Paella

Pocos articulistas han podido resistirse a utilizar las caudalosas goteras del Congreso en la sesi¨®n de apertura del curso parlamentario, como met¨¢fora del estado de salud de nuestra pol¨ªtica. Y, m¨¢s a¨²n, al encadenarse con la espectacular demostraci¨®n de hermanamiento de la catalanidad en el d¨ªa de su celebraci¨®n institucional. El ¨²nico consuelo para la espa?olidad fue saber que a los convocados se les agasaj¨® con enormes paellas, sin duda el plato que mejor nos representa como naci¨®n. El est¨®mago es la ¨²ltima frontera en levantarse, porque el hambre convierte las migajas en manjares.

Lo cierto es que la estrategia espa?ola para desactivar las ansias del catalanismo se ha confirmado como fallida y lamentable. Si Rajoy cre¨ªa que con su pose de Harpo, mudito ante la ret¨®rica opuesta, obtendr¨ªa mejores resultados que Zapatero y su adulaci¨®n inconsecuente, se ha equivocado de pleno. Su caf¨¦ con leche junto a Artur Mas en v¨ªsperas de la Diada descafein¨® las reacciones m¨¢s sobreactuadas e impuso un cierto relaxing. Puede eso significar que al fondo del t¨²nel siempre hay una luz. Salvo que mis admirados Accidents Polipo¨¨tics tengan raz¨®n cuando afirman que al final del de la luz siempre hay otro t¨²nel.

En TV-3 se clausur¨® la jornada con la emisi¨®n de F¨¨nix 11-23, la pel¨ªcula de Joel Joan sobre el grotesco caso judicial y policial contra el menor que exig¨ªa desde su cuarto la rotulaci¨®n en catal¨¢n a unos supermercados. De ella, uno se queda con el poso de las interpretaciones de Rosa G¨¤miz y ?lex Casanova, ese agobio incr¨¦dulo, temeroso y finalmente indignado, de unos padres superados por el disparate que los rodea. En su d¨ªa me llam¨® la atenci¨®n un detalle. Cuando el personaje entra en Madrid, lo ¨²nico que ve de la ciudad, desde la ventanilla del bus, es la enorme bandera espa?ola que ondea en Col¨®n. Si hubiera entrado por Pr¨ªncipe P¨ªo habr¨ªa podido ver la enorme bandera europea que ondea all¨ª. Y mientras crecen los catalanes que quieren irse del portal sin cambiar de piso, la mejor Espa?a no encuentra ventana por la que asomarse y tender la mano. Nadie ve lo que no quiere ver. Y el resultado es que a esta paella le sobran cucharas y le faltan ingredientes.