Blancura te?ida de rojo

La iconograf¨ªa de la nieve que rodea casas y carreteras, bosques y vidas, nunca es casual. Sobre todo cuando est¨¢ asociada al thriller. La nieve implica aislamiento, podredumbre moral interior en medio de la blancura exterior, campo de batalla donde desarrollar el instinto de supervivencia, aun a costa de te?ir de rojo otros devenires. El austriaco Stefan Ruzowiztky lo sabe bien, y aprovecha su simbolismo en La huida, su primer trabajo en Estados Unidos tras una extra?¨ªsima carrera donde se unen banal comercialidad y extrema autor¨ªa, para conformar un relato criminal irregular en casi todos los aspectos (principalmente en el de gui¨®n y el interpretativo), pero que se sostiene medianamente por esa atm¨®sfera, entre culpable y purificadora, que siempre exuda la nieve.

La huida, t¨ªtulo espa?ol del original Deadfall, y que nada tiene que ver con la hom¨®nima pel¨ªcula de Sam Peckinpah (salvo, casualidad, que ambas comiencen con sendos planos de ciervos), aglutina una serie de personajes a la deriva necesitados de una redenci¨®n que, tras variados giros del destino, y demasiados trucos de magia de escritura que abusan del recurso al azar, llega en forma de asedio final en el sal¨®n de una casa que parece alojar la inocencia en la mirada de una madre. Y all¨ª desembocan buena parte de las virtudes y los defectos de la pel¨ªcula: desde las limitaciones interpretativas de Olivia Wilde y Eric Bana (¨¦l es un h¨¦roe, y el lado oscuro le cuesta), hasta la poderosa presencia de Sissy Spacek, y la muy seca y contundente puesta en escena de Ruzowiztky.