Fiestas populares, SA
La privatizaci¨®n de la Tomatina de Bu?ol, que se celebra el mi¨¦rcoles con todas las entradas vendidas, podr¨ªa servir de ejemplo a otros municipios acosados por la deuda
Ah, la tradicional Tomatina, esa fiesta popular que da de comer hortalizas a los medios en los estertores del agosto y sirve a los telediarios para cerrar con un toque de color... bermell¨®n. Una pintoresca catarsis colectiva de poder metaf¨®rico. La cita con la Espa?a at¨¢vica que convoca a la clase de medios de relumbr¨®n que solo vienen por Sanfermines. Esa celebraci¨®n en la que un pueblo, Bu?ol, se desinhibe en compa?¨ªa de una legi¨®n de decenas de miles forasteros a 10 euros por cabeza¡
Un momento. ?Diez euros la entrada?
As¨ª es. Y eso, la b¨¢sica. Porque si quiere subirse al cami¨®n desde donde se arrojan los tomates tendr¨¢ que pagar 750.
La Tomatina de este 2013, sexto a?o de la Gran Recesi¨®n, acabar¨ªa en la misma nebulosa roja de los recuerdos de sus participantes de no ser por la decisi¨®n del Ayuntamiento de la localidad valenciana de cobrar entrada. Una medida que podr¨ªa provocar que este agosto sea tambi¨¦n recordado como el del inicio de la privatizaci¨®n de la Espa?a de la fiesta popular, en la que, como le suced¨ªa a la famosa ardilla de los tiempos del cronista romano, es posible brincar de festejo en festejo de mayo a octubre sin pagar m¨¢s peajes que los hep¨¢ticos.
En el caso de Bu?ol, la cosa era inevitable, aseguran los regidores de un tripartito formado por Esquerra Unida, Partido Socialista e Izquierda Alternativa. Las arcas municipales est¨¢n a dos velas. No hay un euro para pagar proveedores y s¨ª muchos gastos. En eso, la localidad, que en ese d¨ªa tan se?alado pasa de sus habituales 10.000 habitantes a los 40.000 del a?o pasado, no se diferencia del resto de las Administraciones p¨²blicas, sobrecargadas de deudas y sin capacidad de generar recursos propios. La privatizaci¨®n, a?aden, es la ¨²nica salida a un problema que es competencia del Ayuntamiento desde que en 1987 los Clavarios de San Luis, organizadores de la fiesta, se rindieron ante las dimensiones del acontecimiento. Con las donaciones de los vecinos, aut¨¦nticos paganos del convite, no cubr¨ªan ni los gastos.
En socorro de la sociedad civil, incapaz ya de sufragar la Tomatina, lleg¨® la Administraci¨®n, que este a?o ha claudicado tambi¨¦n. La econom¨ªa local no est¨¢ para muchas alegr¨ªas. La deuda municipal en 2012 asciende a 4,1 millones, seg¨²n datos del Ministerio de Hacienda. Una escisi¨®n en el equipo de gobierno impidi¨® que se aprobara el plan de pago a proveedores y la gesti¨®n econ¨®mica qued¨® en manos del Gobierno central. En estas circunstancias, quiz¨¢ pueda considerarse en la casilla de gastos superfluos el lanzamiento de m¨¢s de 100 toneladas de tomate por los aires durante una hora de fiesta y a un coste de 140.000 euros. O lo que es lo mismo: a m¨¢s de 2.300 euros el minuto.
Y as¨ª fue como la Tomatina se convirti¨® en una gran met¨¢fora en rojo de la crisis econ¨®mica que aqueja a Espa?a. La imagen es irresistible: el estallido de las hortalizas, como espejo de la suma de todos los estallidos, el de la burbuja inmobiliaria, el financiero, el de las deudas p¨²blicas y privadas. El r¨ªo rojo que dejar¨¢ tras de s¨ª la celebraci¨®n el mi¨¦rcoles, lejos de lavar los excesos cometidos, los pondr¨¢ a¨²n m¨¢s de relieve.
