La Tate Britain se hace un ¡®lifting¡¯
El templo londinense del arte brit¨¢nico renace tras una espectacular rehabilitaci¨®n. Los trabajos han durado cerca de seis a?os y han costado 55 millones de euros
A principios del siglo XIX se edific¨® en el lugar, en las pantanosas orillas del T¨¢mesis a su paso por Millbank (Pimlico, Londres), una prisi¨®n tan insalubre y mal dise?ada que en 1840 fue rebajada a dep¨®sito de reos en tr¨¢nsito y luego a prisi¨®n militar, hasta que fue cerrada en 1890 y demolida en 1892. En 1897 se levant¨® all¨ª la Galer¨ªa Nacional de Arte Brit¨¢nico, que en 1932 se transform¨® en Tate Gallery y en el a?o 2000 en lo que es ahora, la Tate Britain.
Desde 2007, la Tate Britain se ha estado sometiendo a lo que su directora, Penelope Curtis, define como ¡°un lifting¡±, aunque la galer¨ªa se ha estirado algo m¨¢s que la piel de la cara en una reforma que se abre hoy al p¨²blico y que fue presentada ayer a bombo y platillo. Y que afecta no solo a la estructura arquitect¨®nica del edificio, abierto m¨¢s que nunca a la claridad de la luz natural, sino a la propia presentaci¨®n de la colecci¨®n permanente, que desde mayo se exhibe en orden cronol¨®gico en lugar de tem¨¢tico.
El edificio que aloja la Tate Britain nunca ha sido muy popular entre los arquitectos y estuvo a punto de ser demolido en los a?os 60. ¡°Afortunadamente hubo una campa?a en su defensa y se salv¨®¡±, record¨® ayer el director de Tate, sir Nicholas Serota. En 2007, los Caruso St. John Architects, con despacho en Londres y en Z¨²rich, empezaron su transformaci¨®n. Casi siete a?os y 55 millones de euros despu¨¦s, la reforma est¨¢ ya a la vista del p¨²blico, que sobre todo en los dos ¨²ltimos a?os ha tenido que soportar con paciencia el cierre parcial de varias zonas del museo.
Penelope Curtis cree que, pese a las dudas que suscit¨® en el pasado, el edificio se va a convertir ahora en un aliciente m¨¢s para atraer al visitante. ¡°Obviamente ahora es tan diferente que la gente vendr¨¢ para verlo¡±, sostiene la directora en una entrevista con este diario junto al arquitecto Adam Caruso. ¡°La gente que ha venido a verlo en los ¨²ltimos d¨ªas se ha quedado sorprendida y encantada. Y les ha encantado porque es un edificio que conoc¨ªan y siguen viendo, pero ven tambi¨¦n que ahora es mucho mejor. S¨ª, en efecto, es como un lifting¡±, sintetiza.
Aunque el edificio sigue siendo reconocible, han cambiado muchas cosas. La fachada principal, con vistas al T¨¢mesis, vuelve a ser ahora tambi¨¦n la entrada principal para el visitante. Tras el luminoso recibidor, el visitante llega a la gran Rotonda, convertida en el coraz¨®n de la reforma gracias a una espectacular escalinata en espiral que se?ala al visitante algo que antes no pod¨ªa ver: que hay vida por debajo de la planta baja y que el s¨®tano tambi¨¦n est¨¢ abierto al p¨²blico.
All¨ª hay ahora un restaurante con un aspecto excelente; un bar en el que el visitante muy observador descubrir¨¢ en el techo abovedado una sutil obra de arte de Alan Johnston; los nuevos archivos; o diversas zonas dedicadas a la ense?anza. En la planta baja siguen estando las galer¨ªas, pero ahora iluminadas con luz natural y exponiendo la colecci¨®n permanente de forma cronol¨®gica. El primer piso est¨¢ dedicado sobre todo a los socios de Tate, con un amplio caf¨¦ con butacones en los laterales. Y acoge tambi¨¦n el Grand Saloon: un espacio que ya exist¨ªa pero que no se ve¨ªa, dividido como estaba en tres despachos con un falso techo que tapaba la hermosa b¨®veda recuperada por la reforma.
