Pornito
Miley Cyrus, la protagonista de 'Hannah Montana' ha adoptado el uniforme de cantante televisiva hoy, que es la braga y el sujetador
El porno tiene muy mala prensa. No acaba de llegar a la mesa de conversaci¨®n de las familias ni a las redacciones de los medios. Pese a que en esa intimidad transparente que llamamos Internet es la estrella m¨¢s rentable y rutilante. Tanto que bukake y fist fucking se han convertido en expresiones tan cotidianas como lentejas y taz¨®n. Pero el porno destila a¨²n esa ofensa violenta y perversa, que lo separ¨® del erotismo como a dos hermanos que optaron por el bueno o por el mal camino. Pero los medios necesitan un simulacro de ese masivo consumo de pornograf¨ªa, as¨ª que acogen el pornito, una variedad indolora e incolora, y lo festejan cada vez que sucede como una fiesta de los sentidos.
La ¨²ltima ocasi¨®n ha sido el baile de Miley Cyrus en los Premios MTV. La actriz, protagonista de Hannah Montana, serial favorito de todos los preadolescentes con esa facilidad que tiene la industria norteamericana de imponerse globalmente sin dejar de aparentar ser una elecci¨®n libre, est¨¢ ahora enfrascada en interpretar a una vocalista preadulta. Para ello ha abrazado el uniforme de cantante televisiva hoy, que es la braga y el sujetador. De vez en cuando hace muecas desafiantes, de esas que molestan a los padres de hijos adolescentes. La erotizaci¨®n de su personaje, por m¨¢s que proteste la autoridad, es el paso l¨®gico tras su serial. La siguiente parada ser¨¢ la cl¨ªnica de desintoxicaci¨®n y ya a partir de ah¨ª se le abren las dos posibilidades cl¨¢sicas del mercado, la resurrecci¨®n o el despojo.
Lo grave de Miley no es que se contorsione en un escenario, junto a otro cantante que simula arreones p¨¦lvicos contra ella. Como Marisol en su desnudo de Intervi¨², todas las estrellas infantiles tienen el derecho a mandar al carajo a quienes las fabricaron. Lo grave es que la prensa mundial se convulsiona de gusto ante la foto, le da noticia de portada y viene a decir que la crisis siria, Snowden y la debacle financiera nos interesar¨ªan un poco m¨¢s si sus protagonistas fueran en triquini o bragas. Es la dosis de pornito con la que se ali?a ese simulacro llamado informaci¨®n, para no soltarse de esa locomotora comercial que es el verdadero porno.
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