El mantel de los Barcel¨®
La madre del artista mallorqu¨ªn expone un bordado con los dibujos de su hijo
En silencio, a la luz de un patio interior colmado de macetas, una mujer mayor teje ensimismada. Lejos de todo y de todos, borda un lienzo tan extenso que pr¨¢cticamente ocupa toda la estancia y contin¨²a creciendo d¨ªa a d¨ªa, semana a semana, mes a mes. La escena, pura cotidianeidad en muchas casas mallorquinas, no llamar¨ªa la atenci¨®n salvo por el detalle de que la bordadora es la madre de Miquel Barcel¨®, y los dibujos que hila sobre el tapiz, obra de su hijo. La dimensi¨®n internacional del artista mallorqu¨ªn (Felanitx, 1957) definitivamente ha convertido en relevantes todos y cada uno de sus pasos. El ¨²ltimo lo da en compa?¨ªa de su familia: Francisca Artigues, su madre, y Joaquim Barcel¨®, su hijo, unidos por el hilo creador del pintor.
Desde finales de 2010, Francisca ha dedicado cientos de horas a confeccionar esta tela que mide 250 por 444 cent¨ªmetros, una pieza de lino y algod¨®n concebida para uso diario. El mantel de casa de los Barcel¨®. El arte de hilar est¨¢ inscrito en la propia identidad de la familia: en su pueblo se les conoce como los de can Randa, que es la palabra mallorquina para referirse a ganchillo. Francisca, pintora aficionada en su juventud, conoce los entresijos y dificultades del bordado, conservado en la isla por mujeres de su edad, pero paulatinamente arrinconado en las sucesivas generaciones. En un mundo donde prima la velocidad y escasea la paciencia, esta t¨¦cnica exige perseverancia y concentraci¨®n.
Un universo submarino se despleg¨® en el origen del tapiz, que naci¨® por insistencia de la madre: ¡°Miquel se anim¨® y primero me entreg¨® una serie de dibujos en papel. Luego, pint¨® directamente sobre la tela peces de arena, esponjas y corales¡±, recuerda. El incipiente Mediterr¨¢neo fue repasado despu¨¦s con hilo, cosido y creado puntada a puntada. Seres abisales, tiburones y peces espada, pulpos que expulsan tinta, tortugas, langostas, gambas, estrellas de mar y majestuosas rayas que nadan o se mecen sobre un fondo de algas y coral rojo.
Con el paso del tiempo y las visitas de Barcel¨® a su madre, la tela ampli¨® sus horizontes. ¡°Cuando viene a casa, siempre agrega algo¡±, explicaba Francisca a los pocos meses de comenzar la manteler¨ªa. ¡°Me comenta y me sugiere mientras avanzo. Le gustan im¨¢genes algo cargadas, de hilo y color¡±. As¨ª, tambi¨¦n fueron poblando el mantel criaturas de la tierra. Entre flores, arbustos y palmeras habitan hoy antiguos reptiles e insectos. Y m¨¢s: aves, murci¨¦lagos, monos, ciervos, caballos y elefantes. Tambi¨¦n grandes felinos. Todos ellos amenazados por la cercan¨ªa de enseres tradicionales de caza, pesca y alimentaci¨®n. Anzuelos, saetas, hachas, cuchillos y tenedores, tecnolog¨ªa primitiva al servicio del hombre en su permanente esfuerzo por someter a la naturaleza. El ser humano aparece solo de forma fragmentaria, criaturas con rasgos humanoides y grandes extremidades que parecen evocar las manos creadoras de la tejedora de este lienzo abigarrado.
Registr¨® el proceso el fot¨®grafo y documentalista Agust¨ª Torres, que ya plasm¨® en v¨ªdeo las intervenciones de Barcel¨® en la c¨²pula de la sede de la ONU en Ginebra y en la Catedral de Palma. Obras colosales, de ambici¨®n y calado internacional, en contraste con este proyecto de ¨¢mbito familiar y dom¨¦stico. La colaboraci¨®n generacional se completa con la m¨²sica que acompa?a a las im¨¢genes, un pasaje de tono vanguardista y efecto clim¨¢tico compuesto por Joaquim Barcel¨® Franken, hijo del artista.
El mantel superpoblado de vida de los Barcel¨® colgar¨¢ en las paredes de Can Veta, en Felanitx, hasta el 1 de septiembre, en el marco de la Nit de l¡¯Art de la localidad mallorquina.
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