Lou Reed: Realismo y pasi¨®n
Siempre imagin¨¦ este d¨ªa, las llamadas de amigos y conocidos, las peticiones de los medios, y me dec¨ªa que no iba a querer ni poder expresar mi sorpresa, mi conmoci¨®n. Ha sido, claro est¨¢, todo lo contrario. Aqu¨ª estoy, intentando aminorar la cascada de emociones, recuerdos, vivencias. Nos conocimos, logr¨¦ traspasar el muro de la antipat¨ªa que le hab¨ªa hecho famoso, entrar en el del afecto, que tan bien se le daba cuando la situaci¨®n era ¨ªntima. Dos palabras me vienen a la mente, una y otra vez, su lema, su m¨¦todo: la pasi¨®n y el realismo son, fueron, la clave. Sin esas dos palabras no se entiende la retardada revoluci¨®n que supuso su primera banda, The Velvet Underground, apadrinada por Andy Warhol, afirmando que no solo el sonido era un universo que pod¨ªa explorarse hasta sus l¨ªmites, sino que la m¨²sica pop pod¨ªa ser un medio tan v¨¢lido para dejarse impregnar por la realidad, y la pasi¨®n, como la literatura, el cine, la pintura, el teatro¡
?Puedo imaginar un mundo sin Lou Reed? Claro, queda su influencia, su renuncia a comprometer su arte, su tozudez, su creatividad. El destino ha querido que su ¨²ltimo disco fuese una pol¨¦mica, incomprendida colaboraci¨®n con Metallica, Lulu. ?Qu¨¦ artista rock de 70 a?os se atreve a poner su trayectoria en entredicho de esa manera? Le vi en el sur de Francia en junio de 2012, la ¨²ltima vez que estrech¨¦ su mano. Se le vio fr¨¢gil pero voluntarioso, respaldado por una espectacular banda de nueve m¨²sicos, interpretando Lulu pero asimismo revalidando por ¨²ltima vez Heroin, Walk on the wild side, Sweet Jane, I¡¯m waiting for the man, mezclando su arquet¨ªpico rock con el jazz m¨¢s lib¨¦rrimo. Sin una gota de nostalgia, entregado al presente m¨¢s vitalista, sabedor de que el arte es el instante vivido, no el pasado, no el futuro. Ahora. Estaba entusiasmando con su nueva pasi¨®n, la fotograf¨ªa. Revert¨ªa a una ilusi¨®n infantilista al hablar de las maravillas de las c¨¢maras digitales.
Podr¨ªa rememorar las cenas junto a ¨¦l y su entorno, los m¨¢s de treinta conciertos presenciados desde los a?os setenta, pero creo que su fama en Espa?a proviene de sus primeras visitas y la primera de estas me cambi¨® la vida. El 17 de marzo de 1975 actu¨® por vez primera en Barcelona, en una Palacio de los Deportes abarrotado por todos aquellos j¨®venes que ser¨ªamos la simiente de la Transici¨®n, personas para quienes los tab¨²es de sexo, drogas y rock¡®n¡¯roll eran puertas que atravesar. La polic¨ªa, los grises, se hab¨ªan personado en su camerino para prohibirle interpretar Heroin. La amenaza surti¨® su efecto, pero recarg¨® el recital de una soterrada intensidad que nos sorprendi¨® a quienes esper¨¢bamos teatro pues sab¨ªamos que estaba en el c¨ªrculo de Bowie y el glam. No hubo teatro, sino veracidad e hirientes guitarras el¨¦ctricas, rasposas pero aterciopeladas. Y versos que no se olvidan, sobre la relatividad de todas las cosas que tienen que ver con lo humano, sobre el poder de la expresi¨®n individual, insobornable, libre.
La gente no lo sabe, pero Lou Reed era en el fondo un rom¨¢ntico. Recordadle as¨ª.
Ignacio Juli¨¢, periodista musical, es el fundador y actual codirector de Ruta 66. Es el autor de la biograf¨ªa oficial Feed-Back. The Velvet Underground: legend, truth.
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