El Max Aub m¨¢s ¨ªntimo
Una edici¨®n facsimilar con material in¨¦dito de ¡®Cartas a mi hija Elena¡¯ muestra el lado m¨¢s personal del escritor e intelectual hispanomexicano
En una cajita de madera forrada en muar¨¦ beis, que en su d¨ªa era la m¨¢s apetecida por guardar mantecados, polvorones y alfajores La Gloria, hay una buena parte de los secretos m¨¢s ¨ªntimos de Max Aub durante su exilio espa?ol tras la Guerra Civil: cartas a su hija Elena, fotograf¨ªas de su paso por los campos de internamiento en Francia y Argelia, obritas de teatro para su familia, poemas y un rosario de recomendaciones e ideas desde el exilio patrio y sentimental. Todo ello coincide ahora con el 110? aniversario de su nacimiento.
Parte de esa faceta del escritor e intelectual hispano-mexicano se conoce desde anoche bajo el t¨ªtulo de Cartas a mi hija Elena, libro facsimilar y artesanal editado por el Centro de Arte Moderno de Madrid. Es una muestra del relicario de la segunda hija del autor de obras fundamentales de la Guerra Civil y la posguerra como el proyecto narrativo El laberinto m¨¢gico o La gallina ciega. Un material privado que se da a conocer porque, cuenta Elena Aub, con suave deje mexicano, ¡°con 82 a?os te planteas ordenar las cosas¡±. Ella sabe que por ah¨ª hay sobres o cajas que cuando los abre ¡°la vida te aparece a cachitos, se abre a pasitos, y a veces llega con llanto. Pero hay que ordenar¡±.
Son objetos y referencias familiares que contribuyen al conocimiento personal de un autor importante, porque estos aspectos no suelen quedar bien cubiertos en biograf¨ªas o perfiles, opina Claudio P¨¦rez M¨ªguez, director del Centro de Arte Moderno de Madrid.
¡°?Te acuerdas Elena / cuando te cantaba / hace ya seis a?os / el cuento de Rosa Clara?¡±, as¨ª empieza uno de los poemas in¨¦ditos del libro. Aparecen tres versiones: el original escrito a mano y con tachaduras, la transcripci¨®n de 1942 y la versi¨®n mecanografiada. Entonces Max Aub estaba en el campo de Djelfa, en Argelia, y su familia en Espa?a.
Es el padre amoroso, educador, c¨®mplice. Pero no todo es nostalgia. Tambi¨¦n est¨¢ el Aub con sentido del humor, como se aprecia en la obra de teatro Los espectros, que escribi¨® en los a?os cuarenta para su mujer y tres hijas, y donde son ellas los personajes. Sube el tel¨®n: ¡°El comedor de la familia Cocoreta. Est¨¢ amaneciendo. Sale el espectro¡¡±. Y a partir de ah¨ª una breve pieza surrealista que no parece ir a ning¨²n lado escrita para divertimento de sus mujeres. ¡°Eran obras que nos regalaba para representar los domingos¡±.
Este libro-relicario recuerda que la vida de Max Aub fue itinerante desde el comienzo, una mezcla de lugares que llev¨® en su sangre. Naci¨® en Par¨ªs en 1903 y muri¨® en M¨¦xico DF, en 1972. Aunque era de padre alem¨¢n y madre francesa, la familia se traslad¨® a Valencia en 1914, y en 1920 ¨¦l se hizo viajante, luego miembro del Partido Socialista mientras escrib¨ªa, hasta que public¨® su primer libro en 1924: El desconfiado. M¨¢s adelante mont¨® el grupo teatral El B¨²ho. Durante su estancia en Par¨ªs como exiliado de la Guerra Civil, en 1940, fue acusado de comunista, detenido y llevado al campo de internamiento de Vernet. Qued¨® libre y luego otra vez detenido y enviado al campo de Djelfa, en Argelia. All¨ª surge uno de sus libros m¨¢s conmovedores, el poemario Diario de Djelfa (1945).
Finalmente, lleg¨® a Veracruz (M¨¦xico). Reuni¨® a su familia en 1946. Entonces, su hija Elena ya ten¨ªa 15 a?os. Aub, dice P¨¦rez M¨ªguez, fue un hombre cosmopolita que abraz¨® Espa?a como su pa¨ªs y el idioma castellano como ¨²nica forma de expresi¨®n literaria. ¡°Luch¨® por sus ideas, que conserv¨® toda su vida, y por lo que ¨¦l crey¨® una Espa?a mejor, pero lo pag¨® con encierros en campos de concentraci¨®n, alejamiento de su familia y el exilio; sin embargo, nunca perdi¨® su sentido del humor ni su capacidad afectiva¡±.
Un reflejo de eso se ve en estas im¨¢genes, textos personales y creaciones literarias que pueden ser ¡°un regalo para la gente que lo aprecia¡±, dice su hija. Especialmente en M¨¦xico, donde fue muy activo culturalmente. ?l volvi¨® a Espa?a en 1969, y lo que vio le inspir¨® La gallina ciega. Su hija Elena regres¨® definitivamente en 1991. ¡°Los mexicanos fueron m¨¢s generosos con nosotros que nosotros con ellos¡±, dice. El mundo so?ado se fue. Las esperanzas fueron detr¨¢s de ¨¦l. Pero las ilusiones y los desenga?os de Max Aub quedaron transformados en cartas, fotos, obras, recuerdos.
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