Una enciclopedia rodeada de canales
La ciudad se convierte en un museo del conocimiento para ¡®los mundiales¡¯ del arte contempor¨¢neo La propuesta del comisario Gioni se revela como un acierto
El manuscrito de El libro rojo de Carl Gustav Jung, cedido por sus herederos, se exhibe como una joya en una vitrina, arropado por impresiones digitales de las p¨¢ginas, con su peculiar caligraf¨ªa y sus dibujos en los que el psiquiatra reflej¨® algunas de sus visiones y fantas¨ªas. Su particular sentido del cosmos inaugura la muestra del Pabell¨®n Central de la Bienal de Venecia que ma?ana se abre al p¨²blico hasta noviembre, en los Giardini y el Arsenal. La escritura y el dibujo como mecanismo para expresar las obsesiones y dar rienda suelta a la imaginaci¨®n ejercen como hilo conductor de buena parte de los trabajos expuestos en el pabell¨®n, en los que alternan artistas contempor¨¢neos consagrados con outsiders.
Una colecci¨®n de diagramas de los bocetos del fil¨®sofo Rudolf Steiner, realizados en pizarras, amueblan la siguiente sala, en la que dos artistas, sentados en el suelo realizan una performance a base de sonidos guturales. Se admiten espont¨¢neos. Parece como si todo estuviera orientado a explorar el modo en que contamos diferentes historias para descubrir nuevos puntos de vista. Como ejemplo, el trabajo de los austriacos Oliver Crog y Oliver Elser, dos artistas que, en una incursi¨®n a la tienda de un anticuario, descubrieron un peque?o tesoro: tres centenares de casas en miniatura, realizadas con cajas de cerillas, celo y papel de empapelar. Las 378 casas de Peter Fritz, un homenaje al contable que hab¨ªa dedicado su vida a ese delicado trabajo en secreto, quedaron grabadas en las c¨¢maras de los m¨®viles de buena parte de los visitantes que ayer recorr¨ªan los escenarios de la Bienal, pregunt¨¢ndose d¨®nde se encuentra el arte ?en la intenci¨®n del artista original o en la del que lo saca de su contexto habitual y lo convierte en obra?
Massimiliano Gioni (Busto Arsicio, 1973), director art¨ªstico de la Fundaci¨®n Trussardi, cr¨ªtico de arte contempor¨¢neo arriesgado al que le gusta salirse de los carriles habituales, ejerce en esta edici¨®n como comisario de la Bienal. Su elecci¨®n se considera como un intento de insuflar vida a lo que algunos consideran un escaparate a espaldas a la ciudad. El t¨ªtulo elegido para la exposici¨®n oficial, El palacio enciclop¨¦dico, evoca un dise?o del arquitecto Marino Auriti, que trat¨®, sin ¨¦xito, de dise?ar algo capaz de acoger todo el conocimiento de la humanidad. El proyecto nunca se llev¨® a cabo, pero Gioni ha recogido ese testigo o, al menos, se ha servido de esa idea para hablar de la voluntad de entender el conocimiento, organizarlo y gestionarlo.
Ha elegido personalmente los nombres y las obras de los 155 artistas de 37 pa¨ªses que est¨¢n presentes en la que durante seis meses ser¨¢ la capital del arte contempor¨¢neo. En un espacio peque?o y oscuro se expone The path of totality (el recorrido de la totalidad), una colecci¨®n de 79 diapositivas, sobre las expediciones cient¨ªficas que se llevaron a cabo en los siglos XIX y XX para avistar y documentar eclipses. La autora de esta pieza es Paloma Polo (Madrid, 1983) la ¨²nica espa?ola seleccionada por Gioni comparte el discurso curatorial que preside la Bienal: ¡°Me llam¨® personalmente, ten¨ªa muy claro qu¨¦ pieza quer¨ªa mostrar y c¨®mo. Nunca se hab¨ªa hecho una exposici¨®n con tantos artistas. Materialmente no es f¨¢cil que haya coherencia y di¨¢logo entre tantas obras¡±.
