Los ladrones del Kunsthal quieren devolver los cuadros a cambio de ser juzgados en los Pa¨ªses Bajos

Como el ave F¨¦nix, han regresado de sus cenizas. O, m¨¢s bien, parece que nunca llegaron a ser quemados. Y eso que la madre de uno de los ladrones de siete obras maestras del museo Kunsthal de Rotterdam afirm¨® en febrero que las hab¨ªa destruido. Unos meses m¨¢s tarde, se retract¨®. Y ahora resulta que los acusados, todos de nacionalidad rumana, quieren usar los picasso, monet y matisse que sustrajeron del centro holand¨¦s como moneda de cambio: sus abogados aseguran que los devolver¨¢n a condici¨®n de que su juicio se traslade de Ruman¨ªa a los Pa¨ªses Bajos, seg¨²n informa la emisora brit¨¢nica BBC.

¡°Es m¨¢s probable que las pinturas permanezcan intactas. Mi cliente dice que pueden devolv¨¦rselas a las autoridades holandesas. Pero, a cambio, quiere ser juzgado en Holanda¡±, ha declarado a la BBC Maria Varsii, una de las abogadas defensoras. Y otro de los letrados de los ladrones ha afirmado que estos est¨¢n dispuestos a entregar ¡°cinco¡± de los cuadros, lo que lleva a preguntarse qu¨¦ habr¨¢ pasado con los dos restantes.

Los abogados han hecho estas declaraciones el mismo d¨ªa en que ha arrancado en Ruman¨ªa el juicio contra los seis acusados del robo, de los cuales uno sigue en busca y captura. Aunque la sesi¨®n ha durado simplemente el tiempo necesario para aplazarla al 10 de septiembre, debido a que algunos de los imputados han pedido ser puestos en libertad bajo fianza, informa la agencia Europa Press.

Los cuadros fueron sustra¨ªdos del Kunsthal el 16 de octubre de 2012, en el mayor robo de arte en los Pa¨ªses Bajos desde que en 1991 desaparecieran 20 obras del Museo Van Gogh de Amsterdam. Las pinturas est¨¢n valoradas en unos 18 millones de euros e incluyen Cabeza de Arlequ¨ªn, de Pablo Picasso, El puente de Waterloo, de Claude Monet, La lectora en blanco y amarillo, de Henri Matisse y Mujer con los ojos cerrados, de Lucian Freud, entre otras.

Tras meses de silencio, las obras reaparecieron en Bucarest, cuando una experta del museo nacional de Arte de Ruman¨ªa examin¨® algunos cuadros que un amigo le hab¨ªa contado que quer¨ªa vender. Al darse cuenta de que se trataba del bot¨ªn del Kunsthal, la mujer avis¨® a las autoridades, lo que llev¨® hasta la detenci¨®n de los sospechosos, entre ellos Radu Dogaru. Entonces, supuestamente para proteger a su hijo, Olga Dogaru desvel¨® que hab¨ªa quemado los cuadros en su casa del peque?o pueblo rumano de Carcaliu. Ella misma se encarg¨® de desmentir esta versi¨®n que, ahora, ha quedado reducida a cenizas.