Gran dormida
Raymond Chandler permanece en el tiempo como un escritor admirado
Raymond Chandler permanece en el tiempo como un escritor admirado por sus frases impresionistas dentro de libros de g¨¦nero. Sus r¨¢fagas de literatura pl¨¢stica presiden historias donde quiz¨¢ quedan hilos de trama sin resolver, pero sobra atm¨®sfera y talento. En una hermosa descripci¨®n de estado de ¨¢nimo, el narrador nos dice: ¡°Encend¨ª un cigarrillo que me supo como el pa?uelo de un fontanero¡±. A veces, en la Espa?a de hoy, uno tiene esa misma sequedad agria en la boca ante la decrepitud y la insolvencia de quienes est¨¢n al mando de la nave. Y a uno le sabe la realidad como el pa?uelo de un fontanero. Cuando el antiguo presidente de Cajamadrid, Miguel Blesa, pasa unas horas en la c¨¢rcel, hay todo un rosario de sensaciones acumuladas, que explican la gran dormida de estos ¨²ltimos 20 a?os. El big sleep del que hablaba Chandler.
Si nos detenemos a mirar alrededor, posiblemente encontramos un antes y un despu¨¦s de la expulsi¨®n del juez Garz¨®n de su plaza. Pese a los errores y defectos, su impulso por combatir ciertas impunidades fue un hito que lo ha hecho famoso en el mundo entero. Por la fisura que deja su ausencia, determinados jueces est¨¢n empe?ados en la regeneraci¨®n. Se topan casi siempre con las m¨¢s altas autoridades, empe?adas en devolver el favor a los pol¨ªticos e intereses que les situaron en la cima. De ser cierto que la reforma judicial conceder¨¢ al Gobierno m¨¢s margen para nombrar a los miembros de los tribunales superiores, estaremos presenciando c¨®mo se lleva a cabo precisamente lo contrario de lo que se presume de estar haciendo. Lograr la independencia es la clave de la reforma, no lo opuesto.
En la trama de corrupci¨®n sigue quedando sin explorar una l¨ªnea argumental fuerte: c¨®mo algunos bancos se vaciaron en beneficiarios escogidos, c¨®mo las finanzas p¨²blicas desmadradas engordaron a algunos ungidos por el don de la impunidad.
Las novelas de Chandler siempre acaban en una digna derrota. De los jueces independientes, con un margen de maniobra local que exprimen desde la fe en su oficio, depende que nuestra derrota tambi¨¦n termine por ser digna. Al menos, narrada con precisi¨®n y luz. Y sacarnos de una vez fuera de la boca este regusto a pa?uelo de fontanero.
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