Vidas y muertes ciclistas
Las bicicletas son para el verano, pero no tienen defensa contra la barbarie
La bicicleta es una m¨¢quina tan literaria que cuando estaba casi reci¨¦n inventada ya empez¨® a circular por las novelas. Leyendo este verano Misericordia he descubierto algo que no recordaba de esa novela asombrosa, que se public¨® en 1897: uno de los personajes alquila una bicicleta para ir de Madrid a El Pardo. En el Madrid de arrabales macabros y personajes desgarrados que Valle-Incl¨¢n aprendi¨® a mirar y a escuchar gracias a Gald¨®s ¡ªd¨¢ndole el pago ingrato que a¨²n se le sigue celebrando¡ª esa bicicleta insospechada es un sobresalto ¨¢gil de vida moderna en medio del atraso, el oscurantismo, la injusticia cruda y el pobreter¨ªo. Uno quisiera saber alg¨²n detalle m¨¢s sobre ella, y se la imagina elevada y veloz, democr¨¢tica, futurista, circulando entre carretones lentos, entre jinetes arrogantes y coches de caballos de la aristocracia. Marcel Proust sent¨ªa debilidad por todas las formas de transporte moderno, en particular los autom¨®viles y los aeroplanos, pero cuando quiso contar la visi¨®n primera de las ¡°muchachas en flor¡± que deslumbran a un adolescente en la claridad de un paseo mar¨ªtimo las describi¨® montadas en bicicletas, avanzando en bandadas con tules blancos y esos vestidos deportivos libres de perifollos barrocos y agobios de cors¨¦s que el h¨¢bito del ciclismo permiti¨® a las mujeres en el cambio de siglo. H. G. Wells observ¨® que cada vez que ve¨ªa a un adulto subido en una bicicleta crec¨ªa su confianza en la posibilidad de un mundo mejor. Casi no hay adulto m¨¢s dif¨ªcil de imaginar en bicicleta que Henry James, tan estirado siempre en sus retratos, pero hay constancia de que intent¨® aprender a montarla, aunque con consecuencias desastrosas. Se lanz¨® por un camino rural y perdi¨® el control de su bicicleta, atropellando, aunque no gravemente, a una ni?a que jugaba a la puerta de una granja. Que esa ni?a llegara a ser de mayor Agatha Christie es uno de esos grandes azares que a los aficionados a la literatura y al ciclismo nos maravillar¨¢n siempre.
La bicicleta es una m¨¢quina silenciosa y perfecta, tan pr¨¢ctica que uno se asombra de que tambi¨¦n sea tan po¨¦tica
Al Ram¨®n Casas le gustaba sugerir un erotismo moderno de mujeres ciclistas, mujeres en autom¨®viles, mujeres fumadoras de cigarrillos. En uno de los mejores cuentos escritos en espa?ol, y tambi¨¦n uno de los m¨¢s tristes, La cara de la desgracia, Juan Carlos Onetti recobra de Proust el motivo del veraneo y de la muchacha ciclista. Pero quien la mira pasar desde un balc¨®n es un hombre desolado que gracias a ella revive, deshaci¨¦ndose de deseo y ternura. Una figura en bicicleta es pasajera, pero no tan r¨¢pida que sea tambi¨¦n fugaz. La vertical necesaria favorece el perfil. El ritmo del pedaleo resalta la belleza de las piernas.
Pero la cumbre del arte inspirado o alentado en torno a las bicicletas es quiz¨¢s un corto de Fran?ois Truffaut de 1957, Les mistons, un poema visual de 17 minutos que consiste sobre todo en largos planos sinuosos de una mujer muy joven, la actriz Bernadette Lafont, pedaleando descalza en una bicicleta, las piernas desnudas, el pelo y la tela del vestido liviano agitados por la brisa de la velocidad.
