Viaje alrededor de Nooteboom
Una treintena de expertos pasean en un libro y un v¨ªdeo por la vida y la obra del eterno aspirante holand¨¦s al Nobel de Literatura

Un sabio no es el que sabe dar una respuesta a sus inquietudes. Es ¨¦l que no deja de buscar las preguntas que perturban. Eso es lo que sigue haciendo a sus 80 a?os y tras 81 libros el escritor holand¨¦s Cees Nooteboom (La Haya, 1933): interrogarse y explorar el misterio de la condici¨®n humana con sus textos, que desconocen la frontera de g¨¦neros: poes¨ªa, novela, teatro, ensayo, narrativa de viajes¡ Nada le es ajeno, como los 33 templos japoneses que visit¨® recientemente, base de su ¨²ltimo libro, a¨²n no editado en Espa?a.
¡°Simplemente narro historias. Si de ellas salen pensamientos que para otros es filosof¨ªa, no es voluntario¡±, declara Nooteboom, a la manera de Miguel ?ngel: ¨¦l s¨®lo dibujaba y eran los otros los que reconocieron en su trazo la genialidad. Algo que viene a hacer el libro Universo Nooteboom (Candaya) donde 30 autores ¡ªbajo la coordinaci¨®n del holand¨¦s Erik Haasnoot y Astrid Roig¡ª bucean con af¨¢n de entom¨®logos en el trabajo de un autor eterno en las listas al Nobel, galard¨®n que para el c¨¢ustico escritor holand¨¦s se ha transformado en una eterna espera de Godot. ¡°Ser¨ªa arrogante decir que no quiero ese reconocimiento, pero como dec¨ªa mi amigo Hugo Claus ¡ªotro eterno candidato¡ª ahora es tiempo que me lo den por razones humanitarias¡±.
Motivos los hay, como demuestran en Universo Nooteboom ensayistas y escritores de la talla de su gran amigo R¨¹diger Safranski, A.S. Byatt, Clara Jan¨¦s, Alberto Manguel y Juan Villoro. Entre todos reconstruyen vida y obra de un ni?o inquieto, marcado por un sinf¨ªn de mudanzas y, a los seis a?os, por el inicio muy cerca de su casa de la invasi¨®n alemana de Holanda durante la Segunda Guerra Mundial, en uno de cuyos bombardeos fallecer¨ªa su padre. Algo se debi¨® quebrar ah¨ª, porque esas solas coordenadas servir¨ªan para explicar, por un lado, por qu¨¦ sus libros, como admite, siempre est¨¢n abiertos, no tienen jam¨¢s un final cerrado y absoluto (¡°tampoco nunca acab¨¦ nada en la vida; ni los estudios de secundaria¡±, admite quien se niega a que sus libros vayan de la a a la z: ¡°No quiero; mi literatura est¨¢ hecha de digresiones¡±). Por otro lado, su infancia explica esa alma viajera que en 1950, con apenas 17 a?os, ya le llev¨® a ir solo en bicicleta por B¨¦lgica y Luxemburgo. Cinco a?os despu¨¦s, ser¨ªa escritor con Philip y los otros, fruto de un viaje por Europa en autostop y sin dinero, ¡°mi verdadera escuela de vida, como escritor y como europeo¡±, le confiesa a Manguel en el deved¨¦ que acompa?a al volumen, Desv¨ªo Nooteboom, dirigido por Haasnoot, que ya en 2008 rod¨® Bola?o cercano.
¡°Quise poner orden en el caos a trav¨¦s de una f¨¢bula, trac¨¦ un mundo que era un cuento de hadas¡±, repasa hoy con perspectiva. Un viaje a Surinam persiguiendo a su futura primera esposa le mostr¨® la crueldad de la miseria y una incursi¨®n por la Hungr¨ªa en el proceso de ser aplastada por los rusos, le sacudi¨® en 1956 para siempre. Desde entonces, viajar (a Argelia, a Asia, a Berl¨ªn cuando la ca¨ªda del muro¡) ha sido ¡°algo normal y necesario; es mi vida; me gusta estar en otra parte y, sobre todo, ser en otra parte¡±.
Eso ha sido as¨ª desde el shock en Hungr¨ªa de aquel joven poeta; porque en realidad, Nooteboom dice que es m¨¢s poeta que nada. ¡°Tengo la sensaci¨®n de que ah¨ª est¨¢ el n¨²cleo de todo¡±. El fraseo po¨¦tico de sus composiciones (casi una cuarta parte de su producci¨®n) ¡°influye en mi prosa y tambi¨¦n en mis historias de viaje¡±, admite, calificando estos ¨²ltimos como ¡°ensayos para mi novela El d¨ªa de todas las almas¡±, quiz¨¢ su obra cumbre, que le brot¨® a los 65 a?os.
Un bombardeo alem¨¢n mat¨® a su padre: le marc¨® la infancia y la obra
Esa especie de levadura literaria de toda su obra no tiene por qu¨¦ ser clara, como se le ha recriminado. ¡°La poes¨ªa hay que leerla a veces como un sue?o¡±, expone. ¡°Elliot dec¨ªa que a veces escrib¨ªa poemas que no entend¨ªa. Yo tampoco comprendo todo lo que he escrito: lo que importa es dejar entrar la poes¨ªa y aceptar el misterio¡±, explica el autor.
¡°Tiene que ser dif¨ªcil no morir nunca¡±, opina. Por eso acaba de escribir Cartas a Poseid¨®n (Siruela): una tentativa po¨¦tica de descubrir ¡°si los dioses nos desprecian o son celosos de nuestra mortalidad¡±. Sin duda, Nooteboom no envidia a los dioses, en especial cuando pasa la mitad de cada a?o en su finca de Menorca, que descubri¨® en 1965 (¡°para m¨ª es la inspiraci¨®n¡±), y donde, protegido por una vegetaci¨®n seca que no toca porque as¨ª le parece que ¡°protege mi silencio¡±, ha escrito ya buena parte de su obra narrativa, con esa letra peque?a, trazada con pluma y que apenas relee cuando pasa al ordenador.
Menorca encarna un amor por una Espa?a ¡°permanente en mi vida¡±, dice Nooteboom con su trabajado castellano, un lugar que su meseta y escasa vegetaci¨®n ¡°coinciden con una dicotom¨ªa dentro de m¨ª: la del bailador y el monje¡±. Particular observador de la realidad espa?ola ¡ª ¡°puedo saber si un pol¨ªtico lee poes¨ªa por su forma de hablar; no he visto muchos poetas en la pol¨ªtica espa?ola, l¨¢stima no ser Quevedo¡¡±¡ª, no teme el autor de Hotel N¨®mada admitir que se encuentra en el invierno de su vida y ser consciente de que ¡°escribir es posponer la muerte¡±. Lo dice porque es un hombre ¡°compuesto de carretera y de sabidur¨ªa viajada¡±, se?ala Roig. ¡°Claro, hay que aventurarse: hasta d¨®nde, no importa. Cualquier viaje es la manera de encontrar esa soledad que da tiempo para reflexionar¡±. Y para plantear, como propone ¨¦l, m¨¢s preguntas sin respuestas.
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