La clase
Amparo Rivelles resumi¨® con categor¨ªa la fascinaci¨®n mutua entre galanes y damas de cine, las fronteras entre amistad y amor
Bastaba conocer de manera superficial a Amparo Rivelles para percibir su enorme clase. Entendemos por clase algo intangible, que no se adquiere con dinero ni estatura social, sino con la dosis perfecta de misterio y familiaridad. Alguien cercano nos cont¨® que en sus ¨²ltimos tiempos de hospital, Amparo Rivelles no perdi¨® el sentido del humor, marca de la casa, y que era frecuente que recibiera la visita de N¨²ria Espert para jugar con ella un parch¨ªs. En esa partida se ve perfectamente sintetizada la grandeza del oficio, la normalidad de la gente extraordinaria. ?Acaso no es el parch¨ªs, con sus vueltas a la casilla de salida, sus fichas comidas por el contrincante que avanza y su mezcla de azar y estrategia, una perfecta reducci¨®n del trabajo de actor?
Fue bueno vencer la pereza ante la apertura de testamentos y sentarse a ver el Ep¨ªlogo dedicado a la Rivelles. En esa entrevista, grabada en vida para ser emitida en muerte, algunos aprovechan para recordar agravios y ajustar cuentas, convencidos de que el m¨¢s all¨¢ reparar¨¢ el m¨¢s ac¨¢. Pero la comparecencia de Amparo Rivelles fue todo lo contrario, una lecci¨®n de discreci¨®n para tiempos de impudicia. Desarm¨® uno por uno todos los t¨®picos traum¨¢ticos que se le pretend¨ªan endilgar, dio lo que quiso dar y guard¨® lo que quiso guardar para confirmarse como una mujer que sencillamente ejerci¨® la libertad y la independencia cuando quiz¨¢ no tocaba.
Resumi¨® con categor¨ªa la fascinaci¨®n mutua entre galanes y damas de cine, las fronteras entre amistad y amor, rememor¨® los tiempos en que el matrimonio significaba renunciar a la carrera, al pasaporte y el destino personal, para contar sin falsa heroicidad, que ella opt¨® por su modo vida m¨¢s que nada para evitar conflictos y ahorrar malos ratos. Se echa de menos que el joven espa?ol no est¨¦ familiarizado con Malvaloca o Los ladrones somos gente honrada, reducida la historia del cine espa?ol a Mart¨ªnez Soria y alrededores. Con una visi¨®n magn¨ªfica de su propia carrera, de ni?a mimada de Cifesa a gran dama del teatro en M¨¦xico, ironiz¨® con el milagro de seguir trabajando tras pel¨ªculas tan malas como Alba de Espa?a o La leona de Castilla. No fue mujer de cart¨®n piedra, sino hija de su madre, todo clase.
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