Mapa total de Blas de Otero
El poeta vasco es uno de los autores m¨¢s influyentes de la posguerra Con la publicaci¨®n de su 'Obra completa' trasciende la etiqueta de poeta social
Si hay un poeta a la altura de los mejores autores de la generaci¨®n del 27 en la literatura espa?ola de posguerra, ¨¦se es sin duda Blas de Otero (Bilbao, 1916-Majadahonda, Madrid, 1979). Fue D¨¢maso Alonso quien, en 1952 y con la vista puesta tan s¨®lo en sus dos primeros libros, asegur¨® que la capacidad idiom¨¢tica de Otero era comparable ¡°a las de un Garc¨ªa Lorca y de algunos otros poetas de mi propia generaci¨®n¡±. Incluso alguien tan reticente al halago como Jaime Gil de Biedma reconoc¨ªa ante la lectura de Pido la paz y la palabra (1955): ¡°Otero es un poeta de recetario, como todos. Lo malo de los poetas de postguerra es que se les conoce el recetario enseguida [¡]. Otero ense?a el suyo m¨¢s que ninguno, pero es el m¨¢s excitante de todos [¡] Su gusto por la buena ret¨®rica suntuosa me le hace simp¨¢tico¡±. Vicente Aleixandre evocaba la ¡°tensi¨®n [¡] en su silencio¡±: ¡°Este gran solitario es uno de los hombres con m¨¢s voluntad de comunidad que se haya dado acaso entre los poetas de este tiempo¡±. Son los m¨ªticos silencios de Blas de Otero que, como recordar¨ªa Emilio Alarcos, mostraban toda una tensi¨®n interior, una dimensi¨®n netamente moral de su obra y su persona, una voluntad de profundizaci¨®n en su escritura po¨¦tica que no olvidaba el cuidado formal (¡°Voy al fondo. / Voy al fondo dejando bien cuidada / la ropa. Soy formal¡±) y que apuntaba esa bipolaridad fundamental en su poes¨ªa entre alusi¨®n y elisi¨®n, entre escritura y silencio (¡°escribo y callo¡±, repetir¨ªa Biotz-begietan); una tensi¨®n que, en otro nivel, se manifestaba entre el yo autobiogr¨¢fico y el yo hist¨®rico en el curso de devenir escritura (¡°Esta es la historia de mi vida, / dije, y tampoco era¡±), lo que adelanta una de las dimensiones m¨¢s novedosas de su obra: la de la autoficci¨®n po¨¦tica, la de constituir una ficci¨®n autobiogr¨¢fica (o una autobiograf¨ªa ficticia), marcada por un signo ¨¦tico, por la que la escritura de la memoria deviene memoria de la escritura en sus ¨²ltimos libros, en un desarrollo en el que literatura y vida acaban fundi¨¦ndose (¡°yo quiero averiguar c¨®mo se salva la distancia entre la vida y los libros¡±).
El volumen, de 1.200 p¨¢ginas, incluye tres libros in¨¦ditos, entre ellos, unas breves memorias escritas en 1969
Cuando Blas de Otero se integra en el campo literario de la posguerra es ya un poeta formado, maduro (tiene 34 a?os cuando se publica su primer libro propiamente dicho), sin titubeos, consciente del decurso que quiere imponer a su poes¨ªa; si bien, como advert¨ªa Aleixandre, ¡°de Blas de Otero hay que hablar siempre con provisionalidad y cuidado¡±, porque su obra, de una profunda unidad, est¨¢ siempre sometida a constante transformaci¨®n, en un proceso de b¨²squeda, de discernimiento, que lo entronca con los m¨¢s s¨®lidos proyectos po¨¦ticos modernos y que hace de ¨¦l uno de los poetas fundamentales del siglo XX en lengua espa?ola a uno y otro lado del Atl¨¢ntico. M¨¢s all¨¢ del C¨¢ntico espiritual (1942), un homenaje a San Juan de la Cruz para los actos de celebraci¨®n del centenario del carmelita, escrito como ¡°un entretenimiento en una f¨¢brica¡± (¡°Liberaci¨®n¡±), la de Forjas de Amorebieta, donde trabajaba en esos a?os, Blas de Otero hace su entrada en el mundo literario nacional ¡°de cuerpo entero¡± (¡°Morir en Bilbao¡±) con ?ngel fieramente humano (1950) y Redoble de conciencia (1951), una poes¨ªa ¡°compacta¡±, al decir de D¨¢maso Alonso, que se?ala que ¡°Otero es quien con m¨¢s lucidez que nadie ha expresado [¡] los datos esenciales del problema del desarraigo¡±. Atr¨¢s quedan los tanteos po¨¦ticos de los a?os treinta, las colaboraciones en El Pueblo Vasco, en V¨¦rtice, en Escorial, la menci¨®n honor¨ªfica en el Adonais de 1943 (la no concesi¨®n del premio en 1949), los a?os de aprendizaje, hasta que en 1944 ¡ªel soneto ¡°Hermana¡±, in¨¦dito hasta ahora, es estremecedor en este sentido¡ª se produce la gran crisis personal y est¨¦tica: ¡°hasta entonces ¡ªescribe en Historia (casi) de mi vida¡ª, desde mis doce a?os, yo hab¨ªa escrito infinidad de poemas, con mucho arrebato, pero con poca autoconciencia y control¡±. En esos dos libros complementarios, que refundir¨¢ y ampliar¨¢ en 1958 en Ancia, se condensa la experiencia existencial de la posguerra mundial, la conciencia del hombre moderno arrojado a un mundo sin rumbo ni sentido.
