Una cr¨®nica sobre ¡°donde nos lleva el cuerpo y la cabeza¡±
La escritora argentina Leila Guerriero narra en su nuevo libro, ¡®Una historia sencilla¡¯, la lucha por la gloria de un bailar¨ªn de malambo
Qui¨¦n que lo tenga claro, qui¨¦n que no haya sentido la punzada fan¨¢tica de una quimera, no lo ha dejado todo para cumplirlo. ¡°Este es un relato sobre los l¨ªmites, donde nos lleva el cuerpo y la cabeza¡±, asegura Leila Guerriero sobre su nuevo libro, Una historia sencilla (Anagrama), cuyo t¨ªtulo est¨¢ inspirado en aquella po¨¦tica pel¨ªcula de David Lynch traducida as¨ª al espa?ol pese a llamarse The straight story. Es un paseo por la vida, el sufrimiento, el sacrificio, la callada desesperaci¨®n, el sudor, la temida frustraci¨®n, la solidaridad, la gloria. Gloria ef¨ªmera que se lleva cada a?o el campe¨®n de malambo, baile folcl¨®rico, en el Festival nacional de Laborde.
All¨ª fue donde Guerriero (Jun¨ªn, 1966) conoci¨® a Rodolfo Gonz¨¢lez Alc¨¢ntara, su Aquiles. Eso, un tipo normal, sencillo, humilde ¡ªpara pecar de repetitivos en lo ins¨®lito¡ª salido de la espesa nada que acompa?a a la pampa argentina. ¡°Una persona inusual en sus principios, que valora la amistad, la lealtad, que detesta la traici¨®n; eso como decimos all¨¢, de que le anden hablando por atr¨¢s¡±. Un hombre que le dio para transformar su cotidiana peripecia en una de sus cr¨®nicas narrativas, g¨¦nero en el que esta brillante autora reina con prosa de rizo electrizante, y transmutar en su cuerpo de gigante raptado por el baile quiz¨¢s el alma m¨¢s profunda de todo un pa¨ªs.
Natural, sin alarmarse, sin sofocarse, as¨ª, insistamos, sencillamente, Guerriero se adentr¨® en un mundo de s¨ªmbolos, ca¨ªdas, ¨¦tica no escrita, no impresa en c¨®digos inviolables. ¡°Triunfar para sucumbir, esa era la clave¡±. Y as¨ª es, cada a?o, en Laborde, donde sin mucho foco se celebra una especie de acontecimiento que re¨²ne a todos los hombres y mujeres consagrados a un baile en el que, para lograr su premio tienen que someter su cuerpo durante casi 5 minutos al esfuerzo que debe volcar en su carrera un velocista de 100 metros lisos.
Pues eso, normal... Un momento¡ ?Normal? Para ellos... Como normal les resulta el trance, la sangre, la carne de los dedos y los pies resquebrajada tras cada embestida con los pies en una tormenta que los deforma con el tiempo. ¡°Ahora Rodolfo sufre dolores en el cuerpo in¨¦ditos¡¡±. Normal, para ellos, es la admiraci¨®n y el apoyo que despiertan, y que les conduce a que su familia hubiera alquilado un autob¨²s para desplazarse al concurso y se tiraran 10 d¨ªas durmiendo en el mismo porque, o bien se gastaban los mangos en el transporte, o bien alguien les llevaba y lo invert¨ªan en alojamiento. ¡°Todo es ins¨®lito en este hombre y en los suyos¡±, asegura Guerriero.
Cuando ella lo vio bailar, le atraves¨® un rayo. Normal. Hasta ah¨ª, normal. La suerte a veces se al¨ªa con el esp¨ªritu de las historias que decides contar. Y en esa ocasi¨®n, Gonz¨¢lez Alc¨¢ntara qued¨® subcampe¨®n. As¨ª es como la escritora pudo aprovechar ese a?o de desvelos en su protagonista, de ahorro para comprar lo necesario y gastar en clases, de entrenamiento salvaje, para contar, sin renunciar nunca a la sencillez del relato, la impresionante aventura de su camino a esa gloria nacida para evaporarse.
¡°Existe la regla escrita, el pacto de que un ganador de Laborde no puede volver a presentarse a ese ni a otro concurso¡±. Queda proscrito. Queda marcado si lo hace. Triunfar para sucumbir, pues. Llegar y quiz¨¢s no caer, pero si bajar del cielo a la tierra para quedarse, quiz¨¢s toda la vida, ¨²nicamente, con ese triunfo impagable, inexplicable, aut¨¦ntico, soberano de la insobornable satisfacci¨®n interior.
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