M¨¢s que revolucionar el edificio, lo que han hecho los arquitectos ha sido recuperarlo. Volver a viejas estructuras que funcionaban. Dejar entrar la luz. Eliminar obst¨¢culos y barreras que hab¨ªan perdido su sentido. ¡°El proyecto empez¨® porque hab¨ªa una serie de necesidades. Una era restaurar galer¨ªas que no se hab¨ªan reformado durante m¨¢s de 100 a?os. Otra era mejorar las instalaciones para el p¨²blico. Mejorar la circulaci¨®n en la galer¨ªa. Adam Caruso y Peter St. John fueron designados en enero de 2007 y yo fui nombrada en noviembre de 2009. Supongo que fue por pura suerte que nuestros intereses coincidieron bien en t¨¦rminos de lo que yo quer¨ªa hacer con la colecci¨®n y el edificio para hacerlo m¨¢s l¨®gico¡±, explica Curtis.
¡°El museo tiene ahora tres niveles p¨²blicos; no era as¨ª antes. Eso es una claridad que es funcional pero que es tambi¨¦n formal y muy satisfactoria. Desde el nivel principal, en la rotonda, extiendes el museo hacia abajo y puedes sentir todas las cosas que ocurren en el edificio¡±, explica el arquitecto Adam Caruso. ¡°Es como una toma contempor¨¢nea del edificio p¨²blico con esa idea de hacerlo todo visible, desde un espacio para comer a uno para el arte u otro para la educaci¨®n. Todas esas cosas se revelan ahora y es obvio que en el siglo XIX probablemente no necesitabas comer en el museo. O sea, que no se trata solo de devolver cosas sino de utilizar el lenguaje cl¨¢sico del edifico para hacer cosas que son muy contempor¨¢neas¡±, a?ade.
Cuando trabajas en un edificio que es tan viejo, que es realmente un edifico vivo, lo ¨²ltimo que necesita es ret¨®rica arquitect¨®nica vac¨ªa¡±, explica Caruso.
¡°Cuando trabajas en un edificio que es tan viejo, que es realmente un edifico vivo, lo ¨²ltimo que necesita es ret¨®rica arquitect¨®nica vac¨ªa¡±, explica Caruso. ¡°En general, no somos muy fans de ese tipo de arquitectura en nuestro trabajo. Lo que buscamos desde el principio fue encontrar claridad. Cuando empezamos, tuvimos nueve meses para mirar el lugar de forma muy general y desarrollar el master plan para toda la obra. Estudiamos los planos que hab¨ªa en los archivos; hicimos planos generales de todo el edificio que nunca se hab¨ªan hecho, intentando comprender el sentido del edificio original, el porqu¨¦ de los cambios que se hab¨ªan ido haciendo, c¨®mo algunos de esos cambios ya no ten¨ªan sentido y en realidad pod¨ªamos volver al pasado, a la forma en que funciona la circulaci¨®n en la rotonda¡±, relata el arquitecto.
Los cambios arquitect¨®nicos han ido acompa?ados de un cambio metodol¨®gico en la exposici¨®n de la colecci¨®n permanente: la ordenaci¨®n tem¨¢tica del pasado ha dado paso a una ordenaci¨®n cronol¨®gica. ¡°La raz¨®n por la que me decid¨ª por pura cronolog¨ªa fue la sencillez¡±, explica Penelope Curtis. ¡°Pero tambi¨¦n les ped¨ª a los comisarios que lo hicieran de forma estricta, que no dieran marcha atr¨¢s con c¨¢nones, esta escuela, seguida de esta escuela, seguida de esta escuela, sino mirar al tiempo y ver qu¨¦ pas¨® en ese a?o. Y esa es adem¨¢s una manera de dar entrada a artistas que normalmente no figuran porque no pertenecen a ninguna escuela. En especial, mujeres artistas¡±.
La directora ha aportado claridad al contenido. Los arquitectos le han dado claridad al continente. ¡°La Tate ha intentado ser todo, antes, y lo que quer¨ªamos es que fuera mejor, que fuera un museo de arte m¨¢s que un museo y que fuera m¨¢s coherente en t¨¦rminos de experiencia ¨²nica, de vivencia, en lugar de una serie de peque?as vivencias separadas¡±, explica Curtis. ¡°Lo que hemos intentado hacer en las galer¨ªas es una introducci¨®n al arte brit¨¢nico durante 500 a?os y que en un paseo por el edificio el visitante entienda el edificio y entienda la colecci¨®n. Las dos cosas al mismo tiempo¡±, sintetiza la directora de Tate Britain. ?Es el objetivo de todo esto acercarse al n¨²mero de visitantes que recibe la galer¨ªa hermana, Tate Modern? ¡°Ni podemos competir con Tate Modern ni, en cierto modo, queremos, pero creo que vendr¨¢ m¨¢s gente¡±, replica.
Babelia
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