Ettore Scola mezcla documental y ¡®biopic¡¯ para homenajear a Fellini
Para los enamorados de Fellini, la pel¨ªcula ser¨¢ un regalo El argelino Merzak Allouache narra con talento en ¡®Las terrazas¡¯
En medio de la convulsi¨®n y la sangre que salpica a casi todos los pa¨ªses de ?frica del Norte, no escuchamos noticias sombr¨ªas de Argelia, que parece estar incontaminada de violencia. Pero la pel¨ªcula argelina Las terrazas, dirigida por Merzak Allouache, nos cuenta que subterr¨¢neamente tambi¨¦n all¨ª las cosas est¨¢n ardiendo.
Ambientada en un barrio al lado del mar en la ciudad de Argel narra varias historias paralelas que suceden en las terrazas de sus casas. Todas ellas son inquietantes o s¨®rdidas. En esas terrazas est¨¢n torturando hasta la muerte a un hombre, a un anciano enloquecido que recita obsesivamente sus recuerdos de la revoluci¨®n en la que Argelia consigui¨® la independencia, la familia le tiene encadenado en una caseta de perro, un especulador pretende expulsar a una familia de marginados que sobreviven desde hace a?os en una de esas terrazas, un marido se ensa?a a golpes con su esposa ante la indiferencia de los hombres que observan ese castigo y que dan por supuesto que siempre hay razones para maltratar a las mujeres, gente joven se re¨²ne all¨ª en la noche para escuchar las soflamas fundamentalistas de un cl¨¦rigo que les convoca a la yihad mientras que se trapichea con droga para financiar la guerra santa. El director logra hacer veraz ese panorama tr¨¢gico, el costumbrismo est¨¢ utilizado con garra y con cierto talento. Es una de las pel¨ªculas m¨¢s aceptables que ha ofrecido la secci¨®n oficial, aclarando que hay poco para elegir.
En las ¨²ltimas pel¨ªculas del director franc¨¦s Philippe Garrel, protagonizadas inevitablemente por su hijo Louis Garrel, actor que me resulta siempre indigesto, se repite la historia de una ruptura sentimental, en la que se larga la mujer y el abandonado se suicida. Creo recordar que en una utilizaba la sobredosis para despedirse de este mundo y en otra empotraba su coche contra un ¨¢rbol. En La jalousie, una pareja existencialista que se est¨¢ jurando amor eterno todo el d¨ªa aunque ambos se enga?an o intenten enga?arse buscando sexo con otras personas se rompe bruscamente por decisi¨®n de la mujer y ¨¦l se pega un tiro. Se supone que el suicidio de alguien que est¨¢s observando en la oscuridad debe de removerte, causarte pena o terror, dejarte tocado. En mi caso, en el momento del disparo busco aceleradamente la puerta de salida con el ansiado cigarro en la boca. Pero las luces de la sala no se encienden. Resulta que el suicidio ha sido fallido, que no se ha muerto, que no ha finalizado en tragedia. Otra vez a sentarme para ver c¨®mo acaba la historia. Que la presunta intensidad dram¨¢tica y la devastadora complejidad de las relaciones amorosas que intenta retratar esta pel¨ªcula solo me produzca el efecto de salir corriendo de la sala para fumar revela que ese caos sentimental y esos personajes atormentados, tal como me lo ha descrito el director, solo me provocan indiferencia o fastidio, algo que me ocurre casi siempre en el cine de este hipersensible creador que est¨¢ ancestralmente torturado por el fracaso del amor.
En una Mostra que ha dedicado m¨²ltiple atenci¨®n a los documentales sobre personajes gloriosos o siniestros, pero siempre trascendentes (Lance Armstrong, Lech Walesa, Donald Rumsfeld) no pod¨ªa faltar el homenaje a alg¨²n legendario personaje italiano. El elegido es Federico Fellini, un artista que tuvo reconocimiento universal, autor de un mundo reconocible, pintoresco, l¨ªrico e intransferible.
Esa evocaci¨®n la hace el director Ettore Scola, que fue su ¨ªntimo amigo y tambi¨¦n colaboraron juntos en la hagiogr¨¢fica y muy sentida Che strano chiamarsi Federico. Scola combina el biopic, sus recuerdos personales y documentos reales para describir a Fellini desde que llega a Roma a los 19 a?os para trabajar como ilustrador gr¨¢fico hasta su muerte. Es una reconstrucci¨®n guiada por la admiraci¨®n hacia el artista y la amistad con el ser humano. Scola mezcla armoniosamente el testimonio de alguien que conoci¨® muy de cerca a Federico Fellini con el impacto po¨¦tico y est¨¦tico que supuso su cine. A m¨ª no me embelesa incondicionalmente esa obra, aunque me guste mucho Los in¨²tiles, Roma y Amarcord, pero he pasado un rato agradable viendo este laudatorio retrato. Imagino que para los que est¨¢n enamorados del cine de Fellini, este documental ser¨¢ un regalo impagable.
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