?Por qu¨¦ hay algo en vez de nada?
Lawrence M. Krauss trata de desmontar la creencia en lo sobrenatural como origen del universo El pol¨¦mico divulgador cient¨ªfico lo hace desde la cosmolog¨ªa
Hay tres poderosas razones para leer este libro, y el lector es muy libre de elegir la que prefiera. La primera es que Lawrence Krauss (Nueva York, 1954) es uno de los intelectuales m¨¢s interesantes de nuestro tiempo. Cosm¨®logo y f¨ªsico te¨®rico de primera l¨ªnea, director del Proyecto Or¨ªgenes de la Universidad de Arizona y polemista de altura ¡ªlleg¨® a conminar al papa Ratzinger a retractarse de su teolog¨ªa desde las p¨¢ginas de The New York Times¡ª, Krauss es uno de esos raros cient¨ªficos que levantan la vista de sus ecuaciones para ver qu¨¦ implican en el gran cuadro de las cosas y las ideas. Una inteligencia del futuro, con toda la ciencia, la profundidad y el arte en su pluma. Y no sin cierta mala uva.
La segunda, muy relacionada con el ¨²ltimo punto, es que Un universo de la nada puede leerse como un argumento contra la religi¨®n, o contra cualquier creencia en lo sobrenatural, y que tanto el autor como sus editores hacen expl¨ªcito ese ¨¢ngulo con transparente intenci¨®n pol¨¦mica. El bi¨®logo, divulgador y ateo militante Richard Dawkins lo expresa admirablemente en el postfacio: ¡°Si El origen de las especies fue el golpe m¨¢s letal de la biolog¨ªa a la creencia en lo sobrenatural, quiz¨¢s acabemos viendo que Un universo de la nada es su equivalente en la cosmolog¨ªa; el t¨ªtulo quiere decir lo que dice; y lo que dice es devastador¡±.
Y la tercera es que el ¨²ltimo libro de Krauss ¡ªoctavo en un curr¨ªculo que incluye el superventas del a?o pasado La f¨ªsica de Star Trek¡ª es seguramente la mejor explicaci¨®n de la cosmolog¨ªa moderna para el lector general disponible en el mercado. Krauss es un divulgador cient¨ªfico de ensue?o, r¨¢pido, transparente y penetrante, y su escritura est¨¢ llena de chispa y digresi¨®n anecd¨®tica, con un seductor sentido del humor. Alg¨²n d¨ªa toda la especie humana ser¨¢ as¨ª.
Hay pocas aventuras intelectuales tan cautivadoras como la cosmolog¨ªa del siglo pasado, en la que a¨²n seguimos inmersos. A principios del siglo XX, la sabidur¨ªa convencional era que nuestra galaxia, la V¨ªa L¨¢ctea, ocupaba la totalidad de un universo est¨¢tico e inmanente, y hoy sabemos que solo es una entre los 400.000 millones de galaxias que pueblan el universo observable. Un universo que, para colmo, parece absorto en una expansi¨®n acelerada que solo puede conducir a su muerte no ya t¨¦rmica, sino por falta de sustancia.
Parecemos vivir, por otro lado, en un periodo privilegiado en la historia del cosmos. En el futuro lejano, debido a la expansi¨®n acelerada de todo cuanto existe, cada galaxia parecer¨¢ estar aislada: parecer¨¢, en efecto, ser la ¨²nica galaxia del universo, como cre¨ªamos en la V¨ªa L¨¢ctea a principios del siglo XX. La expansi¨®n ser¨¢ tal que toda otra galaxia quedar¨¢ fuera de toda observaci¨®n y toda interacci¨®n permitida por la relatividad de Einstein, que fija un l¨ªmite m¨¢ximo para la velocidad de la luz y cualquier otra cosa.
Los astr¨®nomos del futuro ser¨¢n mucho m¨¢s ignorantes que los nuestros, en flagrante contradicci¨®n con cualquier idea intuitiva de progreso. Como dice Krauss, ¡°vivimos en un tiempo muy especial, el ¨²nico tiempo en que la observaci¨®n permite verificar que¡ ?vivimos en un tiempo especial!¡±. Se trata de una paradoja antr¨®pica, un t¨¦rmino casi cabal¨ªstico que usan los f¨ªsicos para referirse a los posibles sesgos que puede introducir en nuestros modelos del mundo el mero hecho de que nosotros estemos observando. El mero hecho de que vivamos en el tipo de universo que permite que vivamos, si me permiten el gongorismo.
Un universo de la nada expone magistralmente el inmenso avance en nuestra comprensi¨®n del mundo que han supuesto los ¨²ltimos cien a?os de cosmolog¨ªa. De la gran aportaci¨®n de Einstein con su teor¨ªa del tiempo, el espacio y la materia (la relatividad general), pasando por Henrietta Swan Leavitt, la mujer que convirti¨® las cefeidas en una cinta m¨¦trica para medir el cosmos; el astr¨®nomo y exabogado Edwin Hubble, que demostr¨® la expansi¨®n del universo con su telescopio y utilizando la teor¨ªa de Henrietta, y el f¨ªsico te¨®rico y sacerdote Georges Lema?tre, que ley¨® el Big Bang en las ecuaciones de Einstein y es sin duda uno de los dos grandes curas de la historia de la ciencia, junto al fundador de la gen¨¦tica, Gregor Mendel.
El t¨ªtulo de esta rese?a es el subt¨ªtulo del libro de Krauss, y tambi¨¦n su columna vertebral: ?Por qu¨¦ hay algo en vez de nada? Una pregunta milenaria y, seg¨²n el autor, el ¨²ltimo reducto de los te¨®logos y otros pensadores creyentes. Incluso si la ciencia logra explicar las leyes que rigen el comportamiento de la naturaleza y del ser humano dentro de ella, sostiene esta corriente teol¨®gica, jam¨¢s podr¨¢ responder esa ¨²ltima de las cuestiones. ?Por qu¨¦ hay algo en vez de nada?
Apuntando a la cabeza, Un universo de la nada se propone nada menos que responder a esa ¨²ltima de las preguntas. No le voy a reventar el final: lea el libro.
Un universo de la nada. Lawrence M. Krauss. Postfacio de Richard Dawkins.Traducci¨®n de Cecilia Belza y Gonzalo Garc¨ªa. Pasado & Presente. Barcelona, 2013. 251 p¨¢ginas. 22 euros
Babelia
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