Ll¨¢malo comunicaci¨®n
La sociedad de la informaci¨®n est¨¢ cargada de eufemismos
Antes se hablaba de propaganda, ahora se habla de comunicaci¨®n. Parad¨®jicamente la sociedad de la informaci¨®n est¨¢ cargada de eufemismos. En el pasado la propaganda formaba parte del discurso pol¨ªtico. Partidos de derechas y de izquierdas, fascistas, conservadores, cat¨®licos, socialistas, comunistas, ten¨ªan sus comisariados de propaganda. La propagaci¨®n de la doctrina formaba parte de la acci¨®n pol¨ªtica en unos momentos de confrontaci¨®n radical entre proyectos portadores de verdades en may¨²scula. La guerra fr¨ªa fue la apoteosis de la propaganda entre las dos partes enfrentadas del mundo, articuladas en torno a las dos potencias, Estados Unidos y la URSS. La lucha ideol¨®gica era abierta, los eufemismos sobraban. El bien contra el mal, seg¨²n la perspectiva de cada uno.
Poco a poco, la propaganda ha ido dejando paso a la comunicaci¨®n, que es una variante de la publicidad. Es una de tantas consecuencias del triunfo del sistema capitalista. La propaganda era pol¨ªtica y religiosa. La publicidad es comercial. Cuando el poder pol¨ªtico y el poder religioso pierden capacidad de determinar el comportamiento de los ciudadanos en beneficio del poder econ¨®mico, que alcanza su momento culminante al hacer del consumo como forma de vida, cuando el hombre se convierte en homo economicus por encima de todo, las t¨¦cnicas comerciales sustituyen a las t¨¦cnicas de la propaganda. Y al cruzarlas con los dispositivos de la sociedad de informaci¨®n, a un lado y otro, los departamentos de publicidad se convierten en departamentos de comunicaci¨®n. As¨ª en los gobiernos y los partidos como en las corporaciones empresariales. Hoy d¨ªa, nadie que se precie puede vivir sin tener un jefe de comunicaci¨®n: los pol¨ªticos, los empresarios, pero tambi¨¦n los artistas, los deportistas y otros profesionales distinguidos. Es decir, cada cual tiene su propagandista de bolsillo.
Ahora, lo que se busca es que te compren. Que adquieran tu producto y no el del vecino. Y esto vale para una marca o para un partido pol¨ªtico
De la propaganda a la comunicaci¨®n, ?qu¨¦ ha cambiado? La sociedad. Para convencer al ciudadano nif (consumidor, competidor y contribuyente) poco dado al ruido ideol¨®gico, se requieren unas formas de seducci¨®n un poco m¨¢s sibilinas. La propaganda buscaba el adoctrinamiento y el encuadramiento directo: poner a las gentes al servicio de una causa, apelar a las adhesiones incondicionales, movilizar a la guerra contra el enemigo. Ahora, lo que se busca es que te compren. Que adquieran tu producto y no el del vecino. Tratando sutilmente de convertir la compra en h¨¢bito. Y esto vale para una marca o para un partido pol¨ªtico. La ideolog¨ªa se ha hecho marca como el producto. Lo que permite imponer una manera determinada de entender y organizar el mundo sin que el ciudadano tenga plena conciencia de lo que significa y las consecuencias que puede tener sobre sus vidas. Cuando a la comunicaci¨®n se le va la mano y la distancia entre lo que promete y lo que hace se hace exageradamente visible, se habla de demagogia y de populismo.
Naturalmente, pronto se descubri¨® que la mejor comunicaci¨®n ¡ªla mejor propaganda¡ª es aquella que consigue que el ciudadano tome el mismo la iniciativa de adoptar los comportamientos que uno quiere imponerle. Es decir, crear un medio de mensajes que configuren el modo de hacer de los ciudadanos. Y en este sentido el gran triunfo de la comunicaci¨®n, como se ha visto en esta crisis, es el miedo. Todo el aparato comunicacional ¡ªes decir, propagand¨ªstico¡ª se ha orientado a generar p¨¢nico a la gente para limitar su capacidad de irritaci¨®n, indignaci¨®n y respuesta. Y ha sido hasta tal punto as¨ª que ahora el problema es que la gente pierda el miedo y vuelva a consumir. Maravillosa paradoja de los aprendices de brujo comunicativos. Al mismo tiempo, desde Internet, se despliegan nuevas formas de comunicaci¨®n, como mecanismo de contrapropaganda para romper el discurso hegem¨®nico instalado en la sociedad. Y la Red se vislumbra como escenario futuro de una nueva era de la propaganda que solo se empieza a atisbar. Venimos de un tiempo de eufemismos y de silencios, entramos en un tiempo de ruido y de escuchas.
Conclusi¨®n: Dios me libre de la comunicaci¨®n que de la propaganda ya me libro yo.
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