C¨®mo suceder a un genio
Los artistas que siguieron a Vel¨¢zquez se sirvieron de sus ¨²ltimas obras como inspiraci¨®n
La ¨²ltima sala de la exposici¨®n Vel¨¢zquez y la familia de Felipe IV re¨²ne en el Museo del Prado? obras de los sucesores del genio sevillano, como Juan Bautista Mart¨ªnez del Mazo, que era tambi¨¦n su yerno, y Juan Carre?o de Miranda. A ambos les toc¨® el papel¨®n de intentar seguir la estela del autor de Las meninas. Aunque esto era imposible, demostraron que "hab¨ªa vida en el retrato cortesano espa?ol despu¨¦s de Vel¨¢zquez", subraya Javier Port¨²s, el comisario de la muestra que podr¨¢ contemplarse entre el 8 de octubre y el 9 de febrero de 2014. Los artistas que tomaron el testigo se sirvieron de los ¨²ltimos vel¨¢zquez como inspiraci¨®n para continuar con el estilo del retratista de Felipe IV pero tambi¨¦n "supieron crear su propio mundo", seg¨²n Port¨²s.
En el cat¨¢logo de Vel¨¢zquez y la familia de Felipe IV, Miguel Mor¨¢n Turina se?ala que Carre?o de Miranda "supo enfrentarse al modelo de los retratos velazque?os con una independencia y una libertad mayor que la que tuvo nunca Mart¨ªnez del Mazo, que pas¨® toda su vida siguiendo los pasos de su suegro". En su opini¨®n, Carre?o reinterpret¨® "de una manera sutil pero espl¨¦ndida, m¨¢s barroca, los modelos de Vel¨¢zquez".
Los cuadros de esta ¨²ltima sala dejan un pellizco en el est¨®mago. Es la desolaci¨®n ante unos personajes en declive f¨ªsico, en paralelo al de la propia monarqu¨ªa. Buen ejemplo es Mariana de Austria, (1666) de Mart¨ªnez del Mazo, en el que la reina, siempre pintada con boato y maquillada, es ahora una viuda de 30 a?os, triste, vestida de negro, sentada y con un papel en la mano, met¨¢fora de que a¨²n tiene el poder.
De Carre?o destaca Carlos II como gran maestre de la orden del Tois¨®n de Oro, de 1677, 17 a?os despu¨¦s del repentino fallecimiento de Vel¨¢zquez. En este ¨®leo (de 216 x 140 cent¨ªmetros) son "muy evidentes las huellas velazque?as, como el manejo del color y el uso de espacios llenos de significado para albergar a sus retratados". Aqu¨ª Carlos II posa en el Sal¨®n de los Espejos de palacio, el espacio solemne donde El Hechizado recib¨ªa a los embajadores y celebraba audiencias. Los espejos de esa estancia reflejan la cabeza del monarca y los cuadros que colgaban de las paredes. Todos esos espejos simbolizan el poder. El comisario apunta otra interpretaci¨®n, la que se dio a esos cristales azogados en el siglo XX: ah¨ª est¨¢ la decadencia de la monarqu¨ªa espa?ola.
Sin embargo, lo m¨¢s impresionante del cuadro es la figura espectral, delgada y del color de la cera, de Carlos II, el rey que pag¨® en sus carnes tantos matrimonios endog¨¢micos y que muri¨® en 1700, cinco d¨ªas antes de cumplir los 38 a?os y sin herederos, lo que motiv¨® la guerra de Sucesi¨®n. Carre?o lo pint¨® tal y como era: "Es una imagen que describe certeramente el contraste entre un rey vulnerable, d¨¦bil f¨ªsicamente, y su ostentosa vestimenta, s¨ªmbolo del imperio que a¨²n gobernaba".
Babelia
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