Prohibieron la m¨²sica pop
La ¨²ltima perla hallada en el oc¨¦ano de textos dejados por Guillermo Cabrera Infante es 'Mapa dibujado por un esp¨ªa'
La ¨²ltima perla hallada en el oc¨¦ano de textos dejados por Guillermo Cabrera Infante en su casa londinense es Mapa dibujado por un esp¨ªa, cr¨®nica de un per¨ªodo de callado dramatismo que vive en 1965. GCI ha cre¨ªdo alejarse de las luchas intestinas de la Revoluci¨®n al instalarse en Bruselas, como agregado cultural; all¨ª est¨¢ Miriam G¨®mez, su esposa, tambi¨¦n empleada de la Embajada. Hasta que retorna a Cuba para el entierro de su madre.
Al p¨ªe del avi¨®n que le llevar¨ªa de vuelta a Europa, le ordenan permanecer en la isla. Lo que sigue es una pesadilla: cuatro meses varado en La Habana, temiendo un zarpazo del castrismo, que le sospecha disidente, aunque p¨²blicamente se muestra muy prudente. Tiempo suficiente para apreciar la pobreza general, la degradaci¨®n urbana, el surgimiento de las jineteras, el miedo que asfixia a los c¨ªrculos art¨ªsticos e intelectuales.
Crece la tensi¨®n. Guillermo sabe que se le acaba el tiempo: su hermano Sab¨¢, destacado en Madrid, va a solicitar asilo pol¨ªtico. Y tambi¨¦n surgen razones para no moverse: entre sus abundantes lances er¨®ticos, se enamora de una jovencita llamada Silvia. Pero, signo de los tiempos, llega a temer que sea una agente de Barbarroja, gran se?or de los servicios secretos.
Mapa dibujado por un esp¨ªa es un texto inacabado. No fue reelaborado literariamente, lo que seguramente impidi¨® que se colaran valoraciones a posteriori, anatemas para tantos colegas que se envilecieron. Hay nombres cambiados o dejados en blanco: Cabrera Infante no va a ejercer de chivato. Lo que palpamos aqu¨ª es el d¨ªa a d¨ªa, las frustrantes minucias, los encuentros en distancias cortas.
Vemos a un Nicolas Guill¨¦n indignado de que Castro haya usado una visita a la Universidad para acusarlo de ¡°harag¨¢n¡± y afirmar su preferencia por Alejo Carpentier. Un Guill¨¦n seguramente intimidado: el poder de Fidel es total. Puede castigar a un colaborador que llega tarde: encierra al tard¨®n en una caseta durante dos semanas.
Cabrera Infante da un aprobado raspado a Los Zafiros pero suspende a Pello El Afrok¨¢n
Cabrera Infante va descubriendo nuevos niveles de represi¨®n: el pepillo al que putean en el servicio militar al saberse que escucha m¨²sica pop, ya que expresamente prohibida en radio o TV, tambi¨¦n est¨¢ mal vista su audici¨®n privada. Para el r¨¦gimen, la m¨²sica pop en ingl¨¦s es contaminaci¨®n ideol¨®gica.
Con su habitual cintura, Castro s¨ª da el visto bueno al pop espa?ol, que alcanza inmensa popularidad a trav¨¦s de Nocturno, un programa de Radio Progreso. Entran en tromba Los Brincos, Juan & Junior, Los Mustang, Los Bravos, F¨®rmula V, Los Diablos (hasta tiempos recientes, algunos de estos conjuntos se reun¨ªan regularmente para actuar en Miami, ante exiliados cubanos atacados de nostalgias nocturnas).
Tambi¨¦n est¨¢ mal visto el jazz. Preparando su huida, Guillermo pone en venta sus discos. Felizmente, esquiva una invitaci¨®n para conocer al nuevo propietario y su amplia colecci¨®n. Esa misma noche, entra la polic¨ªa y pillan al jazzero fumando marihuana: ha sido denunciado por su esposa. Cuatro a?os de c¨¢rcel.
GCI aprende que urge cortarse el pelo y evitar los pantalones estrechos. Para los j¨®venes, la disidencia est¨¦tica es se?al de desafecto ideol¨®gico, un billete de ida para los trabajos forzados en las brutales UMAP. La revoluci¨®n ha desarrollado un estridente machismo-leninismo, que persigue con sa?a ¡°la mariconer¨ªa¡±. Es la obsesi¨®n de Lacras Sociales, una secci¨®n de la polic¨ªa empe?ada en cazar homosexuales.
Tambi¨¦n se desencanta con la nueva m¨²sica cubana. Da un aprobado raspado a Los Zafiros pero suspende a Pello El Afrok¨¢n, que ¡°hace un ruido infernal sin jam¨¢s organizarlo en m¨²sica¡±. Su mejor experiencia ocurre en una reuni¨®n del compositor Harold Gramatges, donde Ela O¡¯Farrill y Frank Emilio interpretan ¡°canciones de la ¨¦poca del feeling; exceptuando los himnos, no hab¨ªa una canci¨®n revolucionaria que valiera la pena¡±.
Al final, esos meses de purgatorio quedan identificados musicalmente con el jazz. El de Dave Brubeck, que acompa?a las sesiones amorosas con Silvia. Y el elep¨¦ Lady in satin, de Billie Holiday, un favorito igualmente de Silvia. Fatalmente, se pierde: lo dejan en un taxi, camino de una fiesta. Un aviso de Eleggua: es la hora de partir.
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