In¨¦ditos de Imre Kert¨¦sz
El escritor h¨²ngaro, premio Nobel de Literatura en 2002, corrige actualmente sus diarios En esta selecci¨®n de apuntes in¨¦ditos reflexiona sobre su obra, Europa y la memoria de Auschwitz
El pensamiento pol¨ªtico quiz¨¢ no sea muy productivo, pero ya que no nos queda m¨¢s remedio que dedicarnos a ¨¦l, acabaremos conoci¨¦ndonos mejor. Gracias a Dios, no hay motivo para el optimismo.
Ayer domingo. Vanitatum vanitas, se habla para triunfar. Me llam¨® la atenci¨®n: la necesidad de mitificar. Los hombres no paran de contarse historias, en apariencia para entretenerse los unos a los otros; de hecho, sin embargo, para ir tejiendo, remendando y manteniendo en buen estado la red de la mitolog¨ªa, conservando su mundo a trav¨¦s del relato. Este discurso vivo existe a¨²n en las esferas m¨¢s elevadas; poco a poco, sin embargo, se van acabando las historias y los hombres. Reina ya el silencio aqu¨ª y all¨¢, la contemplaci¨®n pasiva de las im¨¢genes de los medios, la desorientaci¨®n, el mutismo, las acciones absurdas, no motivadas por ninguna mitolog¨ªa v¨¢lida.
[¡] El secreto de mi existencia es el deseo de amor y, al mismo tiempo, la falta de amor. El vac¨ªo se desvela a ra¨ªz de alg¨²n que otro hecho min¨²sculo. La forma de vida correcta ¡ªes decir, una que no me angustiara¡ª ser¨ªa la encaminada ¨²nica y exclusivamente hacia la escritura. Ello, sin embargo, exigir¨ªa una soledad absoluta. La soledad me proteger¨ªa de la angustia causada por el secreto de mi existencia; en cambio, aparecer¨ªan entonces ciertos temores concretos, por ejemplo, el miedo y la angustia debidos a la propia soledad. Conclusi¨®n: no existe una soluci¨®n. Conclusi¨®n: existe la soluci¨®n, pero la temo. Si consiguiera querer realmente la muerte, estar¨ªa a salvo de la angustia. Pero supondr¨ªa un esfuerzo ps¨ªquico que s¨®lo podr¨ªa realizarse en soledad. Es de noche, una noche primaveral, y s¨¦ que mi existencia es un gran regalo y que yo ¡ªcomo todo el mundo¡ª lo estoy dilapidando.Y eso que en la vejez es preciso vivir de manera concentrada. ?O es inevitable la disoluci¨®n ps¨ªquica en la vejez?
En el universo concentracionario, todos los conceptos ¨¦ticos de nuestra cultura occidental se extinguieron por completo, se apagaron
¡°La Europa unida¡¡±. Pero ?cu¨¢l ser¨ªa su mito fundamental? Se ve con claridad: no es casual que Auschwitz se convierta ahora en cuesti¨®n viva, en fuente de las cuestiones vivas, despu¨¦s de que se derrumbara el imperio sovi¨¦tico. El mito cristiano ya no vive. La imagen del ¡®mal¡¯, al que el mundo occidental m¨¢s o menos pod¨ªa oponerse (y as¨ª fundamentar su autoconciencia), se deshizo al desintegrarse la Uni¨®n Sovi¨¦tica. La gran negatividad frente a la cual pueda erigirse el mito de la aspiraci¨®n a un mundo m¨¢s ¨¦tico es s¨®lo Auschwitz. Lo que resulta caracter¨ªstico pol¨ªticamente, caracter¨ªstico en lo que respecta a la conciencia pol¨ªtica general, es que Yugoslavia ¡ªsu derrumbe inesperado y total bajo el signo del odio, el hundimiento de ese territorio floreciente, el trabajo destructivo completo de la locura¡ª haya pasado a un segundo plano, haya quedado casi relegada al olvido en medio de la fren¨¦tica marcha de los acontecimientos.
