Por el mar corren las liebres, ¡®tralar¨¢¡¯
El optimismo de Liber contrasta con una edici¨®n improvisada y desangelada
El se?or Guindos, el ministro de Econom¨ªa que fue asesor de Lehmann Brothers hasta el big bang (?manda carallo!, dir¨¢ alguno), me recuerda cada d¨ªa m¨¢s a aquel estupendo se?or Micawber de David Copperfield que, a pesar de toda evidencia, segu¨ªa confiando en que, de un momento a otro, le iba a sonre¨ªr la fortuna. Tambi¨¦n su colega Montoro (m¨¢s parecido al villano Uriah Heep), el ministro de Hacienda que en poco m¨¢s de un a?o ha conseguido dejar tiritando la creaci¨®n y el consumo cultural en este pa¨ªs, insiste (sin que le crezca la nariz como a Pinocho) en que los salarios no han bajado, pero m¨ªrense ustedes el bolsillo y no se priven de hacerle despu¨¦s una peineta a su se?or¨ªa (no creo que nadie les acuse de escrache). Y es que a veces nuestros pol¨ªticos resultan menos fiables (y con mucha menos gracia literaria) que el narrador innominado de Los papeles de Aspern, la estupenda novela corta de Henry James que, de paso, constituye una aut¨¦ntica lecci¨®n pr¨¢ctica acerca de la hipocres¨ªa y la mala fe. Nuestras dos m¨¢ximas autoridades econ¨®micas (delegadas; no menciono a los verdaderos jefes, que viven fuera) no son los ¨²nicos optimistas interesados, tambi¨¦n proliferan en otros campos. Leo las notas de prensa sobre el ¨²ltimo L¨ªber y se me caen los palos del sombrajo. Ahora resulta que el que ha sido, en opini¨®n de muchos asistentes, el m¨¢s cutre, peor organizado, m¨¢s improvisado y culturalmente menos interesante y desangelado L¨ªber de las ¨²ltimas tres d¨¦cadas fue, en realidad, un espectacular ¨¦xito, sobre todo en lo que se refiere a tir¨®n popular: se dir¨ªa que hasta J¨¹rgen Boos, el Gesch?ftsf¨¹hrer de la Feria de Fr¨¢ncfort, est¨¢ que no le llega la camisa al cuerpo por temor a la peligrosa competencia de la feria espa?ola. Lo de las cifras de asistentes ha alcanzado niveles propios del bar¨®n de M¨¹nchhausen (rebautizado bar¨®n de la Casta?a por el inolvidable editor Saturnino Calleja), aquel patra?ero militar que cabalg¨® en una bala de ca?¨®n para poder averiguar, desde el aire, el n¨²mero y disposici¨®n de las fuerzas enemigas. Parecer¨ªa, a tenor de lo publicado, que la asistencia de los madrile?os al ¡°sat¨¦lite¡± fue tal que casi hubo que recurrir a los antidisturbios para poner orden entre los enfervorizados visitantes que pugnaban por acceder a las fabulosas actividades del programa Liberatura. En el ¨²nico aspecto positivo en que la mayor¨ªa de los asistentes coinciden es en el funcionamiento relativamente aceptable de los encuentros comerciales, que siempre han sido, por otra parte, la principal baza de L¨ªber. Bueno, tambi¨¦n coinciden en encomiar la labor de los encargados de la comunicaci¨®n, que, asimilando creativamente las t¨¦cnicas empleadas por el Ministerio de la Verdad orwelliano, han conseguido vender la fant¨¢stica y extravagante mercanc¨ªa de que el ¡°L¨ªber del Madrid Arena¡±, que es como pasar¨¢ a la historia de la edici¨®n espa?ola (aunque s¨®lo en nota a pie de p¨¢gina), ha sido todo un triunfo de los organizadores. Todo lo cual me trae a la memoria una canci¨®n infantil que escuchaba en mi lejana infancia y que dec¨ªa: ¡°Ahora que vamos despacio, tralar¨¢ / vamos a contar mentiras, tralar¨¢: / por el mar corren las liebres, / por el monte las sardinas¡±.