Otero no cesa de indagar en una b¨²squeda po¨¦tica que revoluciona a cada momento su obra, que afronta el cambio como su esencia, motor dial¨¦ctico de la Historia y de la vida personal que discurren acordadas. Ya en marzo de 1949, le escribe a Gabriel Celaya: ¡°Hoy d¨ªa sobre todo, hace falta, es necesario llegar a todos, por lo menos a una m¨ªnima mayor¨ªa. El poeta tiene que decir cosas, [¡] pero bellamente¡±. Surge entonces su trilog¨ªa social (Pido la paz y la palabra [1955], En castellano [1959] y Que trata de Espa?a [1964]), una obra ¡°a la altura de las circunstancias¡±; otros proyectos quedan abandonados entre estos. Pero encasillar la producci¨®n de Blas de Otero con la etiqueta de ¡°poes¨ªa social¡± es un ejercicio rutinario de pereza intelectual, porque su obra, en todo momento, supera los l¨ªmites de todas las clasificaciones; ¡°Blas es ¨¦l solo una entera clasificaci¨®n¡±, escribi¨® Jos¨¦ ?ngel Valente. Tal vez resultar¨ªa m¨¢s adecuado hablar, como propuso el poeta en 1959, de ¡°poes¨ªa hist¨®rica¡±, en un sentido amplio, para referirse a aquella que se ocupa ¡°del hombre en una situaci¨®n de lugar y tiempo determinados y hasta determinantes¡±; la poes¨ªa ser¨ªa, as¨ª, un documento hist¨®rico de excepci¨®n. La aparici¨®n de estos libros supuso un revulsivo en el ambiente literario de la ¨¦poca, plante¨® una transformaci¨®n radical de los modos de percepci¨®n po¨¦tica, de las estructuras de comunicaci¨®n social de la poes¨ªa, abriendo una d¨¦cada dominada por una l¨ªrica de corte hist¨®rico y realista; supuso, por otro lado, poner a la poes¨ªa espa?ola dentro de los par¨¢metros europeos, vincul¨¢ndola no s¨®lo con el desvelamiento que promulgaba el modelo engag¨¦ sartreano, sino tambi¨¦n con los planteamientos performativos que se derivaban de la filosof¨ªa del lenguaje; pero, sobre todo, supuso una problematizaci¨®n del medio, un ejercicio de constante indagaci¨®n ling¨¹¨ªstica y de interferencia con los discursos de poder, la conciencia de la responsabilidad de la forma como base del compromiso est¨¦tico, que adelanta algunas de las propuestas po¨¦ticas posteriores m¨¢s interesantes.
