Y Lacroix dio con Schiaparelli
El dise?ador franc¨¦s vuelve a la alta costura, que abandon¨® en 2009, para crear una colecci¨®n c¨¢psula para la renacida firma italiana, inactiva desde 1954
Cuatro a?os despu¨¦s de acoger el ¨²ltimo desfile de alta costura de Christian Lacroix, el museo de las artes decorativas de Par¨ªs se volvi¨® a abrir para el dise?ador. All¨ª se mostr¨®, el pasado julio, su colecci¨®n c¨¢psula para Schiaparelli. Una colaboraci¨®n que no solo marca el retorno de Lacroix a la alta costura sino tambi¨¦n la vuelta a la actividad de una firma que llevaba cerrada desde 1954, cuando Elsa Schiaparelli (1890-1973) se retir¨®. Horas antes de que los invitados descubrieran un carrusel con 18 trajes que nunca se producir¨¢n, un emocionado Lacroix (Arles, 1951) pon¨ªa matices a su regreso. "Esto es una exposici¨®n m¨¢s que desfile", reflexionaba. "De ni?o quer¨ªa dise?ar para teatro o cine. La moda fue, por as¨ª decirlo, un rodeo".
Un largo rodeo, ya que el dise?ador franc¨¦s empez¨® en Jean Patou en 1981 y fund¨® su casa seis a?os despu¨¦s. Su estilo exuberante se convirti¨® en el s¨ªmbolo de la opulencia en los a?os ochenta y Bernard Arnault invirti¨® 8 millones de d¨®lares para establecer su marca. De hecho, fue la ¨²nica que ha creado este tibur¨®n de la compra. Pero Arnault se cans¨® de esperar a los beneficios. En 2005, vendi¨® la compa?¨ªa a los hermanos Falic, propietarios de tiendas duty free, y cuatro a?os despu¨¦s la empresa se declar¨® en suspensi¨®n de pagos. Durante el verano que sigui¨® a su ¨²ltimo desfile, Lacroix se embarc¨® en la ag¨®nica b¨²squeda de un inversor. Su objetivo era convertirse en un negocio m¨¢s peque?o, en la l¨ªnea de Azzedine Ala?a. "Centrarnos en lo que sab¨ªamos hacer en lugar de hacer de todo, pero ya era demasiado tarde".
Hubo contactos desesperados para evitar la intervenci¨®n por las deudas. Pero el dinero nunca lleg¨® y en noviembre de 2009 la esperanza se esfum¨®. Se decret¨® un plan de saneamiento que pasaba por reducir dr¨¢sticamente la plantilla y dejar de producir pr¨ºt-¨¤-porter femenino y alta costura para concentrarse en algunas licencias. El dise?ador se neg¨® a aceptarlo. Se march¨® y la marca continu¨® sin ¨¦l. Por eso hoy no puede producir con su nombre y se dedica al vestuario de ballet y a colaboraciones como la de Schiaparelli o la que estren¨® en 2011 con Desigual.
?Echa de menos la moda? "Nada. En esta industria 30 a?os es mucho tiempo. Se trata de un planeta diferente. Ahora todo es publicidad y grandes grupos pele¨¢ndose. Realmente yo soy un producto de los a?os ochenta, cuando Par¨ªs herv¨ªa de gente rica y culta. Cuando los Rotschild organizaban un baile, se prohib¨ªa que se sacaran fotos. Eso ser¨ªa imposible hoy. Cualquier noche en Par¨ªs, tienes un fondo con el nombre de un tel¨¦fono m¨®vil... Por supuesto, me he emocionado porque todas las costureras se echaron a llorar cuando terminamos. Pero si he participado en esto se a debe que no era una colecci¨®n al uso. En mi mente era como hacer un vestuario para un musical, con Elsa Schiaparelli como protagonista".
