La enorme Yerbabuena y su memorable sole¨¢
La bailaora pone en pie al p¨²blico en el Festival de Las Minas
El baile flamenco actual se ha convertido con demasiada frecuencia en ruido; a veces, en un ruido r¨ªtmico y virtuoso, otras espantoso y repetitivo. Casi siempre en ruido medi¨¢tico. Pero, afortunadamente, no siempre es as¨ª. Hoy tambi¨¦n se hace un excelente baile, y lo demostr¨® en la primera gala de la 53? edici¨®n del Festival Internacional del Cante de Las Minas de La Uni¨®n Eva La Yerbabuena, que vive un momento de madurez y roza lo sublime, aunque hay que decir que la mayor altura de su personal¨ªsimo baile lo alcanz¨®, una vez m¨¢s, al final del espect¨¢culo con su memorable sole¨¢.
Probablemente, no existe hoy en el cante jondo ¡ªsi acaso la de Farruquito¡ª una sole¨¢ como la que construye de la cabeza a los pies Eva Garrido, conocida por el arte como Yerbabuena. Decir esto no es ret¨®rico, porque, efectivamente, el baile de Eva est¨¢ hecho con todo el cuerpo y, como ella misma, dir¨ªa tambi¨¦n con el alma. Hoy se da la sobreabundancia de pies, ya lo hemos dicho, el ruido con los zapatos y las botas chapeados, con el micro pegado al calzado para ensordecer m¨¢s y buscar a continuaci¨®n comprensibles desplantes a un p¨²blico entregado de antemano.
Pero el baile de Eva La Yerbabuena es m¨¢s silencioso, es un silencio que habla, que baila. Ella misma lo reconoc¨ªa hace a?os en unas declaraciones para un libro del estudioso Jos¨¦ Luis Navarro: ¡°A m¨ª me gusta usar el silencio, porque a veces un silencio dice mucho y obliga a observar o a escuchar¡±. El baile de la artista granadina sigue siendo ¨ªntimo, ensimismado, recogido, realizado en un angosto espacio, y no necesita de esos grandes paseos t¨ªpicos de la danza flamenca a lo largo de todo el escenario. Y, sin embargo, es riqu¨ªsimo y variado en movimientos y mudanzas que destilan el poso de la tradici¨®n combinado con la creatividad contempor¨¢nea.
En absoluto abusa de recursos f¨¢ciles, ahora tan recurrentemente utilizados, como los desplantes o las piruetas, pero a cambio la riqueza expresiva de todo su cuerpo es de una sobreabundancia hoy inigualable. Si acaso, habr¨ªa que recordarle a Eva que el baile, la danza flamenca, como ella misma, no solo est¨¢ hecha de tensi¨®n dram¨¢tica sino tambi¨¦n de alegr¨ªa y luminosidad. El sol sale tambi¨¦n de vez en cuando. Hay en ella algo de expresivo tremendismo desde la manera de vestir hasta la iluminaci¨®n o su concepci¨®n trascendente del baile.
Pero todo eso queda olvidado cuando aparece su sole¨¢ luminosa en la oscuridad emocional que transmite. Con un dominio del tempo y el movimiento absolutos, con una delicadeza que pasma y con una contenci¨®n que demuestra su sabidur¨ªa. Es una madurez vital que se concreta cuando cierra la sole¨¢, no como tradicionalmente se hace con las buler¨ªas de C¨¢diz, sino con un cupl¨¦ por buler¨ªas: ¡°Se nos acab¨® el amor de tanto usarlo¡±, le cantaban, y ella respond¨ªa sabiendo por qu¨¦ se baila.
El baile flamenco es tambi¨¦n sensualidad, casi erotismo, y todo eso estaba en ese cupl¨¦ final. Fue un momento majestuoso y memorable que el p¨²blico agradeci¨®, puesto en pie, con una larga y sentida ovaci¨®n.
En la jornada precedente del festival se present¨® el espect¨¢culo Flamenco Roots, con un grupo integrado por cinco artistas flamencos y cinco indios rajastan¨ªes, un mestizaje que afianza la vocaci¨®n internacional del certamen.
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