La dura traves¨ªa del c¨®mic
Tras el ¨¦xito de ¡®Dublin¨¦s¡¯, Alfonso Zapico recrea la expedici¨®n de Vasco N¨²?ez de Balboa El autor emul¨® con m¨¢s pena que gloria la ruta de hace 500 a?os
Hay cierta aura de poeta rom¨¢ntico o de pintor maldito revoloteando en torno a Alfonso Zapico (Blimea, Asturias, 1981), hijo de la cuenca minera de manos estilizadas y sue?os contundentes que el a?o pasado se consagr¨® como talento del c¨®mic con poco m¨¢s de 30 a?os y cuatro ¨¢lbumes. Por Dublin¨¦s, una mirada apasionada al no menos apasionado James Joyce y sus correr¨ªas interiores y exteriores, gan¨® el Premio Nacional, un abrazo institucional que los historietistas agradecen con la humildad de quienes derrochan maestr¨ªa para lograr ventas modestas.
Algo se mueve, sin embargo. Dublin¨¦s (Astiberri) va por su quinta edici¨®n, camino de los 10.000 ejemplares, una cifra a enarbolar en un mundillo donde el pan de cada d¨ªa ronda las 2.000 copias. La novela gr¨¢fica se ha traducido al franc¨¦s, al polaco, al alem¨¢n y al ingl¨¦s. En Irlanda, prueba de fuego, lo celebran con cierta pesadumbre nacionalista. ¡°Les parece un poco feo que el autor no sea irland¨¦s¡±, desvela con picard¨ªa Zapico. Su novela destila admiraci¨®n por Joyce. Contagiosa. ¡°Mucha gente me dice que le han entrado ganas de leer Ulises despu¨¦s del c¨®mic¡±. Hace una pausa, sonr¨ªe con sorna y a?ade: ¡°Y eso no s¨¦ si es bueno o malo¡±.
En su nuevo ¨¢lbum, el dibujante ha retornado a la Historia para recrear la expedici¨®n del extreme?o Vasco N¨²?ez de Balboa en El otro mar (Astiberri). Un trabajo que arranca de la iniciativa de la Fundaci¨®n Mare Australe, que invit¨® a nueve creadores de Panam¨¢ y Espa?a a emular la traves¨ªa de hace 500 a?os. ¡°Muy interesante, pero all¨ª fue un desastre. Nos libramos de la lluvia pero sufrimos todo lo dem¨¢s: un calor horrible, caminatas por el r¨ªo, noches en hamacas al raso. All¨ª no disfrut¨¦ nada, me habr¨ªa vuelto de haber podido, pero luego al regresar empec¨¦ a verlo de otra manera y a pensar que hab¨ªa sido una experiencia singular¡±, relata sobre los 12 d¨ªas que invirti¨® en salvar los 110 kil¨®metros que separan Atl¨¢ntico y Pac¨ªfico. Su N¨²?ez de Balboa es a ratos sanguinario, a ratos heroico. ¡°El personaje es muy contradictorio y yo no quer¨ªa hacer una historia idealizada. He dibujado una historia ¨¦pica pero tambi¨¦n hablo de la devastaci¨®n de una tierra y unos pueblos que desaparecieron pocos a?os despu¨¦s de la llegada de Balboa¡±.
Una equidistancia que desea imprimir a su pr¨®ximo trabajo, La balada del Norte, novela gr¨¢fica que saldr¨¢ en dos entregas dedicada la revoluci¨®n de Asturias en 1934 y a la singular sociedad donde enraiz¨®. ¡°No fue algo ni heroico ni rom¨¢ntico ni tampoco condenable... fue m¨¢s complejo que todo eso¡±, reflexiona. Suena a balada final, a homenaje de despedida y cierre de alguien ensamblado en una cultura industrial que camina hacia la extinci¨®n. ¡°Es un mundo que desaparecer¨¢ porque en dos a?os se cerrar¨¢n las explotaciones¡±, se?ala Zapico, primera generaci¨®n de una familia con ra¨ªces mineras hasta d¨®nde se sabe que se aferr¨® a una veta art¨ªstica y dio la espalda a la costumbre.
Al c¨®mic lleg¨® por una sucesi¨®n de placer infantil, tenacidad adolescente y refugio psicol¨®gico. ¡°Soy solitario, muy t¨ªmido y cortado; descubr¨ª que el c¨®mic me ayudaba, que yo pod¨ªa crear algo solo en mi casa que luego llegar¨ªa a un mont¨®n de gente. Y a m¨ª me interesa compartir lo que hago¡±.
Su primer libro, La guerra del profesor Bertenev, se public¨® en Francia, en 2006. Con la audacia de quien nada tiene que perder apost¨® por llamar a la puerta de editoriales francesas, grandes maquinarias de producci¨®n de tebeos para p¨²blicos masivos. ¡°Todos pens¨¢bamos que publicar all¨ª era la repera, pero era mentira. No era tan bonito. Resulta que me ha ido mucho mejor publicando antes en Espa?a y vendiendo los derechos¡±, compara.
Zapico reside en Angulema, ciudad sagrada para los historietistas de todo el mundo por facilidades, atm¨®sfera y devoci¨®n a las vi?etas. Hace cuatro a?os se instal¨® all¨ª, primero en la Casa de los Autores y ahora en el taller de Julie Maroh, la autora de El azul es un color c¨¢lido (Dibbuks), el c¨®mic que inspir¨® La vida de Ad¨¨le. Angulema no le decepciona, aunque tal vez cierre pronto esa etapa: ¡°Tengo ganas de volver¡±.
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