Tantas ¨ªntimas cat¨¢strofes
Esta calamidad general nos recuerda a un 21 de octubre de hace un siglo, un d¨ªa en la vida de Franz Kafka
Ayer se cumplieron 100 a?os del 21 de octubre de 1913. Ese d¨ªa, Franz Kafka consider¨® que lo hab¨ªa desperdiciado. Lleg¨® a su casa a las diez de la noche y anot¨®: ¡°D¨ªa perdido. Visita a la f¨¢brica de Ringhoffer, seminario de Ehrenfels, luego en casa de Weltsch, cena, paseo, y ahora, a las diez aqu¨ª. Pienso continuamente en el escarabajo negro, pero no escribir¨¦¡±.
Le persegu¨ªa ese oscuro ¡ªoscur¨ªsimo¡ª insecto desde que un a?o antes escribiera La transformaci¨®n (m¨¢s conocida por La metamorfosis), relato que aquel 21 de octubre de 1913 llevaba ya in¨¦dito casi un a?o, guardado en un no menos oscuro caj¨®n de su escritorio.
Si nos acercamos con mirada dictada por la alegr¨ªa a esa escena nocturna en la que Kafka escribe que ha desperdiciado el d¨ªa y evoca el escarabajo, puede que pensemos que nada va mal en ella, pues a fin de cuentas tenemos ah¨ª a un joven que guarda un gran in¨¦dito en su escritorio y est¨¢ sentado en el centro de una estancia que ofrece la imagen misma del bienestar y tambi¨¦n de la gracia, pues est¨¢ tocada por el esp¨ªritu del genio que la habita.
Pero si a la misma escena nos acercamos con mirada dictada por la tristeza, puede que veamos que todo ah¨ª va p¨¦simo, pues ese 21 de octubre el joven Kafka se halla hundido en graves titubeos. De hecho, le invaden toda clase de dudas sobre su escritura: ¡°En el fondo soy un hombre incapaz, ignorante, que si no hubiera ido obligado a la escuela, solo valdr¨ªa para estar acurrucado en una caseta de perro¡¡±.
?Qui¨¦n crea las dudas en los j¨®venes genios? ?C¨®mo es posible que alguien que ha escrito ya La transformaci¨®n ¡ªrelato que se convertir¨¢ en un cl¨¢sico de la literatura de todos los tiempos¡ª se vea a s¨ª mismo como un perro y se dedique principalmente a ejercicios de desesperaci¨®n?
He hablado de alegr¨ªa y de tristeza, y eso me ha recordado que en los relatos de Kafka las cosas llevan a la risa o al llanto, van bien o van mal, no hay muchos m¨¢s matices. Ya Jordi Llovet, en su pr¨®logo a la traducci¨®n al catal¨¢n de La transformaci¨®n, se?al¨® que en las historias de Kafka, tal como pasaba con las m¨¢scaras de los frontispicios griegos, solo aparec¨ªan los que re¨ªan y los que lloraban; en esto se asemejaba a los cl¨¢sicos, especialmente a Esquilo o S¨®focles, los cl¨¢sicos antiguos por excelencia: coincid¨ªa con ellos en la forma de explicar las cosas tal como son, sin detenerse en la descripci¨®n de pasiones subterr¨¢neas.
?Y acaso esa oposici¨®n entre lo que va bien y lo que va mal no surge cuando nos adentramos en lo que llamamos los momentos de la verdad? En ellos no estamos para muchos rodeos y matices porque de inmediato oscuras fuerzas nos aclaran, de modo contundente, si las cosas van bien o mal.
Me acuerdo de que el propio Kafka dec¨ªa que deseaba ¡°paso lento o carrera, pero no bien calculados brincos de saltamontes¡±. Y as¨ª vemos c¨®mo el 20 de noviembre de 1913 anot¨® en su diario: ¡°He ido al cine. He llorado. Una pel¨ªcula triste. Despu¨¦s, una alegre. Estoy completamente vac¨ªo y falto de sentido, el tranv¨ªa el¨¦ctrico que pasa tiene m¨¢s sentido vivo que yo¡±.
Esta ausencia de sentido no es muy distinta de la que percibimos hoy cuando observamos que ser¨ªa urgente que nuestras organizaciones pol¨ªticas fueran totalmente cambiadas, puesto que es evidente que solo defienden intereses particulares. Encima, no hay una sola ma?ana en la que no leamos abochornados (o conteniendo la risa) cualquier s¨®rdida nueva noticia que nos aumenta la sensaci¨®n de que todo va a¨²n m¨¢s rematadamente mal que el d¨ªa anterior. Nuestros deportes, nuestros cr¨ªmenes, nuestras corrupciones, nuestros imb¨¦ciles. Gran calamidad general sin matices. Tantas ¨ªntimas cat¨¢strofes nos recuerdan a aquel 21 de octubre de hace un siglo, aquel d¨ªa en la vida de Kafka. Exacto. Nuestro mundo cada vez se parece m¨¢s a un d¨ªa perdido. Y pensar que quiz¨¢s podr¨ªamos salvarnos ahora mismo si nos parti¨¦ramos de la risa.
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