El Santo Grial en Par¨ªs
Anduve por el Palais de Tokyo, en la avenida Wilson, porque se inauguraba en Par¨ªs una muestra del genial Philippe Parreno, el primer artista al que han invitado a intervenir en el espacio completo del edificio. El resultado ha sido un imaginativo trabajo de un autor que vive inmerso en una po¨¦tica de aire espectral y al que admiro desde que en Granada viera su infraleve intervenci¨®n minimal en la muestra Everstill: un vaho en la mism¨ªsima ventana desde la que sol¨ªa mirar Federico Garc¨ªa Lorca; la huella de un fantasma, la traza de un aliento en un cristal de la casa familiar.
Ahora en Anywhere, anywhere outside the world (En cualquier parte fuera del mundo), un Parreno menos minimal ha manipulado s¨ªmbolos, palabras y sonidos para lograr cambios en la percepci¨®n que ten¨ªamos del anta?o moderno edificio parisino. Con ¨¦l ha colaborado su amigo Tino Sehgal, as¨ª como Dominique Gonz¨¢lez-Foerster, que oculta su intervenci¨®n detr¨¢s de una estanter¨ªa m¨®vil.
Empuj¨¦ por casualidad el mecanismo giratorio de esa estanter¨ªa fuera del mundo y me encontr¨¦ en un lugar fantasmal, donde hab¨ªa una biblioteca clandestina de muy pocos t¨ªtulos, con varios ejemplares de cada uno. El original de Laura (Nabokov), El hombre en el castillo (Philip K. Dick), La isla Panorama (Edogawa Rampo), En las monta?as de la locura (H. P. Lovecraft), Madame Solario (Gladys Huntington), El viaje de invierno (Perec / Roubaud), El manuscrito Voynich (An¨®nimo)¡
La presencia de este ¨²ltimo libro ¡ªcomo se sabe, el m¨¢s misterioso del mundo¡ª me anim¨® de golpe, no solo porque record¨¦ lecturas de otro tiempo (El Necronomic¨®n, de Lovecraft; El Club Dumas, de P¨¦rez-Reverte), sino tambi¨¦n porque comprend¨ª que, una vez m¨¢s, aquel manuscrito ¡ªllamado Voynich por el apellido del librero que en 1912 lo adquiri¨® a los jesuitas¡ª regresaba a mi vida con su creativo misterio todav¨ªa por resolver.
Nadie ha podido descifrar jam¨¢s esa especie de Santo Grial de la criptograf¨ªa hist¨®rica. Libro escrito en un alfabeto ininteligible y adornado con dibujos er¨®ticos, de bot¨¢nica y astron¨®micos: un largo texto en un idioma totalmente desconocido, el llamado voynich¨¦s, lo que ha llevado a algunos a sostener que el libro lo hizo un extraterrestre y a otros que es un juego medieval de un improbable vanguardista de aquellos d¨ªas.
Sin embargo, el hecho de que cumpla la ley de Zipf (que establece que en todas las lenguas conocidas, la longitud de las palabras es inversamente proporcional a su frecuencia de aparici¨®n) hace pensar que se trata de un texto redactado en un idioma que fue una lengua natural, ya que los lenguajes artificiales no cumplen esta regla (imposible, por otra parte, que el autor de El manuscrito Voynich conociera la ley de Zipf, enunciada muchos siglos despu¨¦s y por tanto que la aplicase a una lengua inventada por ¨¦l).
Hace cuatro a?os, mediante la prueba del radiocarbono, se demostr¨® con toda fiabilidad que el pergamino del manuscrito deb¨ªa ser datado entre 1404 y 1438, al tiempo que se estableci¨® que la tinta fue aplicada tambi¨¦n en esos a?os, confirmando as¨ª que ese original de idioma ignorado es un documento medieval. En nuestro pa¨ªs fue publicado por Sirio, y hoy en d¨ªa, por un c¨²mulo de azares, viejos ejemplares de esa edici¨®n descansan en la espectral biblioteca de la avenida Wilson de Par¨ªs, agazapados en el interior de esa exposici¨®n fuera del mundo que imagino de noche visitada por ese ser superior cuya existencia, seg¨²n las ¨²ltimas noticias, acaba de ser ¡°demostrada inform¨¢ticamente¡± por los cient¨ªficos Benzm¨¹ller y Woltzenlogel; es un ser del que sospechamos que podr¨ªa resolvernos alg¨²n que otro enigma, lo cual, dicho sea de paso, ser¨ªa muy cargante, pues nos arruinar¨ªa el creativo e imparable mundo de lo oculto, gracia esencial de la vida.
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