De los 10 euros que cuestan las 15.000 entradas, que se agotaron a mediados de esta semana, el 15%, ir¨¢ a parar a las arcas de una empresa privada, de nombre Spaintastic. Pero los beneficios de esta empresa, a la que se le adjudic¨® a dedo la gesti¨®n de la venta de tiques, ser¨¢n mayores.
El Ayuntamiento de Bu?ol reconoce que no hubo concurso p¨²blico. ¡°Ha sido as¨ª porque no puede haberlo¡±, explica Rafael P¨¦rez, concejal responsable de la Tomatina. ¡°Un concurso es el que te da el mejor candidato econ¨®micamente, pero a nosotros no nos importaba esto, sino la fiabilidad que te puede dar la empresa. La hemos elegido sobre todo porque no encontr¨¢bamos a otra¡±. Santiago Raga, gerente de Spaintastic, lo corrobora: ¡°Se abri¨® un plazo de un mes y medio en el que 37 firmas se mostraron interesadas en comprar entradas. Nosotros nos encargamos de recopilar informaci¨®n acerca de si ten¨ªan la documentaci¨®n legal exigida en cada pa¨ªs y pasamos un listado al Ayuntamiento, que es quien eligi¨®¡±.
En este proceso, 17 empresas quedaron en la cuneta por no tener seguros, CIF o dem¨¢s documentaci¨®n exigida. Y es aqu¨ª donde se abre el gran interrogante sobre la transparencia del proceso seguido por el equipo de gobierno de Bu?ol.
Spaintastic se comprometi¨® a vender 5.200 entradas a 10 euros. El resto, 9.800, fueron distribuidas entre las 20 que pasaron la criba de la legalidad que efectu¨® la concesionaria. Nada se dice de a cu¨¢nto pueden vender las subcontratas y, a¨²n menos, qu¨¦ se lleva Spaintastic. La ¨²nica condici¨®n es que no se vendan individualmente, sino en paquetes tur¨ªsticos, que es donde est¨¢ el beneficio real. El b¨¢sico, ida y vuelta en autob¨²s desde Valencia a Bu?ol, cuesta 29 euros. Si a eso se le a?ade una camiseta m¨¢s un gu¨ªa, el precio sube a 55 euros. Y si, adem¨¢s, se quiere paella, sangr¨ªa y m¨²sica, la cosa se pone en 75. Pero quienes aspiren a lo m¨¢ximo, a subirse en el cami¨®n desde el que se arrojan los tomates y al que hasta el a?o pasado solo pod¨ªa acceder los vecinos de Bu?ol, tendr¨¢n que pagar 750 euros.
Las subcontratas tambi¨¦n se llevan una buena parte de la tarta en que se ha convertido la Tomatina. La empresa Festival All Arounds cobra 80 euros por un servicio que el a?o pasado vend¨ªa por 30. La Tomatina, fiesta ruinosa para la municipalidad, no parece un mal negocio en manos privadas.
¡°Desde hace 8 o 10 a?os ten¨ªamos un problema: la Tomatina no se controla, no se sabe cu¨¢ntas personas van a venir y es una inc¨®gnita. Y eso, en un acontecimiento de masas, es muy temerario¡±, explica el alcalde, Joaqu¨ªn Masmano. ¡°Adem¨¢s de la cuesti¨®n econ¨®mica se trata de mantener el nivel de credibilidad. Hay mucha gente que no disfruta del tomate porque no puede acceder y si uno viene de Estados Unidos y por llegar un poco tarde resulta que se queda fuera, el mensaje que se lleva no es el adecuado¡±.
A Masmano, le asisten las cifras: los m¨¢s de 40.000 asistentes de 2012 desbordaron de nuevo el trazado, los 400 metros recorridos por los seis camiones autorizados. Tardan una hora en cubrir la distancia bajo el asedio de una multitud proveniente de 60 pa¨ªses, como corresponde a una fiesta de descomunal poder de hechizo medi¨¢tico.