En el universo concentracionario, todos los conceptos ¨¦ticos de nuestra cultura occidental se extinguieron por completo, se apagaron
En esta ¨¦poca que vegeta por falta de cultura, el buen arte todav¨ªa es posible; la posibilidad del gran arte, en cambio, resulta sumamente dudosa
En mi carta dirigida a X. Y. expongo lo siguiente: ¡°Necesitamos el conocimiento hist¨®rico, pero necesitamos tambi¨¦n el mito, del que, sin embargo, no disponemos. He partido del simple hecho de que en el mundo de la soluci¨®n final, en el universo concentracionario, todos los conceptos e ideas ¨¦ticos de nuestra cultura occidental (sic, de nuestra cultura occidental) se extinguieron por completo, se apagaron. ?D¨®nde ocurri¨® Auschwitz? ?En el ¨¢mbito de la cultura cristiana? ?O en otra parte? ?Y qu¨¦ ¨¢mbito cultural encarar¨¢ Auschwitz, si es que llega a hacerlo?¡ De este modo he llegado, pues, a los problemas fundamentales de la vitalidad y creatividad del hombre actual. Si en el hombre moderno ha quedado una creatividad ¨¦tica, ¨¦sta tendr¨¢ que nutrirse de hechos completamente nuevos; no puede crearse una ¨¦tica nueva a partir de la ¨¦tica anterior a Auschwitz. Es preciso volver a comenzar de cero. Si Auschwitz act¨²a como un trauma en el mundo ps¨ªquico de las nuevas generaciones, ¨¦stas lo encarar¨¢n como un trauma, y entonces podr¨¢ conducir a una nueva creatividad en todos los ¨¢mbitos, tambi¨¦n en el de la ¨¦tica. No consigo librarme de la idea de que esta aproximaci¨®n sea probablemente ilusoria: sea como fuere, es la m¨ªa, quiz¨¢ porque as¨ª resulta productiva, para m¨ª y para mi estilo. Podemos discutir al respecto, como es l¨®gico, pero el problema va cobrando perfiles vivos poco a poco, y vivimos como problemas candentes de nuestra ¨¦poca aquello que¡¡±.Que en la partida de nacimiento de Fulano figure que es jud¨ªo significa, traducido al lenguaje de la pol¨ªtica, que Fulano es chantajeable en lo afectivo. Si bien esto puede haberme ocurrido en mi vida privada como persona que consta en el Registro Civil, en mi arte ¡ªespero¡ª mi juda¨ªsmo s¨®lo est¨¢ presente como fuente de inspiraci¨®n.En la actualidad: el buen arte todav¨ªa es posible, la posibilidad del gran arte, en cambio, resulta sumamente dudosa. Dudosa sobre todo porque en esta ¨¦poca que vegeta por falta de cultura ning¨²n asunto aparece como un gran asunto; como si la grandeza misma se hubiera vuelto mezquina.
Respecto a la novela que se est¨¢ gestando, me he formulado algunas preguntas. 1. ?Soy artista? De ser as¨ª, he de saber que la palabra, igual que su pr¨¢ctica, el arte, no posee ya ning¨²n significado, ning¨²n papel. Al artista s¨®lo le queda una materia a la que puede dar forma: su vida. 2. ?Quiero ser el profeta bien pagado de Auschwitz? No quiero. 3. ?Quiero hacer perdurable mi nombre, ¡°inmortalizarlo¡±? No, m¨¢s bien todo lo contrario: reducirme a la nada. 4. ?Qu¨¦ huella ha de quedar, pues, del gran experimento de mi vida? Disolverlo y disolverme en la ¨²nica forma posible del amor, a mi juicio: desaparecer por mor de la vida de otro. Es la ¨²nica revoluci¨®n que a mi entender se puede llevar a cabo, mi gran rebeli¨®n c¨®smica. 5. Como jud¨ªo soy libre, me he liberado de la disciplina de todas las culturas; si se quiere, me he liberado de la ¡°humanidad¡±.
Formas de vida arcaicas que se presentan como valores. El temor a lo "extra?o", ese temor capaz de asesinar, de destruir, de aniquilar
Quien es verdadero se ha perdido. Quien se ha perdido es verdadero. Quien se pierde gana. Pi¨¦rdete de manera triunfante y m¨ªsera. No existe otro camino.