Plath
A punto de finalizar el a?o del cincuentenario de la muerte de Sylvia Plath (1932-1963), N¨®rdica lo celebra publicando en su colecci¨®n de ilustrados, y en edici¨®n biling¨¹e (traducci¨®n de Mar¨ªa Ramos, ilustraciones de Anuska Allepuz), Tres mujeres, un largo poema ¡°a tres voces¡±, escrito originalmente para la radio y en el que se plasman, por medio de mon¨®logos alternos, las distintas experiencias de otras tantas mujeres que esperan el parto en la maternidad de un hospital: la primera, una mujer casada, da a luz normalmente; la segunda, una secretaria, aborta (no es la primera vez); la tercera, una estudiante violada, cede su hijo en adopci¨®n. Plath termin¨® Tres mujeres en 1962, un a?o antes de suicidio, y cuando ya viv¨ªa separada de su marido. Por cierto que Lumen ha reeditado Cartas de cumplea?os (biling¨¹e, traducci¨®n de L. A. de Villena), el extenso poemario en el que Ted Hughes (1930-1998) relata en clave autobiogr¨¢fica la vida en com¨²n del matrimonio (incluyendo el affaire del autor con la poeta alemana Assia Wevill, una mujer tambi¨¦n tr¨¢gica y de inquietante belleza). De ese libro excepcional, selecciono los primeros versos del poema Odiaste Espa?a, en el que Hughes se refiere a la estancia de la pareja en este pa¨ªs durante su luna de miel (1956): ¡°Espa?a te asust¨®. Esa Espa?a / donde me sent¨ª como en casa. La luz de cruda sangre, / las oliv¨¢ceas y salitrosas caras, los negros / confines africanos de todo te asustaron¡±. Por alguna raz¨®n que s¨®lo descubrir¨¦ en el div¨¢n de mi psicoanalista, el poema me trae a la memoria una sentencia apod¨ªctica de Cioran (creo que figura en Breviario de podredumbre), uno de los pocos reaccionarios que admiro y me hacen re¨ªr, en el que afirma que Espa?a, como Rusia, es una naci¨®n ¡°pre?ada de Dios¡±, a?adiendo que a otras naciones les basta conocerlo, mientras que el nuestro lo lleva dentro. Por lo dem¨¢s, les recomiendo en YouTube el v¨ªdeo en el que Plath recita Daddy ¡ªuno de sus poemas que prefiero¡ª, compuesto tambi¨¦n en 1962 y publicado p¨®stumamente en ese magn¨ªfico libro que es Ariel, publicado por Hiperi¨®n en 1985 (traducci¨®n de Ram¨®n Buenaventura) y que, inexplicablemente, no se ha reeditado.
Breves
Con tanto aniversario y celebraci¨®n y sus correspondientes monogr¨¢ficos, acumulo junto a mi sill¨®n de orejas notas garabateadas sobre varios de los libros le¨ªdos desde el verano. Por ejemplo, sobre un par de novelas breves, pero ambiciosas y complejas, que no me gustar¨ªa que pasaran inadvertidas en la vertiginosa rotaci¨®n de las mesas de novedades. Un amigo as¨ª (Planeta), de Mart¨ªn Casariego, es un hermoso relato acerca de la amistad y la traici¨®n enmarcado en una tenue pero bien armada intriga y contado por un narrador cuya personalidad se desvela al final. El marco de la historia es el alpinismo ¡ªcomo deporte, pero tambi¨¦n como vestigio de una ¨¦pica que ya no existe¡ª, una afici¨®n que comparten los dos amigos protagonistas, empe?ados en escalar el Mont Blanc. Novela de sentimientos y culpa en la que se deslizan otros temas secundarios (el periodismo, caracterizado como ¡°novela del mundo¡±). La culpa tambi¨¦n ocupa un papel fundamental en Pastoral iraqu¨ª (Alfaguara), primera novela de Basilio Baltasar, que sorprende por su habilidad para conciliar su marcado contenido aleg¨®rico con una narraci¨®n que consigue concitar el inter¨¦s del lector. El narrador, capit¨¢n del servicio de informaci¨®n en un destacamento espa?ol en Irak, es el testigo (rencoroso) y comentarista (a menudo poco fiable) del comportamiento de un conjunto de militares que representan distintos tipos psicol¨®gicos. El escenario b¨¦lico, con ser importante, no deja de ser una especie de claustrof¨®bico hortus conclusus en el que los personajes despliegan sus grandes miserias y peque?as grandezas, empezando por el coronel Merola, un personaje corro¨ªdo por la culpa, en torno al que se espesa la leve intriga de esta ins¨®lita novela.
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