No siempre fue as¨ª. El origen de la celebraci¨®n hay que buscarlo el 29 de agosto de 1945 en el desfile de gigantes y cabezudos de Bu?ol, que acab¨®, ya lo han adivinado, a tomatazos. Fue por culpa de una disputa entre vecinos. El lanzamiento se repiti¨® durante los a?os siguientes hasta que esta primitiva Tomatina se ilegaliz¨® en 1956, cuando los vecinos la emprendieron con un falangista que trataba de entrar en el Ayuntamiento. Con su resurrecci¨®n definitiva en 1958, la fiesta fue tomando forma, ganando en reglamentos y atrayendo a m¨¢s vecinos.
Uno de los puntos de inflexi¨®n de la cita, declarada de Inter¨¦s Tur¨ªstico Internacional en 2002, fue una emisi¨®n de Informe semanal de 1983. La Tomatina suele fijarse como el big bang de la fiesta, sorprendente fen¨®meno medi¨¢tico que acostumbra a protagonizar portadas de diarios como The New York Times y sirve a publicistas de todo el mundo, guionistas de pel¨ªculas estadounidenses como Tenemos que hablar de Kevin y hasta a los creativos de Google, que en cierta ocasi¨®n le dedicaron un doodle. Por si fuera poco, Estados Unidos, Colombia o Portugal han replicado la experiencia, que acredita a m¨¢s de 70 medios de comunicaci¨®n internacionales.
Al tiempo que crec¨ªa el inter¨¦s fuera fue disminuyendo la participaci¨®n de los locales. ¡°A la gente de Bu?ol le preguntas: ?Qu¨¦ tal las fiestas? Y te dicen: menos el imp¨¢s de la Tomatina, lo dem¨¢s todo bien¡±, explica el concejal Rafael P¨¦rez. ¡°Para los vecinos, estaba siendo cada vez algo m¨¢s ajeno. La gente del pueblo se iba el d¨ªa de la fiesta y volv¨ªa por la noche y eso no pod¨ªamos permitirlo¡±. Otra novedad de este a?o est¨¢ en que, por primera vez, el Consistorio ha decidido limitar el aforo, en un intento por aumentar la seguridad y atraer de nuevo a los propios. Se permitir¨¢ el acceso de 20.000 personas: 15.000 ser¨¢n participantes de pago y los 5.000 restantes, entre veraneantes y lugare?os, podr¨¢n atizarse gratis.
Pese a esas deferencias con los de casa, el asunto tiene inquieto estos d¨ªas a los vecinos de Bu?ol. Y a su clase pol¨ªtica: ¡°Ha habido una privatizaci¨®n de la fiesta¡±, explica Marcial D¨ªaz, concejal del PP en el Ayuntamiento de Bu?ol y miembro de la oposici¨®n. ¡°Spaintastic est¨¢ vendiendo entradas simples a 10 euros. Pero desde los 10 euros hasta los 750 que est¨¢n cobrando por subir al cami¨®n hay una diferencia muy notable que no acabar¨¢ en las arcas del Ayuntamiento. Adem¨¢s, esta empresa privada gestiona 150.000 euros que va a recaudar para el Ayuntamiento. Sin ning¨²n tipo de aval previo, que debe facilitar, y cobrado directamente por ellos y no a trav¨¦s de la cuenta corriente del Ayuntamiento. No sabemos lo que se va a llevar porque no tenemos ning¨²n tipo de control. Yo no he visto ning¨²n contrato¡±. Salvador Raga asegura que su empresa tiene toda la documentaci¨®n en regla y ha ingresado al Ayuntamiento de Bu?ol de manera ¨ªntegra la recaudaci¨®n que le fue encomendada. No hay respuesta a la pregunta de a cu¨¢nto asciende su comisi¨®n.
?Es la Tomatina el primer paso para la privatizaci¨®n de fiestas populares masivas con un elevado coste econ¨®mico? Podr¨ªa ser. De momento, las comisiones falleras de Valencia, por ejemplo, cobran entrada a quienes quieren ver desde m¨¢s cerca el monumento; pero no deja de ser una asociaci¨®n cultural que se financia a trav¨¦s de ingresos privados y sin ¨¢nimo de lucro. La falla de la plaza del Ayuntamiento, que se paga con dinero p¨²blico, no cobra un c¨¦ntimo a quienes se acercan a contemplarla.
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