Brindo por Doris Lessing

Levanto una taza de te en honor de Doris Lessing y recuerdo la severidad de su rostro (y el peinado de raya en medio y cabello pegado al cr¨¢neo que conserv¨® toda la vida) en la desangelada comida que le ofreci¨® la SOGEM de los escritores en que Jos¨¦ Mar¨ªa Fern¨¢ndez Uns¨¢in, director de la misma, no supo ni presentarla. M¨¢s que a comer con escritores habr¨ªamos acertado al invitarla con los mexicanos m¨¢s pobres, los prietitos, los inocentes, los iletrados, los insulares que le recordaran a sus conocidos en la granja de Rodesia, ?frica.

Recuerdo que cuando obtuvo el Nobel en 2007 dijo al descender del taxi de regreso a su casa "I couldn¡¯t care less". Tambi¨¦n a la austriaca Elfriede Jellinek, tres a?os antes, el premio la puso de mal humor y ninguna de las dos fue a recibirlo. El Cuaderno Dorado, biblia pol¨ªtica de feministas publicada en 1962 fue una puerta abierta para las mujeres quienes a partir de ella se manifestaron en contra del racismo, el sexismo y sobre todo se inclinaron por todo lo que no tuviera que ver con la vieja Europa y su rancio puritanismo. A pesar de que la propia Doris Lessing siempre fue una buena terrorista, el comunismo la dej¨® esc¨¦ptica, sus dos hijos de un primer matrimonio se quedaron en ?frica y el ¨²ltimo, enfermo, la hizo declarar que le salv¨® la vida porque se dedic¨® no s¨®lo a si misma sino a ¨¦l.

Brindo por Doris Lessing en medio del bullicio callejero de M¨¦xico, el de los olores y sabores, el de los gritos en la plaza, el de los que no toman te a las cinco de la tarde ni miran a los dem¨¢s desde la altura de su taza.