La bicicleta es una m¨¢quina silenciosa y perfecta, como un velero, tan pr¨¢ctica que uno se asombra de que tambi¨¦n sea tan po¨¦tica. Las bicicletas son para el verano, le dice un padre a su hijo adolescente en esa comedia triste en la que Fernando Fern¨¢n-G¨®mez puso lo mejor de su talento y lo m¨¢s verdadero de su memoria y de su imaginaci¨®n, el infortunio de crecer en una ciudad en guerra y la a?oranza de un padre que era m¨¢s entero y m¨¢s noble porque en el caso de Fernando era un padre inventado. El verano puede ser un modesto para¨ªso para los aficionados a las bicicletas, sobre todo para los ciclistas de ciudad que lidian con el tr¨¢fico de los d¨ªas laborables, m¨¢s todav¨ªa en las ciudades espa?olas, que con dos o tres excepciones son tan hostiles no s¨®lo para el que se atreve a ir en bici, sino para cualquiera que aspira a ejercer el derecho soberano y saludable a caminar de un sitio a otro.
Cuesta adaptarse a la agresividad crispada de tantos conductores en Espa?a. Hay que estar m¨¢s alerta, a la defensiva
Y tambi¨¦n, desde luego, para los d¨¦biles, los lentos, los distra¨ªdos, los abuelos. Cuando se vuelve de pa¨ªses con tr¨¢fico m¨¢s civilizado cuesta adaptarse a la agresividad crispada de tantos conductores en Espa?a. Nueva York no es precisamente ?msterdam ni Copenhague en las facilidades que ofrece para moverse con seguridad en bicicleta, pero cuando yo vengo de Nueva York a Madrid y salgo con la m¨ªa noto que se me impone un cambio instintivo de actitud. Hay que estar mucho m¨¢s alerta, m¨¢s a la defensiva, vigilando siempre acelerones bruscos; hay que acostumbrarse a que la visible fragilidad de uno raramente le har¨¢ recibir alguna deferencia; incluso hay conductores que se vuelven m¨¢s agresivos precisamente porque uno es fr¨¢gil: como si se despertara en ellos esa impaciencia bronca del que da un aceler¨®n en un paso de peatones, o deja cruzar a quien va despacio conteniendo el impulso del motor como si apretara los dientes, como si caminar lentamente fuera una ofensa que mereciera desprecio y en ocasiones castigo.
A las siete de la ma?ana, a la hora de la fresca, en ese silencio de las calles anchas y vac¨ªas en el que uno puede ir en bici como si planeara en un ultraligero, tambi¨¦n puede ocurrir el espanto. Las bicicletas son para el verano, para el ejercicio saludable y la movilidad sin emisiones t¨®xicas, pero no tienen defensa contra la barbarie. Las bicicletas son para pasear holgazanamente, pero tambi¨¦n para ir a diario al trabajo. ?scar Fern¨¢ndez P¨¦rez, un camarero de 37 a?os, iba al suyo en Madrid el mi¨¦rcoles 6 de agosto cuando fue arrollado por un conductor que se dio a la fuga y lo dej¨® agonizando en la calle. ?scar Fern¨¢ndez P¨¦rez est¨¢ muerto y el malnacido que lo mat¨® no tiene gran motivo de preocupaci¨®n. En 2012 lo detuvieron por conducir borracho de forma ¡°negligente y temeraria¡± y le retiraron el carnet. Pero en febrero de este a?o lo hab¨ªan vuelto a detener conduciendo y el ¨²nico castigo fue una ampliaci¨®n en la retirada in¨²til del carnet. Con un historial as¨ª, y habiendo huido despu¨¦s de atropellar mortalmente a un ciclista, cabr¨ªa esperar que la justicia lo tratara con algo de rigor. Pero en nuestro pa¨ªs las leyes y el sistema judicial protegen casi siempre a los poderosos contra los d¨¦biles, a los corruptos contra los honrados, a los b¨¢rbaros contra las personas apacibles, a los conductores contra los ciclistas y los caminantes. El golpe que mat¨® a ?scar Fern¨¢ndez P¨¦rez fue tan fuerte que su bicicleta despedazada qued¨® a 15 metros de su cuerpo, pero el juez ha considerado que el conductor sin carnet que lo atropell¨® y no tuvo ni la compasi¨®n de parar y ayudarle merece quedar en libertad con cargos, despu¨¦s de declarar. El ¨²nico delito que su se?or¨ªa ha apreciado es homicidio por imprudencia. La pena por acabar as¨ª con una vida va de uno a cuatro a?os. Jos¨¦ Javier Fern¨¢ndez P¨¦rez, hermano de ?scar, lo ha resumido mejor que nadie, con unas pocas palabras verdaderas: ¡°La justicia es una mierda. Matar sale muy barato en este pa¨ªs¡±.
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