¡°Brasil lleva 30 a?os aprendiendo a ser una democracia republicana¡±
El periodista Laurentino Gomes, autor de la trilog¨ªa sobre la historia de Brasil, afirma que el pa¨ªs a¨²n est¨¢ en una fase de entender su identidad
Superado por la ola de ¨¦xito de 1808, obra lanzada hace seis a?os, el periodista paranaense Laurentino Gomes tuvo que escoger entre dos opciones: o continuaba su exitosa carrera en la prensa brasile?a, donde lleg¨® a ser editor jefe, o se quedaba con los libros. Opt¨® por la segunda. A veces me preguntan: ?dejaste de ser periodista? Yo respondo que cambi¨¦ de formato. Antes hac¨ªa peri¨®dico y revista y cerraba todos los d¨ªas o todas las semanas. Ahora hago libro-reportaje y cierro una vez cada tres a?os, dice Gomes en una entrevista en la redacci¨®n de El PA?S Brasil, en S?o Paulo.
La atenci¨®n dispensada a la intensa agenda de divulgaci¨®n es una muestra de que Gomes no se olvid¨® de la importancia de las relaciones p¨²blicas ni de la publicidad. Un libro es como una campa?a electoral: es voto a voto. Si conquistas a un lector en Cuiab¨¢, en el Estado de Mato Grosso (Centro oeste de Brasil), va a cont¨¢rselo a todo el mundo.¡± Lanzada hace dos meses meses, la obra 1889 hab¨ªa vendido 200.000 copias hasta noviembre y una segunda remesa de 200.000 ya est¨¢ camino de las librer¨ªas. Su trilog¨ªa es una de los m¨¢s rotundos ¨¦xitos editoriales brasile?os recientes, con 1,7 millones de ejemplares vendidos. A pesar de las ventas, la propietaria de los derechos del primer t¨ªtulo de la serie (1808) no quiso publicarlo en espa?ol, ya que consider¨® que la obra no interesaba a los lectores de Am¨¦rica Latina y de Espa?a.
Pregunta. En esa serie hist¨®rica, ?c¨®mo definir¨ªa los ¨²ltimos 25 a?os de Brasil? ?Cu¨¢nto queda del mito del ¡°orden y progreso¡±, inscrito en la bandera nacional?
Respuesta. Yo finalizo 1889 con este punto. Considero que Brasil mantiene hasta 1984 una Rep¨²blica Mon¨¢rquica. O sea, son monarcas republicanos que gobiernan Brasil. Durante el per¨ªodo llamado Primera Rep¨²blica (de 1889 a 1929), la misma aristocracia que repart¨ªa las cartas en el Imperio (de 1808, con la llegada de la familia real portuguesa, a 1889, con la proclamaci¨®n de la Rep¨²blica, que tumb¨® la monarqu¨ªa) continua dirigiendo el escenario pol¨ªtico.
Cambia la nomenclatura, pero la ecuaci¨®n del poder se mantiene intacta. En seguida, un dictador republicano asume el poder, Get¨²lio Vargas, ejerciendo la funci¨®n de un monarca republicano entre 1930 e 1945, sin Congreso, sin partidos pol¨ªticos, construyendo de arriba para abajo. A continuaci¨®n, tenemos un brev¨ªsimo per¨ªodo de democracia de 1946 a 1964, en el que la sociedad no consigue organizarse. Y, en seguida, tenemos nuevos monarcas republicanos, en su mayor¨ªa ga¨²chos (del Estado de Rio Grande do Sul), positivistas, en el per¨ªodo de la dictadura de los militares (de 1964 a 1985).
En 1984, sin embargo, hay un cambio dr¨¢stico, que yo considero una segunda proclamaci¨®n de la Rep¨²blica: la campa?a popular de las Diretas J¨¢, el movimiento que ped¨ªa la vuelta de la democracia. Pero es un pa¨ªs transformado socialmente, con menos analfabetos, urbanizado aceleradamente y menos susceptible a la manipulaci¨®n del voto.
P. ?C¨®mo ve a Brasil en el contexto de Am¨¦rica Latina en los pr¨®ximos diez a?os?
R. Brasil es un pa¨ªs en desarrollo, pero no va a convertirse en una naci¨®n de primer mundo ma?ana. Eso implica un cambio cultural m¨¢s lento de lo que imaginamos. No podemos perder la esperanza ni caer en el cinismo, pensando que toda la sociedad es corrupta y no tiene arreglo. Que es violenta por naturaleza. La gente piensa: todo el mundo es corrupto, por eso tambi¨¦n voy a corromper. O esa combinaci¨®n conduce a un proceso de acomodaci¨®n general, que yo llamar¨ªa mexicanizaci¨®n de Brasil, con una sociedad que no reacciona m¨¢s, dominada por la violencia y por la corrupci¨®n, o lleva al golpismo.
