Todos los hombres del decano

En su demoledor Diccionario del diablo, Ambrose Bierce defini¨® la pol¨ªtica como ¡°un conflicto de intereses que se enmascara como discusi¨®n de principios¡±. Concepto evidentemente malsano, ir¨®nico y mordaz que, a pesar de haberse escrito en el paso entre los siglos XIX y XX, sigue plenamente vigente, y que bien podr¨ªa avalar el sorprendente Santiago Mitre, joven director argentino (reserva del 80), que, en su segunda pel¨ªcula como director, ofrece una magistral disecci¨®n de la pol¨ªtica, de la responsabilidad que una persona est¨¢ dispuesta a aceptar cuando tiene un puesto de mando, del macropoder a trav¨¦s de una historia de micropoder. El estudianteno es lo que parece (o s¨ª): esas elecciones a consejo universitario podr¨ªan ser cualquiera de los comicios a la presidencia del Gobierno de cualquier pa¨ªs (supuestamente) democr¨¢tico; esas actitudes, relaciones, palmaditas en la espalda y zancadillas varias, las de cualquier d¨ªa en cualquier ente de poder; sus idealistas, sus pr¨¢cticos, sus rebeldes y sus lameculos personajes, los de cualquier Ayuntamiento, Diputaci¨®n, Junta, Gobierno o, incluso, empresa, que ah¨ª tambi¨¦n hay c¨ªrculos de altura.

El estudiante, mejor pel¨ªcula en el Festival de Gij¨®n, habla de alta pol¨ªtica hablando de pol¨ªtica universitaria; y lo de ¡°hablar¡± no es balad¨ª. Atenci¨®n, espectador, porque se habla, y mucho. Tanto que es normal que por aqu¨ª ciertos aspectos de alguno de sus di¨¢logos no acaben de entenderse, sobre todo los relacionados con el pasado y el presente de la pol¨ªtica argentina, sus partidos, sus mitos y sus principios. No pasa nada, es un problema menor; ni siquiera es un problema ante el torrente de clarividencia que despliega Mitre, coguionista de Pablo Trapero en Leonera, Carancho y Elefante blanco, y amplio conocedor, no ya de las instancias de autoridad, sino sobre todo del g¨¦nero humano. Los ideales pol¨ªticos parecen no existir; solo el comportamiento pol¨ªtico, la actitud para llegar al poder, ya sea al segundo escal¨®n, a la mitad de la escalera o a su cima, y, m¨¢s all¨¢, la actitud una vez conquistado. Porque, ya en la c¨²spide, somos todos iguales. O quiz¨¢ no.

El espionaje entre enemigos pol¨ªticos, los papeles comprometedores (?ay, B¨¢rcenas!) que van de un lado a otro, que son objeto de amenaza, de publicaci¨®n (aunque sea en el bolet¨ªn universitario), tienen una extraordinaria importancia en la pel¨ªcula, contada, algo muy raro en el cine de hoy, a trav¨¦s de un narrador omnisciente, y valent¨ªsima hasta su ¨²ltimo segundo, en el que huye del cierre a negro y del final abierto tan de moda, para tomar partido, para desplegar su propia ¨¦tica. La de Mitre, la de una pel¨ªcula magn¨ªfica.