Pr¨®xima parada, ¡®chiringuitour¡¯
Ante la subida del IVA y la asfixia de la programaci¨®n tradicional, los m¨²sicos buscan circuitos alternativos... a pie de playa
La zona se alimenta de historias incre¨ªbles, muchas reales. Como la de Maritza Prinz, una adinerada princesa h¨²ngara que junto a su marido, tambi¨¦n pr¨ªncipe, levant¨® en plena costa de Moj¨¢car una casa junto al mar a la que llam¨® Aku Aku en homenaje a los esp¨ªritus guardianes de los habitantes de la Isla de Pascua. No hace tanto de eso. Fue en 1978. En 2002 la vendieron, y el sitio se transform¨® en un chiringuito. Aunque no uno cualquiera. Desde entonces lo regenta Mar¨ªa Flores (¡°Aunque todos me conocen como Mar¨ªa Salinas¡±), de 61 a?os, exemigrante a Alemania y amante del jazz y del flamenco. Mar¨ªa ¡ªbajita, algo jipi, fumadora de puritos y de sonrisa reconfortante¡ª ha convertido el lugar en un tesoro que reluce.
Sobre todo para el centenar de m¨²sicos que han pasado por aqu¨ª a lo lado de una d¨¦cada. Como Jorge Pardo, madrile?o de 58 a?os, t¨ªo con clase y leyenda viva del jazz, que en el verano de 2003 y en ba?ador dio el primer concierto que se hizo en el Aku Aku. ¡°Si te digo que no me acuerdo bien...¡±, asegura mientras mira al mar y le mete mano a una paella de puerros y gambas.
El Canijo de Jerez: "Es como estar de vacaciones y encima te pagan"
El s¨¢bado se cumpli¨® justo una d¨¦cada de aquel primer concierto, y Pardo, habitual del pueblo, ha venido a celebrarlo junto al guitarrista Josemi Carmona y el baterista El Bandolero. Lo han hecho con dos conciertos (ayer fue el segundo), tras una extensa gira por Europa (de Noruega a Bulgaria) presentando su disco Huellas. El Aku Aku cumple diez a?os con una intensa programaci¨®n centrada en el jazz y el flamenco. Era el momento preciso.
¡°Desde que empezamos a tocar en invierno ten¨ªamos en mente esta fecha¡±, cuenta Pardo. ¡°Es como la meta, volver a casa. Eso significa el Aku Aku para m¨ª¡±. As¨ª que habr¨ªa que explicar qu¨¦ es una casa. Lo comprobamos nada m¨¢s entrada la noche. Con pelo largo, pantal¨®n y camisa de lino, el m¨²sico reparte abrazos, sonrisas y gui?os desde el primer momento.
El Aku Aku, con sus mesas a pie de playa, su cuidada clientela aficionada al jazz y su buena carta de platos (atenci¨®n a los gambones de la Garrucha), es uno de esos muchos lugares m¨¢gicos de la costa que se han convertido en un reducto alternativo para la m¨²sica en directo. Donde los m¨²sicos no act¨²an principalmente por dinero y que sobreviven gracias a la fe ¡ªm¨¢s que al presupuesto¡ª de sus propietarios. La subida del IVA al 21% y la paup¨¦rrima contrataci¨®n de artistas por parte de los Ayuntamientos ha convertido lo que ya se conoce como el Chiringuitour en una opci¨®n atractiva. Luego volveremos al Aku Aku y a la arrebatadora actuaci¨®n de Jorge Pardo. Recorramos antes la costa espa?ola en busca de estas irreductibles islas. Desde el levante almeriense a Galicia, pasando por Huelva y C¨¢diz.
No es la juerga, es que te quedar¨ªas a vivir", dice Leiva sobre El N¨¢utico
No hay chiringuito del sur de Espa?a que no se conozca El Canijo de Jerez, de 31 a?os y exmiembro de Delinq¨¹entes. Este verano, adem¨¢s de girar con La Pandilla Voladora (el supergrupo formado junto a Albert Pla, Lichis, Jairo Muchachito y Tomasito), est¨¢ presentando su nuevo disco El nuevo despertar de la far¨¢ndula c¨®smica. Acaba de hacer la prueba de sonido (¡°Con p¨²blico y to, t¨ªo¡±) en El Mosquito, en Punta Umbr¨ªa (Huelva), y tumbado en la cama del hotel explica por tel¨¦fono el porqu¨¦ de este renacer chiringuitero. ¡°Hay un ambientazo. Es como estar de vacaciones con amigos y adem¨¢s nos pagan. En unos sitios m¨¢s y en otros menos, pero eso no es lo importante. Lo esencial es la cercan¨ªa con el p¨²blico¡±, dice. Lo mismo ocurre en otras de las paradas b¨¢sicas, como La Luna, en Zahara de los Atunes, C¨¢diz (¡°Lo lleva un personaje llamado Antonio, El Patillas. Un grande¡±) o El Gran Baba, en El Palmar (C¨¢diz), donde hoy lunes ¡ªtodav¨ªa est¨¢n a tiempo¡ª act¨²a Tomasito, otro de los habituales de los chiringuitos sure?os.
