Echenoz en familia
¡®14¡¯ contiene una breve pero densa meditaci¨®n sobre el destino de las generaciones
Es posible que de todos los libros de Emmanuel Bove ¡ªtan reivindicado estos d¨ªas por j¨®venes cr¨ªticos franceses¡ª el mejor sea Mis amigos, novela tocada por la aniquilaci¨®n del sentido de la vida que sigui¨® a la Gran Guerra del 14.
Como toda su generaci¨®n ¡ªla del primer gran conflicto b¨¦lico moderno, l¨¦ase masificado, industrial¡ª, Emmanuel Bove (1898-1945) vio a los seres humanos convertidos en piezas, objetos, trozos de carne. Y experiment¨® un tipo de soledad nueva ¡ªdigamos que?contempor¨¢nea¡ª, no conocida hasta entonces. Quiz¨¢s eso hizo m¨¢s memorable al h¨¦roe de Mis amigos: el joven B?ton, un insolvente que nos va mostrando con insistencia minuciosa y detallada (esa minuciosidad la heredar¨ªa despu¨¦s Peter Handke) la miseria de su vida.
La historia de fondo del libro de Bove es la de una Europa destruida que no solo no atisba un proceso de reconstrucci¨®n, sino que vive a la espera del golpe de gracia.
¡°Mi propio nombre, en mi boca, me produce siempre una impresi¨®n extra?a¡±, dice B?ton. Y hoy percibimos que este joven perdido era heredero del h¨¦roe de Hambre, de Knut Hamsun, y prefiguraba a los vagabundos de Beckett.
Es raro el destino de algunos autores. A Bove le ocurre como a Marcel Schwob, o como a Walser, con los que est¨¢ unido por lazos literarios de familia: son escritores que cambian la historia de la narrativa contempor¨¢nea, pero no se habla mucho de ellos; alcanzan mayor renombre aquellos que vinieron despu¨¦s y supieron captar sus lecciones.
Tal vez por eso, nos gustar¨ªa alg¨²n d¨ªa poder leer un Diccionario razonado de los escritores ocultos que modificaron la historia de la literatura.
He pensado en Bove mientras le¨ªa 14 (Anagrama), la novela en 15 breves cap¨ªtulos de un Jean Echenoz en estado de gran plenitud creativa. Como tambi¨¦n pens¨¦ en Bove cuando cre¨ª descubrir la herencia de su sobrio estilo nada menos que en la contracubierta de la novela de Echenoz en ?ditions de Minuit: ¡°Cinco hombres se van a la guerra, una mujer espera el regreso de dos de ellos. Falta saber si volver¨¢n. Cu¨¢ndo. Y en qu¨¦ estado¡±.
14 contiene una breve pero densa meditaci¨®n sobre el destino de las generaciones. Si otros novelistas necesitan centenares de p¨¢ginas para contarnos c¨®mo se destruye el mundo, a Echenoz le han bastado 15 breves cap¨ªtulos para dejarnos dolorosamente alucinados ante la gran carnicer¨ªa del 14.
Al terminar el libro elegante y brutal, angustiado todav¨ªa por ¡°la guerra le¨ªda¡±, se apoder¨® de m¨ª una comprensible ansia de huir de mi terror y viajar a tierras felices. Y fue curioso entonces ver c¨®mo poco despu¨¦s descubr¨ªa que Robert Walser rechaz¨® en Berl¨ªn una oferta para trabajar en la administraci¨®n colonial de la feliz Samoa; la rechaz¨® por temor a que, una vez en la rada de Apia, alguien le nombrara al plomizo aventurero Otto von Kotzebue.
Qu¨¦ divertido era Walser. No fue a Samoa para esquivar el recuerdo del descubridor alem¨¢n de los Mares del Sur. Y es que Von Kotzebue era un ultraplasta escritor que leg¨® a la posteridad sus obras completas, todas encuadernadas en piel de becerro, a cual m¨¢s vomitiva y espesa, y con cuya lectura Walser palidec¨ªa siempre.
Creo que si uno se vuelve insistente y minucioso, ve que en novelas de Walser como El bandido hay fragmentos que parecen directamente extra¨ªdos de 14 de Echenoz: ¡°Fue poco antes de que estallara nuestra Gran Guerra, que a¨²n no hemos olvidado, y esos j¨®venes caballeros¡¡±.
Y tambi¨¦n creo que, de existir ese Diccionario razonado de los escritores ocultos que modificaron la historia de la literatura, este no pasar¨ªa por alto el aire de familia que, salvo con el monstruoso Kotzebue, enlaza a Echenoz con los autores nombrados en este art¨ªculo, incluido desde luego Walser, el ¡°bonach¨®n suizo¡± cuya escritura siempre nos han dicho que no modific¨® nada, aunque seguro que lo dicen para ocultarnos que lo cambi¨® todo.
Babelia
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