Manuel Vilas en poes¨ªa y Alberto Ramos en cuento, Premios del Tren 2013
El poema 'Creo', habla de las contradicciones del mundo contempor¨¢neo, y el relato 'Madrid-Casablanca-Barcelona' tiene como protagonista la pel¨ªcula 'Casablanca'
849 escritores de 21 pa¨ªses. 981 obras: 366 de poes¨ªas y 615 cuentos. Este es el balance de la 11? edici¨®n de los Premios del Tren 2013, de la Fundaci¨®n de los Ferrocarriles Espa?oles. Manuel Vilas (Barbastro, Huesca, 1962) ha ganado en Poes¨ªa con Creo y Alberto Ramos D¨ªaz (Valladolid) en cuentos con Madrid-Casablanca-Barcelona. El premio tiene una dotaci¨®n de 22.000 euros repartidos en ambas modalidades: 6.000 para el ganador, 3.000 para el segundo finalista y 500 a cada uno de los restantes seleccionados (En total son seis los premiados en cada modalidad).
El poema ganador, Creo, ¡°es una descripci¨®n del mundo actual. Las grandes contradicciones pol¨ªticas y sociales¡± expresadas en verso libre, seg¨²n Manuel Vilas. Narrador, ensayista y articulista, Vilas asegura sentirse identificado con la poes¨ªa realista del siglo XXI: ¡°Ha habido un distanciamiento del g¨¦nero con el p¨²blico. Esto se debe a que la gente no entiende los versos. Al lector le est¨¢n contando algo de lo que no se entera¡±.Esta forma de entender la poes¨ªa la sintetiza en una an¨¦cdota que suele ocurrirle a menudo cuando acude a reuniones de personas afines a los libros. ¡°Muchas veces acabamos hablando de mis trabajos. Muchos acaban alabando mis novelas pero sin embargo reconocen que la poes¨ªa no les llama la atenci¨®n. Que tienen que hacer grandes esfuerzos por seguir el hilo argumental¡±. Cuando esto ocurre, se suele generar, explica el autor, un efecto Iglesia, es decir, que solo unos cuantos iluminados entienden el sentido de lo que est¨¢n leyendo. La poes¨ªa, reclama Vilas, debe ser comprensible para todos si queremos que vuelva a retomar su protagonismo.
'Creo'
Creo en los r¨ªos sin nombre, en las piedras que yacen bajo las aguas de esos r¨ªos.
Creo en todos los ¨®rganos que inventan mi cuerpo cada d¨ªa.
Creo en mi rebeld¨ªa, en mi agotamiento, en mi desgobierno.
Creo que no fui engendrado,
creo que mis padres fueron una ilusi¨®n, actores de teatro.
Creo que todo muere. Creo en mi nerviosismo.
Creo que el sufrimiento es m¨¢s grande que el amor.
Creo en la aceleraci¨®n pol¨ªtica, en la celeb¨¦rrima maldad de la Historia.
Creo en los cientos de trasatl¨¢nticos y en los cientos de petroleros y en los cientos de portaaviones que cruzan en este instante todos los oc¨¦anos de la tierra.
Creo que las nubes me aman.
Creo en todos los trenes de alt¨ªsima velocidad que atraviesan ahora mismo Jap¨®n a quinientos kil¨®metros por hora.
Creo en los bares de esos trenes, donde la gente bebe cerveza japonesa y come cacahuetes dulces importados de un pa¨ªs que se llama Espa?a.
Creo en las dilatadas conversaciones de negocios de esos hombres asi¨¢ticos, sentados en los sillones de cuero de primera clase.
Creo en la noche.
Creo en La Habana, en su impertinencia hist¨®rica, en su diminuta estrategia. Creo en la prolongaci¨®n de la bondad de los muertos.
Creo en la felicidad de los muertos sobre cuyas tumbas la lluvia cae tercamente.
Creo en las confesiones de los presos pol¨ªticos chinos, en las descargas el¨¦ctricas que convierten sus cuerpos en un Ecce Homo que es anterior, simult¨¢neo y posterior a Cristo.
Creo en los que se ahogaron en los mares, tratando de nadar bajo una luna incompasiva.
Creo que soy el hombre m¨¢s maravilloso de este mundo y de cualquier mundo posible.
Creo que deber¨ªa ser amado siempre por todas las cosas y por todos los seres.
Creo en los perros.
Creo en Rusia.
Creo en mis dolores inconmensurables.
Creo en los tel¨¦fonos m¨®viles sumergibles de ¨²ltima generaci¨®n. Creo en los turistas, en su terror.
Creo en las poderosas drogas paliativas que suministraron al cuerpo agonizante de un hombre que se llamaba como yo la tarde del diecisiete de diciembre del a?o dos mil cinco en un hospital del norte de Espa?a.
Creo que he amado demasiado y demasiadas veces no he sido correspondido. Creo en Dios, en un Dios distinto al vuestro, no infinitamente mejor sino infinitamente distinto al vuestro, sarracenos.
Creo que estoy vivo en tanto en cuanto creo y escribo que creo.
