Luis Cernuda: el futuro es hoy
Tal d¨ªa como hoy de 1963 fallec¨ªa en M¨¦xico el poeta de la Generaci¨®n del 27 El autor de 'La realidad y el deseo' es uno de los m¨¢s importantes del espa?ol del siglo XX Esta es una mirada sobre sus claves po¨¦ticas y su legado literario
Inc¨®modo en su tiempo, sinti¨¦ndose poco comprendido en su ¨¦tica y su obra, Luis Cernuda necesit¨® apoyarse en los poetas y los lectores del porvenir. La confesi¨®n de esta necesidad sostiene una de sus composiciones decisivas, A un poeta futuro, escrita en Glasgow en 1941 y recogida en el libro Como quien espera el alba(1947). Lo importante del poema no reside en las quejas, el lamento sobre su falta de encaje en una realidad hostil: ¡°Disgusto a unos por fr¨ªo y a otros por raro¡±. Una sociedad represiva y hom¨®foba, un car¨¢cter muy dif¨ªcil y las rencillas generacionales ayudan a situar la protesta continua de Cernuda, en la que se mezclan con frecuencia su marcado anticapitalismo, su fragilidad sentimental y una extrema susceptibilidad literaria.
Homenajes
Los teatros Ateneo de Madrid (hoy) y de Sevilla (viernes y s¨¢bado) recordar¨¢n a Luis Cernuda en sendos actos con poetas de diferentes generaciones. Se presentar¨¢ el libro Leve es la parte de la vida que como dioses rescatan los poetas (Poemas para Luis Cernuda), publicado por La Revista ?urea.
Pero lo importante del poema apunta en otra direcci¨®n: el proceso creativo que define su po¨¦tica, sobre todo a partir del exilio en la cultura anglosajona. Cernuda hab¨ªa escrito en su Himno a la tristeza que ¡°viven y mueren a solas los poetas¡±. De manera que ese poeta futuro para el que escribe en 1941 es tambi¨¦n y ante todo su lector, la persona que puede entender y darle vida a sus propios versos. En la creaci¨®n aparece reconocida la figura del lector como algo m¨¢s que una enso?aci¨®n. No una estrategia barata y vanidosa para imaginar en el futuro la gloria que niegan los contempor¨¢neos, sino una presencia real a la hora de la composici¨®n. El poeta piensa en su lector ideal, esbozo de su propia conciencia, para darle objetividad a sus sentimientos. Cernuda confiesa que busca la sombra de su alma ¡°para aprender en ella a ordenar mi pasi¨®n / seg¨²n nueva medida¡±. Y borra en parte su propia identidad para hallarla luego, ¡°conforme a mi deseo, en tu memoria¡±. El hecho po¨¦tico necesita, pues, tanto del lector como del autor para realizarse. Hace falta borrarse un poco para hacer habitable un espacio com¨²n.
Pero lo importante del poema apunta en otra direcci¨®n: el proceso creativo que define su po¨¦tica, sobre todo a partir del exilio en la cultura anglosajona. Cernuda hab¨ªa escrito en su Himno a la tristeza que ¡°viven y mueren a solas los poetas¡±
Estas consideraciones, muy raras en la poes¨ªa espa?ola de su tiempo, tienen consecuencias de peso en la obra de Cernuda y en la evoluci¨®n de nuestra l¨ªrica. Resumo los aspectos m¨¢s significativos de este terremoto. Primero: la poes¨ªa no es un ejercicio expresivo de la interioridad de un autor, sometido solo a su propia sinceridad inmaculada. Segundo: el poema es un espacio p¨²blico, objetivo y su dimensi¨®n depende de que sea habitado y vivido por el lector. Tercero: m¨¢s que expresar lo que se siente, trabajar un poema significa crear los efectos necesarios en el texto para que el lector haga suya la experiencia. Cuarto: m¨¢s que espect¨¢culos de ingenio y ret¨®rica, se vuelve fundamental en el taller la capacidad de imaginar el lenguaje y la estructura que permiten la presencia viva del lector. Estos son los principios de la elaboraci¨®n, los esfuerzos para acoplar formas y contenidos. Esta unidad l¨ªrica imprescindible no surge de una verdad expresiva espont¨¢nea, sino de una escritura calculada y convertida en ¨¦tica, en imaginaci¨®n moral.
La obra de Luis Cernuda, recogida bajo el t¨ªtulo de La realidad y el deseo, es amplia y atraves¨® de manera personal los ciclos de su tiempo a trav¨¦s de la poes¨ªa pura, el surrealismo, la invocaci¨®n neorrom¨¢ntica y la apuesta por un realismo m¨¢s seco, seg¨²n la calificaci¨®n acertada de Jaime Gil de Biedma. Es l¨®gico que la presencia de Luis Cernuda se extienda por muchos matices y corrientes literarias que pueden ir del esteticismo a la poes¨ªa c¨ªvica, de los decorados sensuales a la rebeld¨ªa de una conciencia ¨ªntima, tan orgullosa de su diferencia como de su solidaridad.
La realidad y el deseo, es amplia y atraves¨® de manera personal los ciclos de su tiempo a trav¨¦s de la poes¨ªa pura, el surrealismo, la invocaci¨®n neorrom¨¢ntica y la apuesta por un realismo m¨¢s seco,
Creo que la herencia m¨¢s viva de Cernuda fue recogida por poetas como Francisco Brines y Jaime Gil de Biedma en el homenaje que le dedic¨® la revista La ca?a gris en 1962. Comprendiendo la nueva din¨¢mica que surg¨ªa de composiciones como Un poeta futuro, advirtieron en el ejemplo de Cernuda la necesidad de objetivar la propia experiencia en el poema, de convertirla en una escritura meditada y capaz de provocar efectos de vida.
Esta objetivaci¨®n sirve para ordenar en el texto las pasiones del autor y del lector y, al mismo tiempo, para ofrecer una alternativa ¨¦tica a la realidad injusta del mundo. Como escribi¨® en el poema Mozart de Desolaci¨®n de la Quimera (1963): ¡°Da esta m¨²sica al mundo forma, orden, justicia, / nobleza y hermosura¡±. Y como afirm¨® en 1936, otro poema del mismo libro dedicado a un luchador republicano, la dignidad de la conciencia individual es imprescindible ¡°como testigo irrefutable / de toda la nobleza humana¡±. Son lecciones muy vivas de su poes¨ªa, ahora que uno de sus enemigos m¨¢s poderosos, el capitalismo, extrema la destrucci¨®n de las conciencias individuales y de los espacios p¨²blicos. El futuro es hoy.
Cincuenta a?os despu¨¦s de su muerte, hay pocas dudas de que Luis Cernuda es uno de los nombres m¨¢s grandes de la poes¨ªa en lengua espa?ola. En realidad, es una opini¨®n que ya estableci¨® Federico Garc¨ªa Lorca en abril de 1936 con motivo de la primera edici¨®n de La realidad y el deseo, en el discurso que pronunci¨® en un banquete-homenaje muy concurrido. A Cernuda no le calmaron esos elogios sinceros. Tampoco le calmar¨ªan hoy los nuestros, porque la fama de Juan Ram¨®n, Salinas, Alberti y el propio Garc¨ªa Lorca¡ Pero ese es otro cantar.
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