Encasillar la producci¨®n de Blas de Otero con la etiqueta de ¡°poes¨ªa social¡± es un ejercicio rutinario de pereza intelectual
En los a?os sesenta son continuos sus viajes y cambios de residencia: primero a Par¨ªs, luego a la URSS y China, para instalarse en Cuba entre 1964 y 1968, aunque vuelve un a?o a Bilbao. De esos viajes surgen los poemas de Que trata de Espa?a (1964) y del in¨¦dito hasta ahora Poes¨ªa e Historia, escrito entre 1960 y 1968, que supone una ampliaci¨®n del campo po¨¦tico precedente: la percepci¨®n hist¨®rica de una transformaci¨®n internacional (China, URSS y Cuba), que apunta a la realizaci¨®n de la utop¨ªa propugnada, pero tambi¨¦n una revoluci¨®n en el lenguaje acorde con la evoluci¨®n hist¨®rica, m¨¢s all¨¢ de los estrechos debates patrios. En Cuba, siguiendo el camino abierto por Rimbaud y Baudelaire, escribe las prosas de Historias fingidas y verdaderas (1970), que se encuentran a la altura de la mejor prosa juanramoniana o de Ocnos, de Luis Cernuda. El libro se compone como una meditaci¨®n profunda sobre los tres pilares b¨¢sicos de su obra toda (biograf¨ªa, obra e Historia); pero lo hace en una fusi¨®n de elementos que apunta desde su forma la disoluci¨®n de los l¨ªmites gen¨¦ricos y de la subjetividad individual, al paso de la transformaci¨®n que la literatura occidental est¨¢ sufriendo en esos momentos. Las in¨¦ditas Nuevas historias fingidas y verdaderas, escritas entre 1971 y 1972, contin¨²an el camino abierto por aquellas, como en cierto modo lo hace esa medio-biograf¨ªa que es Historia (casi) de mi vida, escrita en 1969, estando ya de vuelta en Espa?a.
De Cuba regresa a Madrid un 28 de abril de 1968, divorciado, rendido y enfermo, pero con una nueva concepci¨®n de la poes¨ªa que se ha ido conformando en di¨¢logo con la revoluci¨®n castrista (tambi¨¦n con la china y la sovi¨¦tica), con las voces po¨¦ticas de Jos¨¦ Mart¨ª, Nicol¨¢s Guill¨¦n y Heberto Padilla, pero tambi¨¦n con aquellos ¡°humanos m¨¢stiles¡± que evocaba en 1959 en ¡°Coral a Nicolai Vaptzarov¡± (Vallejo, Hikmet, Machado, Maiakovski, ?luard, Celaya, Neruda, Miguel Hern¨¢ndez, Aragon, Alberti y Mao), atento a la producci¨®n de sus contempor¨¢neos. Para entonces el poeta tiene ya un ¡°aura m¨ªtica¡±, en palabras de Antonio Mart¨ªnez Sarri¨®n, y su nombre es ineludible en la historia de la literatura reciente y en las po¨¦ticas de autores m¨¢s j¨®venes (de ?ngel Gonz¨¢lez, Valente o Claudio Rodr¨ªguez a Manuel V¨¢zquez Montalb¨¢n, entre otros muchos). Pero Otero da una nueva vuelta de tuerca a su poes¨ªa en esa constante decantaci¨®n del lenguaje, no ya hacia lo que la cr¨ªtica ha venido denominando como una ¡°meditaci¨®n integradora¡±, en s¨ªntesis dial¨¦ctica de su obra anterior, sino m¨¢s bien hacia una nueva apertura (¡°poes¨ªabierta¡±), hacia una liberaci¨®n absoluta de la palabra po¨¦tica, del libro, del verso, de s¨ª misma, que se funda y confunda con la vida. Lleva a cabo, as¨ª, una exploraci¨®n que supone una de las propuestas m¨¢s revolucionarias y novedosas del momento en uno de los periodos m¨¢s fruct¨ªferos de su producci¨®n personal, recogida en Hojas de Madrid con La galerna (2010), un libro capital en la poes¨ªa contempor¨¢nea (no s¨®lo en la espa?ola).
