Baronesa Thyssen: ¡°La cultura, ?un capricho? ?Ser¨¢ un capricho... pero para los imb¨¦ciles!¡±
¡°En mi ¨¦poca, lo de Miss Espa?a era muy serio: hasta Franco me felicit¨®¡± ¡°Prefiero que la habitaci¨®n est¨¦ oscurita: as¨ª me veo m¨¢s mona...¡±
Hac¨ªa calor pero mucho calor, ella llevaba brillos en la cara, estaba nerviosa, se sent¨® en la sala del Patronato, encendi¨® un pitillito emboquillado, mir¨® de reojo al pregunt¨®n de turno, en lo que supon¨ªa la mirada oblicua de la aristocracia (por v¨ªa conyugal, pero aristocracia al fin y al cabo) sobre el vulgo. Vulgo, luego existo. Con ustedes, toda una baronesa. ¡°Llamadme Tita¡±. Estuvo fant¨¢stica, la ex de Tarz¨¢n.
Pregunta. Tiene usted pinta de estar siempre, como dir¨ªa un franc¨¦s, au-dessus de la m¨ºl¨¦e (por encima de las disputas)¡
Respuesta. Peut-¨ºtre (puede ser), je, je, je.
P. ?Solo peut-¨ºtre? Es que le pega querer sacar siempre la cabeza por encima de¡
R. ...de las tonter¨ªas.
P. ?A qu¨¦ se dedica una se?ora baronesa?
R. Al jard¨ªn. Por ejemplo, en este viaje a Madrid, en el que solo he tenido dos veces cinco minutos libres en 20 d¨ªas, pues he podado las rosas. Y me siento feliz. Vivo la vida. Tambi¨¦n me gusta leer. Pero no tengo tiempo. No tengo tiempo para nada. Y echo mucho de menos a mi madre. Una piensa que cuando alguien se le va, con el tiempo se va a cerrar la herida, pero no. No se cierra.
P. ?Los padres y las madres pueden ser amigos de los hijos?
R. Cuando eres joven, no. Luego s¨ª. Bueno, mi madre lo pas¨® mal conmigo, como pasa con todos los hijos.
P. Con algunos m¨¢s. Algunos se despendolan m¨¢s.
DNI urgente
Barcelona, 23 de abril de 1943. Miss Espa?a en 1961. Se cas¨® tres veces, con Lex Barker, Espartaco Santoni y el bar¨®n Thyssen-Bornemisza. Posee una de las mejores colecciones privadas de arte del mundo.
R. Yo a mi madre siempre la tuve en vilo, porque yo hac¨ªa lo que me gustaba hacer.
P. ?Y sigue en esas?
R. Sigo igual, en eso la mentalidad no te cambia.
P. Pues lo que yo dec¨ªa: au- dessus de la m¨ºl¨¦e.
R. Tu forma de ser, tu base, tu esencia no cambia. Yo ahora leo los diarios que escrib¨ªa con 12, con 14, con 15 a?os, y ya era igual que ahora.
P. ?Los diarios de adolescencia de Carmen Cervera! Menudo bombazo editorial. A lo mejor tiene que hacer con ellos una adenda a las memorias de su marido, el bar¨®n Thyssen.
R. Pues me los piden. Pero creo que los voy a quemar pronto antes de que a alguien se le ocurra buscarlos. Aunque los tengo muy escondiditos. Est¨¢n continuamente pidi¨¦ndome mis memorias. Y deber¨ªa sacar tiempo para escribirlas, porque s¨ª, la m¨ªa es una vida interesante.
P. ?Y como qu¨¦ se las tomar¨ªa? ?C¨®mo un desahogo, como una catarsis?
R. Nnnoo, a ver, ?por qu¨¦ ten¨ªa inter¨¦s mi marido, y yo tambi¨¦n, en que se publiquen sus memorias? Pues porque los historiadores y los libros cambian las cosas. Aqu¨ª t¨² coges un grupo de ocho personas y de lo que se empieza a decir al principio hasta lo que se acaba diciendo, pues no tiene nada que ver. Y esto es as¨ª. Por eso yo deber¨ªa hacer mis memorias. Para que no me las cambien, porque han hecho ya de m¨ª como 20 personajes distintos.
P. ?Y c¨®mo ve eso?
R. Triste. Es triste que las personas quieran cambiar a las personas. Igual es por no tomarse la molestia de saber c¨®mo es una. O porque vende m¨¢s poner, quitar, volver a poner, tergiversar.
P. Oiga, perdone tama?a groser¨ªa: ?Cree usted en la maldici¨®n de los n¨²meros redondos? Es que ha cumplido 70. O vaya, igual ha decidido que, al fin y al cabo, seguir cumpliendo es maravilloso...