Nunca podr¨ªa defender mis textos en una ¡°discusi¨®n¡±, por ejemplo, porque s¨®lo puedo responder de la calidad de mis frases, no de su ¡°contenido¡±. Este ¡°contenido¡± es tan s¨®lo el producto del momento y contiene mucho ¡°de m¨ª¡± (en el sentido de que es caracter¨ªstico de m¨ª), pero no considero ¡°defendible¡± la ilaci¨®n de los pensamientos ni puedo responder de ella. Esos textos son meras propuestas y no tienen m¨¢s objetivo; la ¨²nica ense?anza que puede extraerse de ellos no se referir¨¢ entonces a lo que contienen, sino a su autor: esta forma de pensar lo define en este preciso momento, esto quer¨ªa escribir y as¨ª quer¨ªa escribirlo¡ Pero ?qu¨¦ piensa? Probablemente ni ¨¦l lo sabe; de ah¨ª que esos escritos se consideren siempre sorpresas, sobre todo para ¨¦l, para el autor.000
Lo que he entendido en los ¨²ltimos diez a?os, de forma muy resumida: la lucha fundamental se libra entre el estatismo, por un lado, y la ¡°democracia¡±, el ¡°liberalismo¡± o, si se quiere, la forma de vida individual, por otro. El esp¨ªritu estatista est¨¢ representado por la tembleque intelectualidad de Europa del Este y por la capa de los peque?os capitalistas y funcionarios p¨²blicos que le tienen p¨¢nico a la competencia: el estatista quiere una subsistencia segura, ventajas claras por igual en el mercado intelectual y en el comercial; la tendencia estatista comenz¨® a imponerse desde el Rhin hacia el Este despu¨¦s de la Primera Guerra Mundial, precisamente tras desintegrarse los Estados autoritarios, y la crisis econ¨®mica exacerb¨® hasta la histeria el deseo de seguridad personal y el resentimiento respecto a los mejores y m¨¢s talentosos que disfrutaban de ciertas ventajas naturales. De ah¨ª que el estatismo sea siempre contrario al valor y necesariamente ideol¨®gico; las formas modernas del estatismo son el nazismo y el comunismo. Una observaci¨®n interesante: los Estados, los Gobiernos, son por naturaleza siempre hostiles al esp¨ªritu y a la cultura; pero que los propios depositarios de la cultura, los escritores, los artistas, los periodistas apoyen la hostilidad a la cultura s¨®lo es posible en Estados de mentalidad estatista como, por ejemplo, Hungr¨ªa.
Me conceden importancia en Hungr¨ªa, donde no puedo ejercer ninguna influencia, donde, si de ellos dependiera, no escribir¨ªan mi nombre
En la disputa con olor a bosta y completamente superflua entre los lidiadores llamados ¡°urbanos¡± ¡ªlos unos¡ª y ¡°populares¡± ¡ªlos otros¡ª hay a pesar de todo algo digno de atenci¨®n en la medida en que va m¨¢s all¨¢ de las fronteras del pa¨ªs. (*) Es el antiguo miedo, la antigua lucha entre Oriente y Occidente, el temor a volverse superfluo, el temor a lo ¡°extra?o¡±, ese temor capaz de asesinar, de destruir, de devastar y aniquilar a todo el mundo. Las formas de vida arcaicas que se presentan como ¡°valores¡± aunque, de hecho, s¨®lo sean inamovibles. Y en ¨²ltima instancia la cuesti¨®n de la usurpaci¨®n del poder. La historia acaba siempre de la misma manera: las fuerzas ¡°arcaicas¡±, ¡°populares¡±, crean un sistema estatal tir¨¢nico; el sistema es incapaz de proporcionar los bienes necesarios a la poblaci¨®n; y entonces o se desintegra o desencadena una guerra que luego pierde. Y a continuaci¨®n todo empieza de nuevo.
?Puede extinguirse el sentimiento que ha creado las religiones? ?Ha existido una ¨¦poca irreligiosa alguna vez? ?Fue irreligiosa la antig¨¹edad? Pero es que la antig¨¹edad descubri¨® la metaf¨ªsica, la idea del ¡°eterno retorno¡±, lo cual viene ya de una sensibilidad a la ¡°religi¨®n¡±. Pero el fervor, la redenci¨®n, el gran sentimiento cargado de vida y de muerte es, con todo, un sentimiento moderno, nunca antes habido, que hizo grande a Europa; y ahora que Europa es cada vez m¨¢s peque?a, el sentimiento tambi¨¦n se desintegra. Resulta extra?o que sea un fen¨®meno tan fr¨¢gil. ?C¨®mo ponerlo en palabras, c¨®mo disertar sobre ello? El gran descubrimiento de Marx fue que la ¡°existencia determina la conciencia¡±; pero qu¨¦ vacua es esta frase, pues qu¨¦ existencia determina qu¨¦ conciencia, y d¨®nde est¨¢ ese fil¨®sofo o psic¨®logo o economista capaz de definir la existencia, separarla de la conciencia y a continuaci¨®n demostrar en la conciencia qu¨¦ parte corresponde al arbitrio de la ¡°conciencia¡± y qu¨¦ parte es, por as¨ª decirlo, ¡°existencia pura¡±? En el fondo, nuestra vida consciente se manifiesta en las palabras de una manera que, al fin y al cabo, da la raz¨®n a Wittgenstein. Ahora bien, si Wittgenstein tiene raz¨®n, tendremos que renunciar a toda certeza y volver a los balbuceos de la vida en la fe.
