritora¡±.
Parker public¨® durante a?os sus poemas en decenas de revistas en las que colaboraba. Estas islas en verso remiten a personajes de la ¨¦poca, a modas y figuras populares y, es obvio, a ella misma. ¡°Despu¨¦s del primer intento de suicidio, Dorothy se perfumaba con nardo de vez en cuando, por ser lo que los sepultureros usaban tradicionalmente con los cad¨¢veres. Su poes¨ªa tambi¨¦n adopt¨® un tono menos despreocupado y de actualidad¡±, apunta Silverstein.
Practicaba un g¨¦nero de actualidad bastante peculiar¡±, explica el editor
En su documentada introducci¨®n recuerda c¨®mo a partir de aquel momento la vida de Parker se convirti¨® en un rosario de amantes y en un desastre dom¨¦stico, la escritora ¡ª¡°alguien dijo que se com¨ªa el bac¨®n crudo porque no sab¨ªa fre¨ªrlo¡±¡ª, se gastaba el dinero (que jam¨¢s le preocup¨® demasiado) en ropa, tabaco, alcohol, perfumes y sombreros. Una columnista de la ¨¦poca, que firmaba Elspeth, la ret¨® con un poema por celos profesionales. Parker, recuerda Silverstein, pasaba uno de sus peores momentos. Desde las cuevas de la depresi¨®n respondi¨® a su colega: ¡°Se?ora, he le¨ªdo su verso sobre m¨ª¡ Ese en el que escribe ¡®?C¨®mo me gustar¨ªa encontrarme con esa persona a solas una noche de ¨¦bano!¡¯. Aunque sus deseos de herir fueran escasos, hizo usted lo que mejor supo: Ver¨¢, alguien, cuando mi coraz¨®n estaba fr¨¢gil, me dirigi¨® esas mismas palabras. Se?ora, acepte mis humildes saludos; acepte mi gratitud; pero perm¨ªtame decir que si no fuera por los encuentros a media noche, hoy podr¨ªa andar erguida¡±.
Como tantos escritores que sufrieron la resaca de la Gran Depresi¨®n, Parker viaj¨® a Hollywood con su segundo marido para escribir guiones. La aventura en la Costa Oeste acab¨® ¡ªentre idas y venidas de la pareja¡ª cuando el Comit¨¦ de Actividades Antiamericanas acus¨® a la escritora de peligrosa comunista. Parker volvi¨® a Nueva York para dedicarse al teatro. De la poes¨ªa, ni rastro. En Los poemas perdidos la ¨²ltima huella est¨¢ en su colecci¨®n de Canciones del odio: ¡°Odio a las esposas, las tiene demasiada gente¡¡±; ¡°Odio a los maridos, reducen mis posibilidades¡¡±; ¡°Odio a los universitarios, me tocan los pies¡¡±; ¡°Odio al despacho, se entromete en mi vida personal¡±; ¡°Odio a los pesados, me quitan la alegr¨ªa de vivir¡¡±; ¡°Odio a los j¨®venes, me dan arteriosclerosis¡¡±.
Como tantos contrasentidos de su intensa vida, la tristeza impregna los mejores pasajes de una escritora conocida por su sagaz humor; que se confesaba vaga, pero, incapaz de hacer mal su trabajo, se volv¨ªa obsesiva y perfeccionista; que despertaba la atracci¨®n de los hombres, pero luego estaba imposibilitada para retenerlos (como deseaba); que calcul¨® mal sus fuerzas frente a las drogas y el alcohol. Cuentan que cuando ya mayor y enferma la ingresaron en un hospital el m¨¦dico le advirti¨® de que si segu¨ªa bebiendo morir¨ªa en un mes. Parker respondi¨®: ¡°Promesas, promesas¡±. Tard¨® a¨²n unos a?os en morir, en 1967, en la habitaci¨®n de un hotel y de un ataque al coraz¨®n. Llegados a este punto, se suele echar mano de su famoso epitafio (¡°Disculpen el polvo¡±) en la Asociaci¨®n Nacional para el Desarrollo de las Personas de Raza Negra (NAACP), sus herederos y donde yacen sus restos. Lo que pocos suelen recordar es que las cenizas de Dorothy Parker permanecieron olvidadas en la oficina de sus abogados durante 21 a?os sin que nadie las reclamara. Seguro que la ingeniosa escritora le hubiera sacado punta al asunto, pero sinceramente, maldita la gracia.
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