Para qu¨¦ sirven los s¨ªmbolos patrios
Con ocasi¨®n del libro 'Ser espa?oles. Imaginarios nacionalistas en el siglo XX', varios historiadores, pensadores, escritores y soci¨®logos analizan el tema
Dec¨ªa el escritor argentino Leopoldo Marechal que la patria es un dolor que a¨²n no sabe su nombre, y un mucho m¨¢s optimista Benjamin Franklin la situaba all¨¢ donde morara su libertad. La patria es un sentimiento, un lugar de refugio, quiz¨¢ una mujer, y tambi¨¦n una fuente de sufrimiento por reconocerla o por rechazarla. Algo que trasciende las fronteras, pero que se trata de resumir mediante unos s¨ªmbolos. En los casos m¨¢s felices, estos recogen un profundo orgullo, a veces llevado a l¨ªmites que causan la burla de los m¨¢s c¨ªnicos. Estados Unidos se alza ante su himno y se emociona con su bandera; Canad¨¢ exhibe sus colores y su hoja de arce all¨¢ por donde pisa; o Reino Unido transforma sus s¨ªmbolos en parte de la cultura pop y del souvenir. ?Y Espa?a? Para hablar de ella y de qu¨¦ la representa es imposible no volver al lugar y al tiempo de la dictadura franquista, en la que el r¨¦gimen se apropi¨® de los s¨ªmbolos nacionales para usarlos a la medida de su ideolog¨ªa. Si la fuerza de una idea de Espa?a revivi¨® con el boom econ¨®mico o se nutre de los ¨¦xitos deportivos, ?d¨®nde est¨¢ la patria espa?ola fuera del terreno de juego y qu¨¦ s¨ªmbolos le dan cohesi¨®n? ?Qu¨¦ mueve en la gente ver la rojigualda? La ambivalencia de afectos marca la historia espa?ola. Los profesores Javier Moreno Luz¨®n y Xos¨¦ N¨²?ez Seixas han partido en su libro Ser espa?oles. Imaginarios nacionalistas en el siglo XX (RBA) de la idea de que las naciones ¡°no son eternas¡±, algo lejano a las premisas de los nacionalistas, aseguran.
¡°Queremos plantear preguntas complejas, no actuar como los historiadores decimon¨®nicos que buscaban confirmar certezas, una forma de identificaci¨®n para las siguientes generaciones¡±.? Y esto les ha servido como ant¨ªdoto ante la tarea de enfrentarse a un tema ¡°complejo y cargado de pasiones¡± como es la identidad nacional. ¡°No consideramos que haya estado ah¨ª ni desde los ¨ªberos ni siquiera desde la guerra antinapole¨®nica; ha sido objeto de ajuste y redefinici¨®n¡±, explica N¨²?ez Seixas. Investigadores de distintos pa¨ªses que trabajan en universidades europeas y estadounidenses analizan en el libro s¨ªmbolos y pr¨¢cticas simb¨®licas, mitos que han acompa?ado la batalla por un supuesto ser nacional: la bandera, el himno nacional, manifestaciones culturales como los toros, la m¨²sica y el cine, los mapas y la capital, la forma del Estado como Monarqu¨ªa o Rep¨²blica, o tambi¨¦n el empleo que se ha hecho de la mujer para tratar de construir aquello que se conoce como Espa?a.
Moreno Luz¨®n y N¨²?ez Seixas abordan desde una perspectiva comparada la fabricaci¨®n, uso y difusi¨®n de los s¨ªmbolos, su lectura e imposici¨®n desde arriba y recepci¨®n desde abajo, ¡°c¨®mo la sociedad civil y los ciudadanos los ha reinterpretado¡±, explica N¨²?ez Seixas. El argumento que apoyan es el de la construcci¨®n cultural de la identidad. ¡°A veces se acusa a los historiadores o a los especialistas en nacionalismos de denigrar o de atacar las identidades nacionales al hablar de construcci¨®n, de hacer ver que son artificiosas y que por lo tanto son ficciones de las que se puede prescindir. Pero nuestro enfoque no implica que sean menos importantes¡±, subraya Moreno Luz¨®n. Los editores del libro apuntan a la dictadura franquista como a aquella ¨¦poca en la que por la represi¨®n violenta se impusieron una serie de s¨ªmbolos y una manera de entender la patria. La monarqu¨ªa juancarlista tampoco ha logrado, de acuerdo con estos expertos, que una identidad nacional cimentara a su abrigo. ?Qu¨¦ s¨ªmbolos han sido m¨¢s efectivos a la hora de coser un mapa cuyas costuras en estos momentos amenazan con reventar por parte de Catalu?a? Hoy 11 de septiembre se celebra la Diada, la fiesta oficial de la comunidad aut¨®noma. EL PA?S ha hablado con otros expertos de ¨¢reas como la filosof¨ªa, la historia, y la literatura para valorar los elementos que han funcionado o que no lo han hecho.
Juli¨¢n Casanova, historiador.
¡°Los espa?oles no hemos tenido nunca, hasta la democracia, una fiesta civil (en este caso, el 6 de diciembre) que dure d¨¦cadas. Y durante todo el franquismo, la fiesta nacional fue el 18 de julio, que conmemoraba un golpe de Estado, el inicio de una guerra civil y de las pol¨ªticas de exterminio. Tampoco hemos tenido una bandera asumida y compartida por todos, por la explotaci¨®n que de ese signo siempre hicieron los militares. El mismo argumento puede utilizarse con el himno, que no tiene letra ni lo cantamos. La lengua es el s¨ªmbolo que m¨¢s nos identifica, incluso teniendo en cuenta la inclinaci¨®n soberanista en Catalu?a en los ¨²ltimos a?os¡±.
