El eterno mar soleado de Sorolla
La naturaleza en movimiento es retratada en los 66 cuadros de 'Sorolla. El color del mar', inaugurada hoy en Madrid
Joaqu¨ªn Sorolla?(Valencia, 1863 ¡ª Cercedilla, 1923) hizo de la pintura al aire libre su religi¨®n, siempre con prisa porque el espect¨¢culo de la naturaleza est¨¢ en constante movimiento, especialmente en el mar, cuyos colores investig¨® durante toda su vida en una mirada que recoge la exposici¨®n Sorolla. El color del mar. La muestra que re¨²ne 66 obras fue inaugurada hoy en el Museo Sorolla, antigua casa del artista en Madrid.
La directora del Museo y comisaria de la exposici¨®n, Consuelo Luca de Tena, explic¨® que Sorolla era "un gran admirador de la naturaleza, que era para ¨¦l un gran espect¨¢culo y no hay ninguno m¨¢s amplio que el mar". El gozo espont¨¢neo de la naturaleza de su primera infancia en Valencia qued¨® en su interior y la a?oranza de aquellas playas estuvo presente en sus cuadros, ha indicado la comisaria, que ha asegurado que pese a que pint¨® mucho el mar Cant¨¢brico ya que veraneaba en San Sebasti¨¢n, a Sorolla le gustaba el "sol violento" del Mediterr¨¢neo.
"Era un pintor que trabajaba a pie de playa durante horas", relata Luca de Tena. "Pintaba al sol, sin importarle en absoluto la intensidad y el calor del verano mediterr¨¢neo, y con un min¨²sculo sombrero como toda protecci¨®n". La comisaria ha recordado c¨®mo se refer¨ªa al artista el escritor Vicente Blasco Ib¨¢?ez, que le describ¨ªa como un "valeroso soldado de la pintura que, como si fuera una salamandra, se pasa el d¨ªa entero entre la arena que vomita llamas". Algunas fotos que acompa?an la exposici¨®n documentan esta forma de trabajar del pintor, metido en el agua sobre unas tablillas de madera.
La exposici¨®n se desarrolla en tres apartados bajo los ep¨ªgrafes de El espect¨¢culo incesante, Las horas del azul y De la naturaleza a la pintura. Una muestra de sus principios es el cuadro Marina, que pint¨® cuando ten¨ªa 18 a?os, en 1880. Una composici¨®n panor¨¢mica y paisaj¨ªstica inspirada en una tradici¨®n que pronto rechaza: "Sorolla se sienta a pie de playa y empieza a investigar el movimiento del mar y su relaci¨®n con el espacio, las olas..", indic¨® el comisario adjunto de la muestra, Jos¨¦ Manuel Pascual.
En la exposici¨®n se pueden ver tambi¨¦n peque?as tablillas f¨¢cilmente transportables en las que Sorolla tomaba sus apuntes y que reflejan sus m¨¦todos de trabajo, una especie de "notas" que tienen, no obstante, la composici¨®n de un cuadro completo. Muy cr¨ªtico con los impresionistas de la ¨¦poca, Sorolla va incorporando, sin embargo, las vanguardias a su pintura y a su investigaci¨®n, como se reconoce en Barcas en pasajes, aunque nunca dej¨® de ser un pintor ligado a la tradici¨®n y al naturalismo, en una especie de "clasicismo renovado", seg¨²n el comisario adjunto.
Dos de los cuadros que reflejan la luz del sol vertical del mediod¨ªa mediterr¨¢neo, Saliendo del ba?o o La hora del ba?o, retratan "lo que m¨¢s satisfac¨ªa" a Sorolla, la luz intensa de la playa del Caba?al. El pintor tambi¨¦n disfrutaba del verde esmeralda brillante del mar de J¨¢vea que aparece en Nadadores, seg¨²n relata en las cartas que escribe a su mujer, que se encontraba en Madrid. El tratamiento de los reflejos en el agua que hace Sorolla tiene su m¨¢xima representaci¨®n en El balandrio, uno de los m¨¢s populares del pintor, que realiz¨® en 1909 y donde la pincelada se carga de color.
En las playas del norte Sorolla encuentra una luz m¨¢s tenue, donde las mareas al retirarse dejan la arena convertida en un espejo, as¨ª como los contraluces en los que las figuras pierden vol¨²menes. As¨ª se aprecia en Mar¨ªa en la playa de Biarritz, cuadro en el que el reflejo de la luz del atardecer compite con la figura. "Tengo un hambre por pintar como nunca he sentido, me lo trago, me desbordo, es ya una locura", confiesa a su mujer este pintor que persigui¨® de forma incesante los fugitivos efectos de la luz sobre el mar.
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