Sofia Gubaidulina recibe el Le¨®n de Oro en la Bienal de Venecia
Un concierto monumental en el Arsenale con la Orquesta de La Fenice y Les Percussions de Estrasburgo la corona como decana de las compositoras de nuestro tiempo
No es exagerado calificar de m¨¢gica la velada musical de anteayer noche en Venecia. Si la m¨²sica era capaz de encoger los corazones primero para despu¨¦s abrirlos hacia un universo redentor, promisorio, de gran impacto coral, no era menos la presencia de la compositora Sofia Gubaidulina sobre el escenario. Menuda, discreta, pero de verbo firme y siempre afilado, tambi¨¦n este d¨ªa habl¨® de libertad y de goce, de espiritualidad y de elevaci¨®n a trav¨¦s de eso tan vital como el aire para el hombre: la m¨²sica.
Una compleja labor de ingenier¨ªa teatral traslad¨® la concha ac¨²stica del Teatro La Fenice hasta la amplia nave del Teatro alle Tesse, ya hoy primorosamente restaurada y convertido en foro de referencia fijo de las artes esc¨¦nicas y musicales venecianas. Tambi¨¦n el lunetario ha sido sustituido por uno mas c¨®modo y sofisticado, acaso el necesario para esta escucha, para una m¨²sica compleja, dif¨ªcil, de una belleza nueva e imponente capaz de sobrecoger. El concierto se dividi¨® en dos partes, primero la obra Glorious percussion de Sofia Gubaidulina (Cistopol, Rusia, 1931), escrita en 2008 y despu¨¦s la Sinfon¨ªa n¨²mero 3 de Witold Lutoslawski (Polonia, 1913-1994).
La noche se abri¨® con la sencilla ceremonia de la concesi¨®n del Le¨®n de Oro a la compositora rusa (primera mujer que lo recibe) y el Le¨®n de Plata a la Fundaci¨®n Spinola Banna para las Artes por sus programas de apoyo a los nuevos m¨²sicos. Este prestigioso galard¨®n a toda una carrera ha sido concedido con anterioridad a figuras cimeras de la composici¨®n contempor¨¢nea como Goffredo Petrassi (1994), Luciano Berio (1995), Gyorgy Kurtag (2009), Wolfgang Rihm (2010) o Pierre Boulez (2012), entre otros. En palabras de Ivan Fedele, director del festival de m¨²sica de la Bienal de Venecia, dar el Le¨®n de Oro a Gubaidulina ¡°es un reconocimiento al elevado valor art¨ªstico y humano de una mujer que, por sus b¨²squedas est¨¦ticas inconformistas, ha debido continuamente luchar con el poder pol¨ªtico de la antigua URSS, que no vacil¨® en calificar su m¨²sica de ¡®irresponsable¡±. La biograf¨ªa de la compositora es toda una trayectoria casi ¨¦pica, a veces plagadas de largos y elocuentes silencios, siempre componiendo, siempre coherente con sus ideas y su inspiraci¨®n. Gubaidulina, con el trofeo brillando en el regazo negro de su vestido, dijo: ¡°Es un regalo inmenso, un gran honor, pero tambi¨¦n algo que me impele a seguir creando sin descanso¡±.
A la Orquesta de la Opera La Fenice se sumaba el ensemble Les Percussions de Strasbourg, famoso conjunto dedicado a la m¨²sica actual y compuesto por los ya prestigiosos y reconocidos Keiko Nakamura, Claude Ferrier, Bernard Lesage, Fran?ois Papiner y Minh-Tam Nguyen; estos se llevaron junto al director John Axelrod (Houston, Texas, 1966) una sentida y prolongada ovaci¨®n final.
Glorius percussion es un concierto para percusi¨®n y orquesta que asalta la linea de flotaci¨®n de quien la escucha, pasa de la b¨²squeda de paz al reconocimiento del tormento espiritual, del hallazgo de la luz a la conformidad de la incomprensi¨®n de los grandes fen¨®menos que rodean al hombre moderno (acaso los sucesos que le han hecho siempre avocarse a la creaci¨®n art¨ªstica como una tabla de salvaci¨®n, uno de los argumentos morales de la compositora premiada). Todo se resuelve en la m¨²sica con una liquida asunci¨®n de la potencia, de la asociaci¨®n visionaria del grito con el susurro, del pensamiento sutil con la explosi¨®n crom¨¢tica de una percusi¨®n imaginativa imbricada a la gran orquesta con pericia donde todo el complejo se reinicia una y otra vez. Se puede hablar de una ¡°dramaturgia espacial¡± por la colocaci¨®n sim¨¦trica y distanciada de los m¨²ltiples xil¨®fonos, la celesta, los artilugios de madera no convencionales o las lejanas arpas: todo aquello se empasta en un coro desgarrado. Gubaidulina le hizo una profunda reverencia al final a los ocho contrabajos por su papel, lo mismo que al gong, que a los platillos o al redoblante. En esta partitura hay siete partes donde los percusionistas avanzas ad libitum, sin partitura escrita, como un azar que no es propiamente eso sino el resultado causal de una est¨¦tica.
Al frente, en el proscenio del escenario, los cinco grandes bombos (que se mantienen mudos hasta el poderoso cl¨ªmax final, cuando los cinco percusionistas abandonan sus posiciones y sus baquetas y se acercan a esos tambores gigantes) resultan una especie de escenograf¨ªa u ofrenda, pero no son un adorno y acaso son la clave e iluminaci¨®n de toda la obra.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.