No debo escribir m¨¢s ensayos porque entonces me introduzco en la ¡°humanidad¡±, participo de sus mentiras y doy testimonio de la esperanza, de una esperanza en la que no creo en absoluto si me mantengo del lado de mi arte y, por tanto, de mi radicalidad. En realidad, para ser sincero, me conceden cierta importancia desde un punto de vista art¨ªstico en Hungr¨ªa, donde no puedo ejercer ninguna influencia, donde, si de ellos dependiera exclusivamente, ni siquiera escribir¨ªan mi nombre; en Alemania han imaginado que pueden aprovecharse de m¨ª en cierto sentido ¡ªen el de una manipulaci¨®n honesta, por as¨ª decirlo¡ª; pero ahora all¨ª tambi¨¦n se vuelve la tortilla y se desvela la gran verdad del mundo: la esencia de Auschwitz. As¨ª como hasta la Primera Guerra Mundial se pod¨ªa considerar que se estaba viviendo en la cultura cristiana, hoy habr¨¢ que formularlo diciendo que la cultura occidental se ha convertido en la cultura de Auschwitz. Hoy estamos viviendo la cultura de Auschwitz.
Creo que en Auschwitz concluy¨® la historia (cl¨¢sica) del cristianismo y de los jud¨ªos. Lo que viene despu¨¦s ya no es historia intelectual ni cultural ni religioso-espiritual (en el sentido cristiano-jud¨ªo). Que Auschwitz resalte como un hecho de particular significancia entre los acontecimientos habituales ¡ªy habitualmente repugnantes¡ª en el ¨¢mbito de los exterminios ¨¦tnicos y de los exterminios producidos por los fanatismos religiosos e ideol¨®gicos se debe justamente a su significado esencial: Auschwitz manifiesta el final de una cultura que ha durado dos mil a?os. ?Qu¨¦ importancia tiene, en comparaci¨®n, el antisemitismo? Un pr¨®ximo Auschwitz s¨®lo ser¨ªa ya un t¨®pico aburrido, la fugaz confirmaci¨®n de algo que de todos modos ya sabemos; as¨ª se explica en parte la apat¨ªa callada y obtusa que el mundo ha mostrado respecto a los sucesos de Yugoslavia.Lo que hoy separa a los jud¨ªos de los no jud¨ªos no es una diferencia religiosa y cultural, sino la consecuencia ps¨ªquica del hecho de que los jud¨ªos fueron amenazados con el exterminio y acabaron en parte exterminados. Esto es una cruda realidad y no una diferencia mental o cultural. Y, con todo, vivimos inmersos en las consecuencias ps¨ªquicas de ese hecho.
¡°Vivir en la verdad¡±: significa vivir repudiado, vivir en la pobreza, en la m¨¢s completa soledad intelectual, ¡°fuera de la humanidad¡±. No lo hago. Vivo pr¨®spero y feliz (?gracias a Dios!). Se plantea entonces una pregunta. Y cuando escribo, he de descender al abismo de esta pregunta y escuchar desde all¨ª mi voz.
* Urbanos y populares (urb¨¢nusok y n¨¦piesek): corrientes antag¨®nicas y muy vivas en la vida intelectual h¨²ngara desde comienzos hasta mediados del siglo XX. Los unos eran cosmopolitas y abiertos a las tendencias modernas; los otros volv¨ªan la mirada al pasado y a las tradiciones rurales de Hungr¨ªa. En algunos aspectos, la divisi¨®n se ha mantenido hasta el d¨ªa de hoy. (Nota del traductor).Traducci¨®n de Adan Kovacsics.
Babelia
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