Y Brad Pitt salv¨® a la Humanidad
El actor protagoniza y produce la nueva hecatombe zombi: ¡®Guerra mundial Z¡¯
Lo que a primera vista parece un espectacular atasco de hora punta en las calles de Filadelfia acaba revel¨¢ndose como una pesadilla zombi, el ataque de una horda de criaturas insaciables y tremendamente ¨¢giles. En medio de ese apocalipsis emerge la estrella de Brad Pitt como h¨¦roe que debe salvar nada menos que a la humanidad ¡ªy de paso la funci¨®n¡ª de la mano de Guerra mundial Z (World War Z), la ¨²ltima producci¨®n que sucumbe al nuevo auge de la zombiman¨ªa y que hoy se estrena en Espa?a. Su protagonista, y a la vez productor, ha querido adaptar los zombis a un p¨²blico familiar a costa de diluir las claves del g¨¦nero pero con el premio de una gran taquilla estadounidense.
¡°El principal objetivo de la pel¨ªcula es el entretenimiento puro, pero tambi¨¦n quer¨ªamos incluir una reflexi¨®n sobre los actuales tiempos de ansiedad y de cambio, sobre esta era superpoblada y sin suficientes recursos que hace al planeta insostenible¡±, subraya el director de la pel¨ªcula, el alem¨¢n Marc Forster (Illertissen, 1969), durante una entrevista en Londres, para justificar su adscripci¨®n a un subg¨¦nero del terror que, desde su afianzamiento por el cineasta George A. Romero hace cuatro d¨¦cadas, recobra su vitalidad en contextos de crisis.
La expresi¨®n de esos miedos toma en Guerra mundial Z la forma de una pandemia que transmuta a los humanos en muertos vivientes a una velocidad pasmosa. Atrapado con su familia cuando el estallido zombi golpea Filadelfia, el ex investigador de la ONU Gerry Lane (Pitt) debe asumir la misi¨®n de buscar al ¡°paciente cero¡± ¡ªel origen de la infecci¨®n que amenaza a la raza humana¡ª en un periplo que conduce la trama hacia Nueva Escocia, Nueva York, Corea del Sur, Israel y finalmente un laboratorio de Gales.
La historia del filme est¨¢ basada en la novela hom¨®nima de Max Brooks (hijo del cineasta y humorista Mel Brooks y de la actriz Anne Bancroft), aunque elude su marcado tinte de cr¨ªtica pol¨ªtica y social en pro de la acci¨®n convencional y el espect¨¢culo. Brooks desgrana en su libro c¨®mo un experto de Naciones Unidas busca en el relato de los supervivientes de una epidemia mundial sus claves pol¨ªticas, econ¨®micas, sociales o militares. Brad Pitt compr¨® los derechos atra¨ªdo por esa par¨¢bola densa y controvertida de los tiempos oscuros en que vivimos, pero acab¨® pesando m¨¢s su papel de productor y de estrella para reorientarla hacia p¨²blicos de ¡°sensibilidades diversas¡±.
¡°Quer¨ªamos respetar el g¨¦nero, y tambi¨¦n aportar una nueva perspectiva¡±, sostiene Forster, en una justificaci¨®n de ese cambio que no fue el ¨²nico en una superproducci¨®n cargada de sobresaltos y tensiones. Guerra Mundial Z ha llegado a las pantallas con medio a?o de retraso por el lastre que supuso las sucesivas modificaciones del guion sobre la marcha, la repetici¨®n del rodaje de algunas secuencias, incluido un cambio del final de la pel¨ªcula, y, seg¨²n las malas lenguas del mundillo, las ¡°diferencias creativas¡± entre Pitt y el director, que en alg¨²n momento habr¨ªan dejado de hablarse (Forster lo desmiente: ¡°Los dos estuvimos siempre en la misma p¨¢gina¡±, es decir, en sinton¨ªa). El presupuesto, que acab¨® dispar¨¢ndose hasta los 150 millones de euros, le ha convertido en el filme sobre zombis m¨¢s caro de la historia.
Encargado en solitario de la promoci¨®n europea, mientras Pitt protagonizaba apariciones espor¨¢dicas en diferentes puntos del globo (como su comparecencia sin preaviso en los cines Capitol de Madrid, a finales de junio), Marc Forster asegura suscribir ¡°de principio a fin¡± una pel¨ªcula en la que su actor principal ha sido el indiscutible alma mater. El realizador de Monster¡¯s ball o Quantum of Solace incluso se muestra abierto a participar en una secuela de Guerra mundial Z sobre la que se viene especulando a ra¨ªz de su buena acogida estadounidense. Ya lo hab¨ªa anunciado Brad Pitt: ¡°Quiero hacer una pel¨ªcula que mis hijos puedan ver antes de hacerse mayores¡±. Los adeptos ac¨¦rrimos del g¨¦nero probablemente no le perdonar¨¢n esa concesi¨®n.
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