R. Narices. A m¨ª, como a todo ser humano, no me gusta crecer. Yo me miro y digo: ¡°Esa es otra, no soy yo¡±. Procuro verlo todo de color de rosa. Y con el espejito, cuidado. Y prefiero que la habitaci¨®n est¨¦ m¨¢s oscurita, as¨ª me veo m¨¢s mona. Los a?os molestan a todo el mundo. A m¨ª me gustar¨ªa tener 20.
P. S¨ª, claro, pero sabiendo lo que sabe con 70, ?o no?
R. No, aunque no supiese. ?Yo quiero tener 18 a?os y pasarlo otra vez bien!
P. Bueno, ejem, para 70 est¨¢ usted de no te menees¡
R. (Risas de la baronesa, que se azora un poco, y de sus colaboradores). ?Eso es alimento para toda la semana! Anda, de repente me ha subido la moral.
P. ?Ser baronesa para alguien que no naci¨® con sangre azul ¡ªy que se lo tuvo que currar¡ª es una peque?a venganza?
R. No¡ f¨ªjate t¨², son cosas rom¨¢nticas de los cuentos de hadas. Hace gracia, y punto, no le doy importancia al t¨ªtulo. Tengo amigos que me siguen llamando de usted y ¡°se?ora baronesa¡± solo porque les hace ilusi¨®n.
P. Mucho antes de frecuentar la sangre azul, fue Miss Espa?a. Hay quien dice que los concursos de misses son una degradaci¨®n de la mujer. Yo creo m¨¢s bien, teniendo en cuenta los comentarios que solemos hacer nosotros viendo esos concursos, que son una degradaci¨®n del hombre. Anson incluido, que est¨¢ en todos, el t¨ªo.
R. ?Ja, ja, ja! Bueno, a ver, yo fui la primera Miss Espa?a. Entonces estos concursos no eran como hoy, ?eh? No se te permit¨ªa llevar ba?ador, llevabas una faldita de tenis. En el jurado estaban la condesa de Quintanilla, la duquesa de Alba, el torero Domingu¨ªn¡ Ten¨ªas que tener idiomas. Y estudios. Y cuando fui a Los ?ngeles representando a Espa?a para Miss Universo, mi discurso me lo escribi¨® Jos¨¦ Mar¨ªa Pem¨¢n, y el c¨®nsul espa?ol fue a recibirme al aeropuerto. Dorm¨ªamos dos misses en cada habitaci¨®n, y hab¨ªa un polic¨ªa en la puerta por si nos pasaba algo. No, no, en mi ¨¦poca lo de Miss Espa?a era muy serio. Hasta Franco me felicit¨®¡
P. Bueno, a ¨¦l, en su fuero interno, pese a aquel aspectillo santurr¨®n, pues tambi¨¦n le gustar¨ªan los muslos, oiga.
R. Poco muslo se ense?aba entonces. Ah, y recuerdo que era la revista Triunfo la que estaba metida en aquel concurso, y como no quer¨ªan gastarse dinero en enviar a alguien a Los ?ngeles me dijeron si pod¨ªa escribir yo el art¨ªculo. Y lo escrib¨ª. O sea, escrib¨ª de m¨ª.
P. Este diario public¨® una noticia cuyo titular dec¨ªa algo as¨ª: ¡°La venta por 25 millones de euros del cuadro La esclusa resuelve los problemas de liquidez de la baronesa Thyssen¡±.
R. S¨ª.
P. Yo tengo un amigo nigeriano que se llama Walter al que se le resuelve el problema de liquidez si le das 10 euros en la puerta del Caprabo. Qu¨¦ cosas, ?no?
R. A lo mejor se le resolv¨ªa hasta con uno.
P. Constato que los ricos tambi¨¦n lloran.
R. Yo no lloro. Pero s¨ª le dir¨¦ que, para crear este museo en el que estamos, yo renunci¨¦ a mucho, porque si no, no hab¨ªa forma de que mi marido trajera aqu¨ª su colecci¨®n. Yo luch¨¦ por su sue?o, que era conservar su colecci¨®n de arte ¨ªntegra. Y qu¨¦ mejor que en Espa?a. As¨ª que estoy muy tranquila. Y mi marido me manda cada d¨ªa una florecita para decirme gracias.
P. A algunos banqueros les ha dado por costear el arte, la cultura. Es lo menos que pod¨ªan hacer despu¨¦s del desaguisado que han montado, ?no?
R. S¨ª, porque la cultura trae sabidur¨ªa, paz mental y apertura.
P. Ya, pero la cultura no se come, y ahora a muchos les empieza a hacer falta comida.
R. La cultura s¨ª da de comer, crea muchos puestos de trabajo.
P. ?No cree que en tiempos como estos cunde la idea ¡ªen parte fomentada desde el Gobierno¡ª de que la cultura es un capricho?
R. La cultura ?un capricho? Ser¨¢ un capricho¡ ?pero para los imb¨¦ciles!
Babelia
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