Destejer

Cuando el ministro de Hacienda atac¨® al cine espa?ol, los medios exig¨ªan contestaciones, pero era un error entrar en esa discusi¨®n. La pol¨¦mica verdadera no estribaba en discutir sobre el cine nacional, sino en saber qu¨¦ consecuencias habr¨ªa tenido para un ministro de Sanidad afirmar que los m¨¦dicos espa?oles eran malos. O qu¨¦ habr¨ªa sucedido con el ministro de Agricultura si hubiera dicho que las naranjas espa?olas eran de mala calidad. O qu¨¦ decisi¨®n habr¨ªa tomado el presidente sobre el ministro de Justicia si hubiera dicho que el problema de la justicia espa?ola no es la falta de recursos, sino la mediocridad de sus profesionales. Los ceses habr¨ªan sido inmediatos. R¨¢pido lleg¨® la sincera rectificaci¨®n del ministro de Hacienda, que se excus¨® por sus palabras y rectific¨® su opini¨®n, con lo que un asunto tan intrascendente qued¨® zanjado.

Pero convendr¨ªa retomar la idea esencial, que quedaba oculta bajo los titulares m¨¢s estridentes. La subida desmesurada del IVA ha hundido a muchas salas y ha puesto en peligro todo un modelo de negocio. Al bajar el gobierno franc¨¦s ese impuesto, reactiv¨® la importancia de ese motor econ¨®mico, al contrario que nuestros responsables. Ahora, la Fiesta del Cine, que consiste en tres d¨ªas de precios rebajados en las salas, convoca colas desbordadas de espectadores. Una vez m¨¢s se ha demostrado la tesis contraria a los c¨¢lculos gubernamentales, si incentivas el consumo puedes recaudar fondos para tapar el agujero contable, que es enorme, pero sin destrozar al peque?o comercio.

Bajo la asfixia de los impuestos y las tasas recaudatorias, un ejemplo tan sencillo puede aplicarse a cientos de actividades que han sido estranguladas por un ejercicio de fiscalidad rampl¨®n. La b¨²squeda del atajo en la recaudaci¨®n ha provocado el estrangulamiento del consumo y como consecuencia inmediata el aumento del paro. Todos los expertos coinciden en que el error europeo ha consistido en despertarse un d¨ªa con prisas excesivas por corregir el desmadre bancario en el que nos ten¨ªan inmersos, en lugar de aplicarse de manera progresiva a subsanar lo que ellos mismos, con su liberalidad, hab¨ªan causado. El da?o inmediato ya est¨¢ hecho. Ahora se trata de que comprendan, de una vez, que el tratamiento puede destrozar el tejido industrial y eso ya no tendr¨¢ arreglo durante generaciones.