Creo que yo no recib¨ª una educaci¨®n exquisita como s¨ª la recibi¨® la escritora Ir¨¨ne N¨¦mirovsky, que naci¨® en Kiev y muri¨® en Auschwitz.
Creo en el dorado h¨ªgado de Jesucristo, en su elevaci¨®n, en su lujuria, en su idolatrada y veloz ascensi¨®n a los reinos de la nada.
Creo que yo no pas¨¦ noches enteras en los duros asientos de tercera clase de los trenes franceses de mil novecientos cuarenta y uno como s¨ª las pas¨® Ir¨¨ne N¨¦mirovsky.
Creo que la tierra jam¨¢s, absolutamente jam¨¢s, fue redonda.
Creo que no existe la raza de los hombres.
Creo en los delfines, en los caballos y en los rinocerontes.
Creo que s¨ª existe el Mal. Creo en la infelicidad del Universo.
Creo en Anna Karenina, en su cuello devastado por las cuchillas de las zapatas de los frenos de los ferrocarriles rusos del imaginario siglo diecinueve, en las manos cortadas de Anna Karenina, saltando sobre la nieve, como p¨¢jaros rojos, sobre las v¨ªas atestadas de nieve indiferente al dolor y al amor.
Creo en Jay Gatsby, en la suave y blanda oscuridad de la bala americana que lo mat¨®.
Creo en Berl¨ªn, en una triste canci¨®n que lleva ese nombre y cuya letra contiene, cifrada, la historia de mi existencia.
Creo que la luz es un milagro destinado a nuestra credulidad.
Creo en el viento de la tarde que acaecer¨¢ en esa tarde en que el mundo termine.
Creo que la muerte nunca crey¨® ni creer¨¢ en m¨ª como s¨ª cree en ti y en todos vosotros.
Creo que me he vuelto profundamente sabio, delicado y fren¨¦tico.
Creo que estoy encima de una monta?a de viento, tomando el venenoso sol.
Creo que nunca morir¨¦.
El cuento con el que Ramos ha conquistado al jurado relata la historia de un se?or que ha visto la pel¨ªcula Casablanca 99 veces y siempre detiene la cinta en el mismo instante porque no quiere saber el final. Ramor dice que "esta acci¨®n se debe a que trata de recordar algo que le ocurri¨® en el tren que cubr¨ªa Madrid-Barcelona el 19 de noviembre de 1975, la v¨ªspera de la muerte de Franco¡±.
A este escritor de Valladolid que se siente madrile?o la pasi¨®n por las letras le viene de peque?o: ¡°Desde que tengo uso de raz¨®n me recuerdo escribiendo¡±. Con el tiempo, esta afici¨®n le llev¨® a indagar en otras formas narrativas como el teatro. ¡°Me siento c¨®modo inventando historias. Da igual el g¨¦nero. Escribo relatos para mis amigos, para m¨ª mismo, para el p¨²blico¡±, confiesa Ramos emocionado, para quien este premio ha sido una inesperada alegr¨ªa: ¡°Un subid¨®n¡±.
Los premios se entregaron el lunes 28, coincidiendo con el D¨ªa del Tren, en recuerdo a la primera m¨¢quina que funcion¨® en la pen¨ªnsula: la l¨ªnea Barcelona-Matar¨®.
El Segundo Premio de poes¨ªa ha sido para Rafael Espejo con la obra La desconocida. Este escritor cordob¨¦s nacido en 1975 es Licenciado en Filolog¨ªa Hisp¨¢nica, es lector editorial, cr¨ªtico literario en revistas especializadas y articulista de opini¨®n en prensa. En 2009 obtuvo el segundo galard¨®n en los Premios del Tren. En la categor¨ªa de cuentos el segundo galard¨®n ha sido para Gonzalo Calcedo por la obra El ladr¨®n de musgo. Nacido en Palencia (1961), es autor de una quincena de libros de relatos, entre ellos, Esperando al Enemigo (1996), La Madurez de las Nubes (1999), Apuntes del Natural (2002), El peso en gramos de los colibr¨ªes (2005), Saqueos del coraz¨®n (2007), Cenizas (2008), El prisionero de la Avenida Lexington (2010) y Siameses (2011). En 2003 public¨® su ¨²nica novela hasta el momento, La Pesca con Mosca.
Las otras obras premiadas, y dotadas con la cuant¨ªa de 500 euros son: en poes¨ªa: Cinco d¨ªas de Ben Clark (Ibiza); Intersecciones de Adolfo Cueto (Madrid); Viajar en d¨ªa azul de Jes¨²s Jim¨¦nez Dom¨ªnguez (Zaragoza), y Viaje a la noche, de Jos¨¦ Saborit Viguer (Valencia). En cuento: La ¨²ltima vez que vi a mi hermano de Mercedes de Vega (Madrid); Jap¨®n de Antonio Jim¨¦nez Bravo de Laguna (Las Palmas); Presagio de Olga Merino (Barcelona), y Una noche, un tren de Horacio Otheguy Riveira (Argentina).
Babelia
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