Un inteligente enfermero
Que Ponce es un buen torero es una afirmaci¨®n incuestionable; pero lo que ten¨ªa delante no era un toro, sino un suced¨¢neo del siglo XXII
De cartel original solo qued¨® Ponce. Se cayeron los toros de El Pilar, anunciados a medias con los juampedros; Jim¨¦nez Fortes se recupera de la cornada de Bilbao y Manzanares present¨® parte m¨¦dico por un supuesto esguince de tobillo tras su muy preocupante y oscura actuaci¨®n del viernes en esta misma plaza.
Y el torero valenciano deleit¨®, un a?o m¨¢s, a esta plaza. Le concedieron las dos orejas del cuarto tras una faena de enfermero inteligente a un toro bien presentado, con alma c¨¢ndida, las fuerzas muy justas, el car¨¢cter de cordero y bobalic¨®n temperamento. Pero Ponce, que es un maestro -te guste o no- lo entendi¨®, lo acarici¨®, lo abraz¨®, lo hizo todo suyo por ambas manos y la gente de M¨¢laga lo vitore¨® al grito de ¡®torero, torero¡¯.
Hombre, no fue para tanto. Que Ponce es un buen torero es una afirmaci¨®n incuestionable; pero lo que ten¨ªa delante no era un toro, sino un suced¨¢neo del siglo XXII. Y lo exprimi¨® de principio a fin con capote -templadas sus ver¨®nicas- y muleta, pero todo su quehacer estuvo hu¨¦rfano de la emoci¨®n que se supone debe acompa?ar al toreo. Claro que si no hay toro¡ Peor imagen ofreci¨® su primero, m¨¢s soso y descastado, con el que Ponce disert¨® sobre el toreo cansino, y a pesar de su desmedido inter¨¦s no levant¨® los ¨¢nimos de sus muchos partidarios.
Parecido fue el caso de Finito de C¨®rdoba, de vuelta ya de su larga carrera, con escasa fe en sus posibilidades y un exceso de precauci¨®n en su alma. Lo abroncaron en el primero porque mantuvo en pie a un mortecino inv¨¢lido, y el fallo reiterado del puntillero provoc¨® el enfado general; recibi¨® al quinto con unas ver¨®nicas de excelente sabor torero, y la nobleza dulce del tullido animal hac¨ªa presagiar que el torero abrir¨ªa el tarro de sus esencias art¨ªsticas. Lo destap¨®, pero poquito porque el cierre debe estar ya oxidado, y este torero no est¨¢ para gestas. De todos modos, como el toro era un buenazo con aspiraciones de santidad, permiti¨® que Finito desplegara su m¨¢s ¨ªntima tauromaquia, cargada de esa sensibilidad que un d¨ªa fue sin¨®nimo de grandeza. Ah¨ª qued¨® una gota del toreo eterno.
Entre los dos veteranos, un jovenc¨ªsimo y poco placeado David Galv¨¢n, torero de excelentes maneras que dej¨® la impronta de su torer¨ªa y sus enormes deseos de abrirse camino. Manej¨® el capote con soltura y gracia; y lo dej¨® patente en las ver¨®nicas con las que recibi¨® al tercero y en un precioso quite al quinto. Cort¨® la oreja de su apocado primero por su entrega, sus buenas formas, su hondura y su valor. No pudo refrendar sus ilusiones en el sexto, un jabonero sin historia por su abundante soser¨ªa, su falta de casta y ausencia de bravura. Galv¨¢n naveg¨® como pudo, aburri¨® y se puso muy pesado.
Babelia
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