Habr¨ªa que preguntarse qu¨¦ hubiera supuesto para la poes¨ªa espa?ola la publicaci¨®n de ese libro (tambi¨¦n la de los tres in¨¦ditos que ahora se ofrecen) en su momento hist¨®rico, en plena Transici¨®n (los poemas se escriben entre 1968 y 1977), c¨®mo hubiera podido transformar el decurso po¨¦tico del periodo y sancionar algunas est¨¦ticas juveniles que, poeta atento a su mundo, Blas de Otero asum¨ªa haci¨¦ndolas propias, integr¨¢ndolas en su dicci¨®n personal, en una poes¨ªa unitaria en constante transformaci¨®n. Eso nos llevar¨ªa a preguntarnos tambi¨¦n por el lugar de Blas de Otero en la poes¨ªa del siglo XX, no s¨®lo como ¡°el mayor de los poetas espa?oles de la llamada promoci¨®n de posguerra¡±, en palabras de Valente, o como ¡°paradigma en la historia de nuestra literatura de posguerra¡±, como se?al¨® Jos¨¦ Manuel Caballero Bonald, sino como el autor de una de las propuestas po¨¦ticas m¨¢s ricas, personales y sugerentes del pasado siglo, con una irradiaci¨®n que alcanza a muchas de las voces m¨¢s representativas de la poes¨ªa reciente, y que logr¨® transformar a aquel hombre que morir¨ªa la madrugada del 29 de junio de 1979, con s¨®lo sesenta y tres a?os, en un cl¨¢sico de nuestra literatura (como B¨¦cquer, Machado, Juan Ram¨®n o Lorca), con esa doble faz de permanencia y continua influencia sobre cualquier planteamiento que quiera encarar una voluntad de riesgo, una aventura hacia la indagaci¨®n del hombre como ser hist¨®rico.
Mucho m¨¢s que la paz y la palabra
La publicaci¨®n de la Obra completa de un poeta de la talla de Blas de Otero deber¨ªa ser un acontecimiento literario de resonancia no solo nacional, sino internacional. M¨¢xime si se tiene en cuenta que buena parte de la obra aqu¨ª reunida por primera vez qued¨® in¨¦dita a la muerte del autor o dispersa en publicaciones peri¨®dicas. Es encomiable la labor realizada por Sabina de la Cruz, compa?era del poeta, salvaguarda de su legado y responsable de la edici¨®n en colaboraci¨®n con Mario Hern¨¢ndez, al reunir en el presente volumen, junto a los libros publicados por el autor, los m¨¢s de trescientos poemas de Hojas de Madrid con La galerna (2010) y una serie de textos dispersos y otros no publicados anteriormente; entre ellos, tres libros rigurosamente in¨¦ditos: Poes¨ªa e Historia, que incluye m¨¢s de ochenta poemas escritos entre 1960 y 1968; Nuevas historias fingidas y verdaderas, que incluye 28 nuevas prosas escritas en 1971 y 1972, y las deliciosas casi-memorias de Historia (casi) de mi vida, escritas en 1969. La cuidada publicaci¨®n del canon oteriano se hace tras meticulosa revisi¨®n de los textos conservados, enmendando las intrusiones de la censura y las erratas diversas. Aunque no se anotan variantes ni otros pormenores, las Notas finales dan noticia suficiente de la historia textual de los libros recogidos.
Se re¨²nen aqu¨ª los 12 libros del poeta: los ocho libros publicados en vida del autor se presentan en orden cronol¨®gico de primera edici¨®n de cada volumen, iniciados por C¨¢ntico espiritual (1942) e incluyendo acertadamente las versiones de ?ngel fieramente humano (1950) y Redoble de conciencia (1951) y su reuni¨®n posterior en Ancia (1958), puesto que efectivamente se trata de tres libros diferentes; los cuatro libros que quedaron in¨¦ditos a su muerte, en orden cronol¨®gico de composici¨®n de los textos. Se completa la edici¨®n con un amplio e interesant¨ªsimo corpus de Complemento: 'Poemas in¨¦ditos y dispersos', con m¨¢s de cien poemas, entre ellos nueve in¨¦ditos del periodo 1942-1946 cedidos recientemente por la Fundaci¨®n Gerardo Diego; 'Versiones' de poetas en otras lenguas, y 'Declaraciones y entrevistas'. Por un criterio de rigurosa selecci¨®n, no se incluyen muchos textos de los primeros a?os; alguna otra ausencia posterior queda, quiz¨¢s, menos justificada. No obstante, el material complementario es suficientemente rico para hacerse idea de la labor de Blas de Otero y un cierre excepcional para esta destacable edici¨®n. J. J. L.
Obra completa (1935-1977). Blas de Otero. Edici¨®n de Sabina de la Cruz con la colaboraci¨®n de Mario Hern¨¢ndez. Galaxia Gutenberg / C¨ªrculo de Lectores. Barcelona, 2013. 1.274 p¨¢ginas. 30 euros.
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