Toros que envejecen el alma
Decepcionaron los toros de Baltasar Ib¨¢n; decepcionaron los toreros, y hasta la tarde fr¨ªa y amenazante de lluvia
Decepcionaron los toros de Baltasar Ib¨¢n; decepcionaron los toreros, y hasta la tarde, tan fr¨ªa y amenazante de lluvia como tantas otras. Decepcion¨® Bastonito, corrido en tercer lugar, descendiente de aquel otro toro del mismo nombre que el 7 de junio de 1994 se gan¨® la gloria, en esta misma plaza, por su casta y codicia y encumbr¨® a los cielos de la tauromaquia a su matador, C¨¦sar Rinc¨®n.
La esperanza es lo ¨²ltimo que se pierde y por qu¨¦ no era posible el sue?o de que resucitara aquella m¨¢quina de embestir que qued¨® para siempre en el recuerdo. Pero el sue?o qued¨® ah¨ª. El Bastonito del siglo XXI no destac¨®, al igual que su predecesor, por su belleza, cumpli¨® sobradamente en el caballo, sobre todo en el segundo envite, al que acudi¨® de largo, meti¨® la cara en el peto y permiti¨® el lucimiento del picador Mario Herrero. Obedeci¨® a la llamada de los banderilleros, y lleg¨® a la muleta con la codicia justa para haber conformado una perfecta pareja de baile con David Mora, que era el deseo de toda la plaza. Pero el animal, que embisti¨® y repiti¨® en la primera tanda, dur¨® poco, poqu¨ªsimo, ech¨® la cara arriba, y no se entendi¨® con el torero, que no mostr¨® nunca signo de confianza ante oponente de nombre tan llamativo. Mora lo pas¨® despegado siempre y de manera destemplada, con poca entrega y como si estuviera fuera de la faena. Al final, el p¨²blico ovacion¨® al toro en el arrastre y algunos pitaron al torero. La verdad es que decepcionaron los dos; quiz¨¢, es que de los dos se esperaba m¨¢s; sobre todo, de Mora, que lleva un tiempo de promesa con el serio peligro de convertirse en eterna.
Pero, ciertamente, la corrida de Baltasar Ib¨¢n no permiti¨® secuencias para el gozo. Toros muy astifinos, de corto recorrido, duros de pelar, mansos en su mayor¨ªa en los caballos, y ¨¢speros y broncos en el tercio final. Ah¨ª queda, por ejemplo, el lote que le toc¨® a Diego Urdiales, rocoso como el pedernal.
A este torero se le puede criticar lo que se quiera, y quiz¨¢ est¨¢ en esa zona de nadie por m¨¦ritos propios, pero se tiene que buscar el pan con cada animal¡ El primero de ayer no solo era un manso de libro que se doli¨® sin disimulo en banderillas, sino que empeor¨® su comportamiento a medida que avanzaba la lidia, de modo que lleg¨® a la muleta con los arreones por bandera, con inusitada brusquedad, con la cara por las nubes, buscando el corbart¨ªn del torero y dando tornillazos a derecha e izquierda. Y all¨ª estuvo Urdiales, sorteando con dignidad el peligro, como si aquello no tuviera la mayor importancia.
Ficha
Ib¨¢n/Urdiales, Bautista, Mora
Toros de Baltasar Ib¨¢n, -el segundo, devuelto-, bien presentados, astifinos, mansos, descastados y deslucidos; cumplieron en los caballos tercero y quinto. Sobrero de El Montecillo, descastado.
Diego Urdiales: media baja y tres descabellos (silencio); dos pinchazos _aviso_ y un descabello (silencio).
Juan Bautista: pinchazo, casi entera y dos descabellos (silencio); dos pinchazos y estocada (silencio).
David Mora: estocada (algunos pitos); estocada ca¨ªda (silencio).
Plaza de Las Ventas. 8 de junio. Quinta corrida de feria. M¨¢s de media entrada.
Y claro que la tiene. Ese toro era de los que erosionan y envejecen el alma de los torero; toros que pesan como una losa, y dejan cicatrices aparentemente invisibles, pero que se reflejan despu¨¦s en surcos en la cara y en la derrota del esp¨ªritu. Ese de ayer val¨ªa por diez y seguro que es de esos que duran mucho tiempo en la cabeza de quien lo tuvo delante y le oblig¨® a acelerar el pensamiento para desterrar agobio tan grande.
No era de mejor talante el cuarto, que cabeceaba con serio peligro, se negaba a obedecer al torero y lo buscaba con la intenci¨®n cierta de dejarle un negro recuerdo en sus carnes. Afortunadamente, no fue as¨ª, y Urdiales sali¨® indemne de la pelea; pero nadie, casi con toda seguridad, le ver¨¢ el nuevo surco que le ha nacido en la cara.
Tampoco brill¨® Juan Bautista, que cont¨®, sin embargo, con los dos toros m¨¢s potables del encierro. Pero es que da la impresi¨®n de que no se entrega, de que no planta cara, de que su toreo lo planifica siempre a la defensiva y que su confianza es d¨¦bil. Esa fue, al menos, la impresi¨®n que ofreci¨® ante el sobrero, sustituto de un ib¨¢n que se parti¨® un pit¨®n en el caballo. El toro no era gran cosa, pero no menos que su matador, que desprende una frialdad con la que parece imposible alcanzar la emoci¨®n que requiere el triunfo. El quinto fue el que m¨¢s y mejor embisti¨®, y Bautista le dio muchos pases, lo tore¨® muy poco, siempre despegado, y nunca crey¨® en sus posibilidades de alcanzar el ¨¦xito. Con la derrota reflejada en el gesto es complicado, por no decir imposible, decir algo con una muleta entre las manos
Quedaba el ¨²ltimo, y la posibilidad de que David Mora reafirmara su condici¨®n de aspirante a figura; el toro manse¨® y de qu¨¦ manera en el picador, se par¨® en el segundo tercio y mostr¨® su falta de casta, su poca clase y su dificultad despu¨¦s. Total, que Mora intent¨® justificarse como mejor supo; insisti¨® para reflejar su voluntad y lo mat¨® de forma r¨¢pida, que siempre se agradece.
Acabaron as¨ª las corridas de esta feria del Arte y la Cultura, a la espera del espect¨¢culo de rejoneo de hoy domingo. Quedan en el recuerdo los triunfos sin rematar de ese mexicano valiente y artista llamado Joselito Adame, la oreja de Uceda Leal y la cogida de Sergio Flores, otro torero valeroso de allende los mares. Escaso balance.
Babelia
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