Rebobinar la vida
Richard Curtis propone una comedia rom¨¢ntica de viajes en el tiempo, un pretexto para un juego narrativo sobre las segundas oportunidades
Hubo un d¨ªa en la vida de Richard Curtis, probablemente un d¨ªa en la primera mitad de la d¨¦cada de los noventa, en que, ante el guionista y futuro cineasta, se abri¨® una bifurcaci¨®n en el tiempo: la posibilidad de tomar una decisi¨®n y convertirse en otra cosa. Y, as¨ª, una de las voces m¨¢s ¨¢cidas e incisivas de la comedia televisiva decidi¨® entregarse a la rentabilidad de lo encantador y a las posibilidades de una modulaci¨®n inconfundiblemente brit¨¢nica de la comedia rom¨¢ntica.
UNA CUESTI?N DE TIEMPO
Direcci¨®n: Richard Curtis.
Int¨¦rpretes: Domhnall Gleeson, Rachel McAdams, Bill Nighy, Tom Hollander, Lydia Wilson.
G¨¦nero: comedia. Reino Unido, 2013.
Duraci¨®n: 123 minutos.
En otras palabras, en 1994, el guionista de un serie tan bien escrita y tan punzante como Blackadder ¡ªo la historia de Inglaterra pervertida por la comicidad esquinada de Rowan Atkinson¡ª se transform¨® en el guionista de una pel¨ªcula tan bien escrita y tan blanda como Cuatro bodas y un funeral (1994) ¡ªo la screwball comedy neutralizada por la gestualidad petimetre de Hugh Grant¡ª. Cuando el guionista decidi¨® dar el salto a la direcci¨®n, fue este segundo Curtis el que se impuso, en pel¨ªculas como Love actually (2003) y Radio encubierta (2009), donde la vieja vena c¨ªnica asomaba el hocico para acabar asfixiada por el seductor buenrrollismo que era, ya, la nueva marca estrella de la casa.
En Una cuesti¨®n de tiempo, Curtis propone una comedia rom¨¢ntica de viajes en el tiempo, en la que el amante de la ciencia-ficci¨®n no encontrar¨¢ ni hip¨®tesis elaboradas, ni juegos parad¨®jicos: el desplazamiento temporal es solo el pretexto para un juego narrativo sobre las segundas oportunidades y la necesidad de intensificar la experiencia cotidiana de las peque?as cosas. En suma, un juego de t¨®picos de un humanismo de bisuter¨ªa que, no obstante, Curtis maneja con cierta buena mano: Una cuesti¨®n de tiempo, vendiendo sensibler¨ªa al por mayor, sigue siendo una comedia muy bien escrita ¡ªescrita muy por encima de la media, de hecho¡ª que se beneficia de un pu?ado de interpretaciones carism¨¢ticas, entre las que brillan el padre encarnado por Bill Nighy o el dramaturgo antisentimental al que da vida Tom Hollander.
El poder de viajar en el tiempo es una suerte de inexplicable herencia familiar cuya transmisi¨®n de padre a hijo ocupa una de las secuencias m¨¢s memorables de la pel¨ªcula por el control de su sutil comicidad. A partir de ese punto, el desplazamiento temporal, con su c¨®digo de limitaciones, ser¨¢ el instrumento para ir corrigiendo sobre la marcha los procesos de una seducci¨®n rom¨¢ntica de manual de guion entre dos supuestos patitos feos. Una cuesti¨®n de tiempo se esfuerza de lo lindo en ganarse la simpat¨ªa del espectador y, s¨ª, simp¨¢tica es, pero tambi¨¦n conservadora y tremendamente obvia en su moraleja. L¨¢stima que Curtis no haya querido viajar atr¨¢s para recuperar su viejo yo.
Babelia
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