Antes de viajar al norte, volvamos a Moj¨¢car: el Aku Aku se ha llenado esta noche de s¨¢bado. No queda mesa libre. Todas miran al escenario bajo un gigantesco ficus. La complicidad que Pardo, ya sea con la flauta o el saxo, crea con Carmona y El Bandolero resulta m¨¢gica. Arrancan con una alegr¨ªa, la que Camar¨®n hac¨ªa de La Perla de C¨¢diz, y durante una hora y media despliegan sus armas de jazz flamenco.
Mar¨ªa, sentada en una mesa en primera fila, repite que est¨¢ ¡°flipando¡±. Todav¨ªa lo hace m¨¢s cuando, al final de la actuaci¨®n, Pardo le entrega un ramo de rosas blancas.
A esa misma hora en el otro extremo de Espa?a, en El N¨¢utico (O¡¯Grove, Pontevedra) termina su actuaci¨®n la banda de soul Freedonia. Por este oasis gallego de aguas cristalinas han pasado a lo largo de sus 20 a?os de historia cientos de grupos: de Christina Rosenvinge a Iv¨¢n Ferreiro. De Raimundo Amador a Ariel Rot.
Leiva, uno de los visitantes m¨¢s frecuentes, ten¨ªa poco m¨¢s de 20 a?os ¡ªahora tiene 33¡ª cuando lo descubri¨®. ¡°Llegamos un 5 de agosto. Tras una larga gira de Pereza \[su exgrupo junto a Rub¨¦n Pozo\]. Est¨¢bamos reventados y descubrimos un lugar m¨¢gico. Un garito de rock, de m¨²sica en directo. Fuimos y nos quedamos una semana entera all¨ª¡±.
Este verano, como casi todos, el madrile?o ha vuelto a pasar por El N¨¢utico para tocar dentro de una poderosa programaci¨®n, que ser¨ªa la envidia de cualquier sala de Madrid: Juan Perro, Coque Malla, El Gran Wyoming y Kiko Veneno han figurado este mes en el cartel. El d¨ªa 29 Santi Balmes y Juli¨¢n Saldarriaga, jefes de Love of Lesbian, conocer¨¢n las bondades del lugar y de su due?o.
Los propietarios viven con la presi¨®n de que alg¨²n vecino tuerza el gesto
Es Miguel de la Cierva, de 46 a?os y descendiente del inventor del autogiro. Vive aqu¨ª, donde ve el mar cada ma?ana. Tanto en verano como en invierno, cuando El N¨¢utico se convierte en un acogedor sal¨®n de casa con chimenea y escenario. A Leiva se le acumulan las an¨¦cdotas. Recuerda c¨®mo, tras un concierto de Pereza en A Coru?a, el d¨²o salt¨® directamente a una lancha motora para atracar minutos despu¨¦s en uno de los dos escenarios de El N¨¢utico.
¡°No es solo por la juerga¡±, precisa Leiva. ¡°Tiene que ver con que te quieres quedar a vivir aqu¨ª. Es un sitio de verdad. Si eres m¨²sico tienes que pasar por El N¨¢utico. No por figurar, sino porque vas a volver con la maleta llena de cosas importantes... y de canciones¡±. Miguel habla pausado: ¡°No es solo m¨¦rito m¨ªo¡±, explica. ¡°El ¨¦xito de este lugar reside en los propios m¨²sicos, que me han ayudado a que otros m¨²sicos se involucren¡±. El boca oreja funciona en la mayor¨ªa de chiringuitos.
Aunque no todo es playa, risas y cervecitas. Tambi¨¦n est¨¢ el gris papeleo y las estrictas leyes medioambientales auton¨®micas, que tratan a la m¨²sica como ruido. Los propietarios torean el asunto con m¨¢s o menos ma?a, pero viven con la tensi¨®n de que alg¨²n vecino tuerza el gesto. Los chiringuitos musicales no est¨¢n regulados oficialmente aunque s¨ª tolerados. ¡°Las apuestas privadas como estas contribuyen a crear sinergias muy favorecedoras para el sector tur¨ªstico y cultural de los territorios donde se desenvuelven¡±, opina Miguel de la Cierva, que reconoce haberse dejado el capital y la salud en la consistente programaci¨®n de este a?o.
No es f¨¢cil, pero Mar¨ªa, como la mayor¨ªa de los propietarios de estos chiringuitos, no piensa jubilarse. Quiere que ¡°cuando sea mayor¡± le pongan una mecedora en la puerta del Aku Aku para saludar a su clientela. Y que la m¨²sica en directo no deje de sonar.
Babelia
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