J. J. Cale, la voz m¨¢s relajada del rock
Eric Clapton populariz¨® composiciones suyas como 'Cocaine' y 'After midnight' Poseedor de un estilo hipn¨®tico, vivi¨® de espaldas al negocio de la m¨²sica
?rase un hombre a una leyenda pegado. Se supone que detr¨¢s de los discos de J. J. Cale hab¨ªa un ser hura?o, ajeno al mundillo musical, creador de sus propias guitarras, perfeccionista hasta la obsesi¨®n. Tiene cierta l¨®gica que la noticia de su muerte nos haya llegado envuelta en confusi¨®n, entre voces que insist¨ªan que se trataba de un enga?o.
Desdichadamente, parece confirmarse: John Weldon Cale, de 74 a?os, falleci¨® en un hospital californiano, tras un ataque al coraz¨®n. Hace medio siglo que Cale viaj¨® a Los ?ngeles, siguiendo la pista de Leon Russell, Carl Radle y otros amigos. Todos eran okies (naturales de Oklahoma) y, como los personajes de Steinbeck en Las uvas de la ira, sab¨ªan que California era una tierra prometida dura; con todo, un m¨²sico laborioso pod¨ªa hacerse un hueco.
Cale no jug¨® la carta del artista extravagante, como Russell. Era t¨ªmido y prefer¨ªa funcionar en la penumbra de los estudios de grabaci¨®n, al lado del productor Snuff Garrett. Entrevistado en 2004, se reivindicaba como ¡°un t¨¦cnico de sonido¡±. Amaba el mundo de la grabaci¨®n, la modificaci¨®n de instrumentos, la posibilidad de trabajar en soledad.
Le cost¨® encajar en la industria musical. All¨ª le rebautizaron como Jean-Jacques Cale: aparentemente, ten¨ªa m¨¢s cach¨¦ alegar que era un caj¨²n, descendientes de los colonos franceses en Luisiana. Tambi¨¦n flirte¨® con la moda psicod¨¦lica, al frente de un grupo fantasma denominado The Leathecoated Minds.
Grab¨® singles como J. J. Cale en el sello Liberty y en uno de ellos estaba After midnight. Su evocaci¨®n del Sur profundo, con sugerencias de una sensualidad secreta, llam¨® la atenci¨®n de Eric Clapton, que ansiaba simplificar su m¨²sica. Lo incluir¨ªa como parte de su primer LP en solitario y sonar¨ªa mucho a partir de 1970. Un editor musical de Nashville, Audie Ahworth, oli¨® dinero y propuso a Cale que grabara discos a su ritmo, sin presiones.
Naturally lleg¨® a finales de 1971. Uno de los cortes, Crazy mama, alcanz¨® las listas pero tuvieron m¨¢s fortuna otros artistas con su repertorio, caso de Lynyrd Skynyrd y Call me the breeze. Ese fen¨®meno se repetir¨ªa con posteriores lanzamientos. En Troubador (1976) estaba Cocaine, canci¨®n que terminar¨ªa identific¨¢ndose con Eric Clapton, convertida en himno que coreaban las multitudes con entusiasmo, a pesar de la ambig¨¹edad de la letra.
El mito estaba servido. Un m¨²sico arisco, que actuaba poco y que se colocaba de espaldas al p¨²blico (¡°Lo hac¨ªa para comunicarme mejor con mis m¨²sicos, como el director de una sinf¨®nica¡±). Le imagin¨¢bamos tocando al anochecer, en el porche de una casa r¨²stica; de hecho, a veces grababa as¨ª, aunque tambi¨¦n pod¨ªa realizar un ¨¢lbum como Really (1972), que requiri¨® media docena de estudios, con diferentes equipos de instrumentistas.
Estableci¨® su estilo laid back (aqu¨ª traducido coloquialmente como ¡°echao p'atr¨¢s¡±). Ritmos c¨ªclicos, voz susurrante y hundida en la mezcla, m¨²sica brumosa. Como el moonshine: un destilado de blues y country extra¨ªdo por un alambique perezoso. Pero no era un paleto enemistado con la tecnolog¨ªa: apreciaba las cajas de ritmos, el software musical, ayudas para intentar grabar discos que sonaran diferentes. Sin ¨¦xito, puntualizaba: ¡°siempre hago el mismo disco¡±.
En realidad, no le apetec¨ªa jugar en Primera Divisi¨®n. Aseguraba no ser consciente de su influencia universal (tan evidente en artistas como Joaqu¨ªn Sabina). Le divert¨ªa que Dire Straits triunfaran inicialmente con una mutaci¨®n de sus hallazgos pero ¡°hubiera preferido que Knopfler cantara directamente mis canciones¡±. Los derechos de autor eran la base de sus ingresos: para frustraci¨®n de muchos promotores, incluyendo espa?oles, rara vez sal¨ªa de gira. Y eso que se trataba de un hombre de gustos sencillos; durante largas ¨¦pocas, se alojaba en una casa sobre ruedas, asentada en trailer camps.
Cuando este periodista pudo entrevistarlo, viv¨ªa en el condado de San Diego, cerca de una localidad llamada Escondido, ¡°en medio de lo que llaman civilizaci¨®n¡±. De ah¨ª el t¨ªtulo del disco que registr¨® a medias con Clapton en 2006, The road to Escondido. En contra de su fama, le gustaba colaborar con otros creadores. Hizo bandas sonoras para pel¨ªculas europeas, produjo al bluesman John Hammond y al guitarrista Gordon Payne. Bromeaba e insist¨ªa en que no se sent¨ªa alguien especial: ¡°hago lo mismo que Britney Spears. S¨®lo que no me atrevo a desnudarme¡±.
Babelia
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