El retorno a la actividad de la casa Schiaparelli se anunci¨® el 7 de mayo del a?o pasado, justo al tiempo que se inauguraba la exposici¨®n sobre la italiana y Miuccia Prada en el Museo Metropolitano de Nueva York. El empresario Diego Della Valle (propietario de Tod's) compr¨® la firma en 2006, pero la mantuvo en letargo hasta entonces. En aquel primer comunicado, se prometi¨® un director creativo para el oto?o pasado y una primera colecci¨®n para marzo de este a?o, pero nunca llegaron. En su lugar, hace cinco meses se revel¨® que Christian Lacroix ser¨ªa el primero de una serie de artistas "invitados" a revisar el legado de Schiaparelli de forma puntual. El dise?ador dice no estar interesado en el cargo de director creativo, que todav¨ªa est¨¢ vacante y para el que se espera un nombramiento en breve. "Mi acuerdo se acaba ma?ana y por eso acept¨¦. Trabajas mucho, te encari?as con la gente, lloras un poquito y luego adi¨®s", explica. ¡°La idea de Diego es rendir homenaje a Schiaparelli con artista cada a?o. Puede ser una pel¨ªcula, una exposici¨®n de fotos... Es una idea brillante, como los mecenas de los viejos tiempos¡±.
C¨®mo no notar el poso de amargura en el anta?o vivaz Lacroix. Su madre falleci¨® en el a?o 2000, fecha en la que empez¨® a temer que Arnault se deshiciera de ¨¦l. Se embarc¨® en un proceso de reafirmaci¨®n a trav¨¦s de actividades paralelas, como vestir a las azafatas de Air France. "Iba a comer dos veces al mes con Arnault y me dec¨ªa: 'Eres un genio, pero te veo como un poeta, no un hombre de negocios. Debes dise?ar algo que hable a todas las mujeres'. Yo quer¨ªa demostrarle que era capaz y por eso me present¨¦ al concurso de Air France. Despu¨¦s la ciudad de Montpellier me pidi¨® decorara los tranv¨ªas... Eso me ayud¨® a sobrevivir a las turbulencias cuando era evidente que no ten¨ªa futuro en la alta costura".
Tambi¨¦n es dif¨ªcil evitar el recuerdo de la belleza de su ¨²ltima colecci¨®n de alta costura, un estertor de creatividad que entreg¨® 24 conjuntos en los que dominaba el negro y azul marino porque no hab¨ªa dinero para ricos materiales. En su humildad, resultaban exquisitos. El abandono de Arnault y la llegada de los Falic marcaron el principio de la decadencia. "Arnault nunca puso un presidente de F¨®rmula 1 y no ten¨ªamos ni siquiera gente de marketing... Y los Falic, despu¨¦s de seis meses, estaban aburridos de la alta costura. Contratamos a una mujer estupenda de Chanel para encargarse de las finanzas y un d¨ªa la encontr¨¦ llorando. '?Qu¨¦ est¨¢ pasando, Natalie?', le pregunt¨¦. Me dijo: 'No lo entiendo. Todo el mundo me pregunta por las facturas y el dinero no llega'. Eso dur¨® dos a?os. Y cada vez era peor. Todav¨ªa me fiaba de ellos, quise demostrar mi implicaci¨®n y trabaj¨¦ gratis durante dos a?os. Me deben dos millones de d¨®lares, que me hacen mucha falta".
Lacroix no ha podido escapar de los fantasmas del pasado tampoco al enfrentarse a la herencia de Schiaparelli. Uno de sus amigos m¨¢s queridos era el bordador Fran?ois Lesage, que atesoraba las muestras que su madre hab¨ªa realizado para la italiana en los a?os treinta. Prodigios de imaginaci¨®n que llevaban el surrealismo de la italiana a un paisaje de cuentas e hilos. Adem¨¢s de rendir ese homenaje, Lacroix ha querido evocar la colecci¨®n de Schiaparelli dedicada al circo en 1938 y centrarse en el negro para evitar el abuso del rosa vibrante, color emblem¨¢tico de la dise?adora. "Mientras trabajaba en la colecci¨®n, descubr¨ª que sin ella, no hubiera sido capaz de hacer alta costura. Para m¨ª, encarna el ideal de la alta costura. Era muy amiga del ilustrador Christian Berard, mi ¨ªdolo, y tal vez por eso me parece que conozco tan bien a Schiaparelli. No quer¨ªa ir al museo, ni entrar en los archivos, solo me he basado en mi memoria y en mis conocimientos". No quedan muchos que, como ¨¦l, puedan presumir de una biblioteca de genuinos recuerdos de alta costura.
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