La maqueta de Marino Auriti preside la muestra del Arsenal, como un estandarte que abre paso a un museo de la imaginaci¨®n. Los bocetos originales del libro del Genesis de Robert Crumb se exhiben junto a piezas de Walter de Maria, Tacita Dean o la instalaci¨®n de Danu Vo que muestra los cimientos de madera una iglesia vietnamita, con los frisos y cortinajes de hace 200 a?os. El mensaje del Arsenal es id¨¦ntico. Pasado y presente sirven para ilustrar la enciclopedia dise?ada por Gioni.
El arte parece haber traspasado ya todas las fronteras. Nick Hayek, presidente de Swatch, gran patrocinador de la cita, anunciaba ayer que ¡°las obras de arte son prisioneras de los museos¡± y que su compa?¨ªa las saca de esos espacios. La relojera suiza ha elegido al artista madrile?o Jos¨¦ Carlos Casado, como dise?ador del reloj oficial de la Bienal.
El recorrido entre el edificio principal de los Giardini al Arsenal se ve salpicado por los pabellones de los pa¨ªses representados que, este a?o, se ha visto aumentado con la presencia, entre otros, de Dub¨¢i, el Vaticano, Paraguay, Kosovo y Angola. El potente discurso de El palacio enciclop¨¦dico ha restado cierto protagonismo medi¨¢tico a los pabellones, aunque no les ha faltado la presencia de p¨²blico. Y es que en el arte los gestos tambi¨¦n son importantes. En junio de 2011, el yate de Roman Abramovich, anclado cerca de la plaza de San Marcos, bloqueaba la vista de caminantes. Semejante ostentaci¨®n inspir¨® la obra del brit¨¢nico, Stuart Sam Hugues, Nos sentamos hambrientos sobre nuestro propio oro, que ahora preside una de las salas del pabell¨®n brit¨¢nico. Pintado directamente sobre la pared, la imagen del dise?ador victoriano William Morris, imaginado como un coloso, levanta una embarcaci¨®n de lujo y la devuelve airado a la laguna. No ha servido de mucho la protesta, nuevos y flamantes yates, algunos con bandera brit¨¢nica, permanecen anclados junto a la Bienal, mientras sus propietarios se mezclan con los coleccionistas, periodistas y cr¨ªticos que abarrotan Venecia. El recorrido por el pabell¨®n brit¨¢nico concluye con una taza de t¨¦, cortes¨ªa de la casa, que anima a reflexionar sobre si sirven para algo los pasaportes en el mundo del arte. Desde la puerta se contemplan las enormes colas para visitar los pabellones alem¨¢n y franc¨¦s que, en esta edici¨®n, han intercambiado contenidos en un gui?o c¨®mplice y acogen artistas de diferentes lugares del mundo.
Como Ai Weiwei, que siempre es noticia, tanto si est¨¢ como si no. Bang se exhibe en el pabell¨®n alem¨¢n, pero hay que visitar el franc¨¦s para verla. El polifac¨¦tico artista no ha sido autorizado a salir de China, pero ha enviado a su madre y a su hermana. Su obra nueva, un alegato sobre su cautiverio, y la ampliaci¨®n de la instalaci¨®n escult¨®rica Straight, se exponen en Zitelle y la iglesia de San Antonino.
Tambi¨¦n el pabell¨®n ruso ofrece su particular protesta. Un trajeado maniqu¨ª humano se sienta a horcajadas sobre una de las vigas, frente a una pared en la que se lee: ¡°Ha empezado el tiempo de confesar: rudeza, narcisismo, falsedad, lujuria, cinismo, robo, especulaci¨®n, seducci¨®n, envidia, estupidez¡±. Como colof¨®n al discurso unos rudimentarios sacos, cargados de monedas. En otro espacio, reservado exclusivamente para mujeres, una instalaci¨®n de Vadim Zakharov muestra su particular visi¨®n del mito griego de D¨¢nae. Armadas con paraguas, las visitantes reciben un ba?o de oro de Zeus en forma de monedas.
Alrededor de las piezas y trabajos que se exponen en la Bienal emerge un palacio enciclop¨¦dico alucinante: donde los cr¨ªticos solo ven caos de innumerables obras mezcladas, otros encuentran un espacio para la reflexi¨®n.
Babelia
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