Par¨ªs 1964-1970: versos in¨¦ditos
Estos son los 32 poemas que Bergam¨ªn envi¨® por carta en abril de 1969 a su hijo y su nuera
Como nace el ¨¢rbol vivo
de su natural semilla
as¨ª nace de tu alma
vivamente la poes¨ªa.
No se equivoca Narciso:
se equivoca el enga?oso
fantasma de su espejismo.
Cuando un manchego en La Mancha
de veras se vuelve loco
no se vuelve Don Quijote
sino que se tira a un pozo.
La llama tiene dos sombras
una fuera y otra dentro:
y t¨² eres como la llama
dos veces sombra del fuego.
De sombra es tu coraz¨®n.
De sombra, tu pensamiento.
Y entre los dos t¨² eres llama
luminosa, sin saberlo.
Si t¨² fueras rey de bastos
y yo fuera rey de espadas,
oros pagar¨ªan copas
y har¨ªamos malas bazas.
Conque ?hagan juego se?ores!
Que aqu¨ª no hay cart¨®n ni trampa.
Y no hay m¨¢s rey ni m¨¢s Roque
que el palo de la baraja.
Al fin se acab¨® la historia.
Y t¨² te quedaste, al fin,
solo y sin pena ni gloria.
T¨² sabes lo que te digo:
que si no dices verdad
no digas que eres mi amigo.
De un sue?o nace tu alma.
Y de otro sue?o se muere.
Entre un sue?o y otro sue?o
tal vez nunca se despierte.
A m¨ª me est¨¢ pareciendo
que t¨² no quieres o¨ªr
lo que yo te estoy diciendo.
Lo que nos dice la fe
no es ni verdad ni mentira.
No se ve lo que se mira:
se mira lo que se ve.
Por los caminos del aire
se perdi¨® mi pensamiento.
Y no he podido encontrarle.
Yo no s¨¦ por qu¨¦ ser¨¢
que veo claro lo oscuro
y oscura la claridad.
El curso de la vida es como un r¨ªo
dijo Manrique, y es la muerte el mar.
Conforme corre el r¨ªo va sintiendo
ensancharse su cauce m¨¢s y m¨¢s.
Es como el dulce discurrir de un llanto
que, al cabo, sentir¨¢
amargarse sus l¨¢grimas postreras
con un sabor de sal.
Lo que anda diciendo el r¨ªo,
como el viento cuando pasa,
es lo que dice la lluvia
cuando cae sobre el agua.
Es lo que dice en el fuego
el crepitar de sus llamas.
Es lo que t¨² est¨¢s diciendo
cuando miras y te callas.
¡°M¨¢s claro, agua¡±.
Agua que corre y huye
para ser clara.
El cielo pari¨® una estrella.
Y la envolvieron las nubes
en sus pa?ales de niebla.
La estrella m¨¢s luminosa
cuando la miran tus ojos
se apaga como una sombra.
En tu vida hay dos silencios:
uno es silencio por fuera,
otro es silencio por dentro.
Y te parecen al serlo,
uno, silencio del alma,
otro, silencio del cuerpo.
Hay que saber separar
de un silencio otro silencio.
El silencio de los vivos
y el silencio de los muertos.
Al que Dios no le da el habla
el Diablo le da un silencio
que no quiere decir nada.
Tambi¨¦n el silencio es m¨¢scara
que le da forma al vac¨ªo
sonoro de las palabras.
La elocuencia del silencio
enmudece lo que hablas.
Hay silencio en lo que dices
y decir en lo que callas.
Hasta la llama m¨¢s viva
se apaga cuando se duerme
blandamente en la ceniza.
Se va quedando dormida
al cobijo de su lumbre
so?ando que resucita.
Que hasta la llama m¨¢s viva
cuando se apaga se vuelve
Cenicienta de s¨ª misma.
Al borde del precipicio
se asoma tu coraz¨®n
como al espejo Narciso.
Se enamora de s¨ª mismo
sin ver que es imagen suya
la del abismal vac¨ªo.
Tengo el alma acostumbrada
a su tristeza mortal
y a m¨ª ya nada me espanta.
A m¨ª ya nada me espanta
porque tengo el coraz¨®n
tan triste como mi alma.
T¨² tendr¨ªas que ser otra
y muy distinta de ti
para que yo te creyera
la misma que te cre¨ª.
Yo no s¨¦ si yo soy el que me sue?o
o si es otro el que a m¨ª me est¨¢ so?ando;
otro que me separa de m¨ª mismo
que me vuelve un extra?o
fantasma de otro sue?o, de otro mundo,
m¨¢s ¨ªntimo y lejano;
otro sue?o, otro mundo, en el que estoy
como desenso?ado.
Como el eco en el viento, como el vuelo
perdido de los p¨¢jaros,
el sue?o de un amor que fue mi vida
se me ha quedado muerto entre las manos.
Tu alma es tan perezosa y dormilona
que parece que est¨¢ durmiendo siempre.
Tal vez sin despertar de tanto sue?o
se dormir¨¢ en la muerte.
No es un sue?o la muerte,
ni es un sue?o la vida.
El sue?o est¨¢ en los ojos
con que t¨² las miras.
Como la luz de la tarde
tu alma se va apagando.
Tu pensamiento en tu alma
se va crepusculizando.?
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