?Justo Navarro, escritor y traductor.
¡°Lo m¨¢s usado es el amor propio, el orgullo de tribu o linaje: los agravios sufridos ante otros grupos con distinta identidad nacional. A este sentimiento se le a?ade la camiseta del equipo de f¨²tbol, o la bandera. Est¨¢ muy de moda en ropa y complementos. La veo desde los zapatos a la gorra, aunque la gorra sea una gorra de b¨¦isbol, americana. Es llamativo que la moda patri¨®tica de la bandera sea extranjera, americana exactamente, y que casi todas las banderas est¨¦n fabricadas en Oriente.
Un himno oportuno puede contribuir a la exaltaci¨®n, aunque desde el punto de vista musical no es muy agradable. Los deportes han hecho mucho por ellos, pero el problema de la bandera y del himno de Espa?a es que son poco apreciados por un n¨²mero estimable de ciudadanos, precisamente porque tuvieron mucha importancia entre 1939 y 1977. Los toros son un arte que para dar placer est¨¦tico a sus admiradores exige marear, maltratar, sangrar y matar a un toro. El cine espa?ol es como la bandera, muy americano. Las artes en general y la gastronom¨ªa son otros s¨ªmbolos¡±.
Enrique Gil Calvo, soci¨®logo
¡°Todos los s¨ªmbolos son partidistas, divisionistas y polarizados. No hay s¨ªmbolos comunes o unidos (unionistas) sino divididos, separados y ferozmente enfrentados a cara de perro. Por ejemplo, la bandera. No hay una bandera sino dos, la franquista contra la republicana o viceversa. O m¨¢s, si tenemos en cuenta la permanente guerra de banderas de la ikurri?a y la senyera contra la bandera constitucional. Y lo que pasa con la guerra de banderas pasa tambi¨¦n con todos y cada uno de los dem¨¢s s¨ªmbolos pol¨ªticos. Pues aqu¨ª todo se politiza y se convierte en un s¨ªmbolo pol¨ªtico, con tal de que pueda ser esgrimido como arma arrojadiza en la eterna guerra pol¨ªtica de todos contra todos¡±.
Ricardo Garc¨ªa C¨¢rcel, historiador
¡°Hay que deshacer mitos arraigados entre la gente joven: Franco no invent¨® Espa?a. El problema es la capitalizaci¨®n que hizo el franquismo de esa identidad espa?ola restrictiva. No hay que ser franquista para estar satisfecho de ser espa?ol y mostrar una bandera. Hay indicadores de una conciencia nacional: el castellano, que es la lengua oficial, ha tenido la fortuna de proyectarse a Am¨¦rica¡±.
Josep Ramoneda, pensador
¡°Es muy dif¨ªcil que se den en Espa?a elementos de identidad, por su tendencia a la divisi¨®n, por su car¨¢cter plurinacional y las relaciones entre el centro y periferia. Lo que trata de configurar una identidad nacional no funciona: hay un himno nacional sin letra, la bandera ha ido cambiando¡ La Guerra Civil juega como una especie de superego colectivo desde el que se impone la idea de 'nunca jam¨¢s'. Esto facilit¨® la Transici¨®n. Pero Espa?a no ha culminado en un Estado redondo, ahora vivimos un momento de agotamiento de un modelo, que est¨¢ desdibujado¡±. Cosas que compartimos: ¡°La selecci¨®n espa?ola, la rivalidad entre el Real Madrid y el Bar?a, El Quijote, Goya, Picasso y Vel¨¢zquez, aunque los dos primeros son demasiado afrancesados y radicales para ser aceptados por el conjunto del pa¨ªs¡±.
Bernardo Atxaga, escritor
¡°Construye la lengua, y construye la historia, una cierta interpretaci¨®n de la historia. Todo lo dem¨¢s es secundario, superficial. Hay que respetar las banderas, porque forman parte de la vida de mucha gente. Otra cosa es quererlas. Recuerdo que cuando ten¨ªa unos doce a?os, estando de excursi¨®n en Jaca, vi la primera ikurri?a de mi vida. La llevaba un grupo de baile suletino, invitado a las fiestas de aquella localidad. Si tengo que elegir alguna bandera, elijo aquella. El himno nacional actualmente va unido al deporte, principalmente al f¨²tbol (y f¨²tbol es f¨²tbol y es identidad). Para mi gusto, demasiada bulla. El d¨ªa de la final, yo me quedo en la cama igual. La lengua es el factor identitario m¨¢s fuerte, sin duda. As¨ª lo vio el mismo Antonio de Nebrija, que un¨ªa a ella la suerte del Imperio Espa?ol. Lo mismo los republicanos franceses. As¨ª lo ven tambi¨¦n los nacionalistas vascos y catalanes¡±.
As¨ª la lengua es aquel lugar donde situar la patria, como si todos fu¨¦ramos los escritores de aquella frase de Francisco Ayala. Y, para algunos de nuestros expertos, quiz¨¢ el brazo de Rafael Nadal sea ese paisaje que a?orar.
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