La gente confunde ciudadan¨ªa con educar y promover al pobre
P. ?El debate est¨¢ excesivamente centrado en la corrupci¨®n?
R. En el caso del actual esc¨¢ndalo en el Ayuntamiento de S?o Paulo, hay cuatro fiscales expuestos por falsear albaranes de inmuebles. Pero existe un contingente de m¨¢s de 300 constructoras que eventualmente se benefician de la corrupci¨®n. Si el Estado es corrupto, la sociedad es corruptora. Nosotros, brasile?os, exigimos padrones de ¨¦tica al Estado que no cultivamos en nuestra relaciones privadas. Oigo con mucha frecuencia que el desaf¨ªo e Brasil es construir ciudadan¨ªa. Pero la gente confunde ciudadan¨ªa con educar y promover al pobre, como si solo el pobre fuese un no ciudadano, cuando hay un enorme contingente de empresarios y grupos que corrompen al Estado y son no ciudadanos.
Son pasivos hist¨®ricos que Brasil hered¨®. El pa¨ªs no alfabetiz¨® a su poblaci¨®n en el momento adecuado
A veces, el analfabeto funcional es m¨¢s ciudadano que el due?o de una gran empresa. La sociedad espera todo del Estado. Cree, incluso, que quien construye ciudadan¨ªa es el Estado, cuando es su papel. En 2010, Brasil tuvo un menor grado de participaci¨®n de los j¨®venes en las elecciones, con campa?as que promov¨ªan el voto nulo. O sea, el brasile?o a¨²n no compr¨® totalmente la idea de que el instrumento de transformaci¨®n es el voto.
P. ?Le preocupa, como historiador y ciudadano, iniciativas como las cuotas para negros?
R. No, son pasivos hist¨®ricos que Brasil hered¨®. El pa¨ªs no alfabetiz¨® a su poblaci¨®n en el momento adecuado. No hizo una reforma agraria cuando deb¨ªa, que era en el siglo XIX. El Imperio simplemente aboli¨® la esclavitud y abandon¨® a sus esclavos a su propia suerte. Una sociedad nacional es un pacto que se perpet¨²a en el tiempo. Si una generaci¨®n no hace lo que deber¨ªa hacer, no puede decirse que ese problema acab¨®. No existe esa historia de generaci¨®n perdida. Y ese tipo de acci¨®n no es solo del Partido de los Trabajadores (de la presidenta Dilma Rousseff).
El expresidente Fernando Henrique Cardoso, entre otros, tambi¨¦n promovi¨® las cuotas. Por lo tanto, independientemente del partido, la gente est¨¢ de acuerdo en que tenemos pasivos hist¨®ricos que necesitan ser corregidos con redistribuci¨®n de renta y cuotas. Ahora, lo que necesitamos tambi¨¦n es pactar el tiempo de permanencia de esas pol¨ªticas, con el Congreso pronunci¨¢ndose sobre su tiempo de vigencia. No pueden perpetuarse, con el programa Bolsa-familia y las cuotas universitarias en vigor dentro de 100 a?os, tenemos que determinar ese periodo para que despu¨¦s de eso vuelva a prevalecer la competencia general y la meritocracia.
P. Visit¨® los lugares donde ocurrieron los episodios hist¨®ricos narrados en sus tres libros y escribi¨® sobre su situaci¨®n actual. ? Qu¨¦ balance hace sobre la conservaci¨®n de esos espacios?
El estado que est¨¢ en Brasilia es el espejo fiel de la sociedad brasile?a
R. Brasil preserva muy poco de su pasado. La preservaci¨®n pasa por la valorizaci¨®n de la historia. Como Brasil se form¨® por analfabetos y descendientes de esclavos, la poblaci¨®n, en la mayor¨ªa de los casos, simplemente no tuvo oportunidad de estudiar y leer. Y, si no conoces tu pasado, tampoco vas a elegir un alcalde o un gobernador que se preocupe por preservar sus monumentos y lugares hist¨®ricos. Pero hay tambi¨¦n un problema de reconocimiento de ese pasado.
La monarqu¨ªa construy¨® una mitolog¨ªa en torno a ella, idolatrando a sus reyes y al Duque de Caxias. Al asumir el poder, la Rep¨²blica siente que necesita descalificar los mitos de la monarqu¨ªa, creando una nueva mitolog¨ªa. Hace eso construyendo plazas, cambiando los escudos her¨¢ldicos y la bandera. A partir de 1889, retoman la figura de Tiradentes, muerto en 1792, cuando luchaba por la independencia de Brasil. ?l era un personaje an¨®nimo en la ¨¦poca del Imperio, pues era una v¨ªctima del r¨¦gimen, y lo hacen renacer de las cenizas, como un h¨¦roe republicano. Es curioso que Brasil se queda como un pa¨ªs hu¨¦rfano de padre y de madre, sin saber cu¨¢les son nuestros h¨¦roes y cu¨¢les son los lugares hist¨®ricos en los que nos reconocemos.
P. ? Tenemos una crisis de identidad?
R. S¨ª. La tarea de concluir la construcci¨®n de un estado republicano tambi¨¦n tiene que ver con la formaci¨®n de la identidad nacional brasile?a, que no est¨¢ completa. Nosotros a¨²n estamos en una fase de entender qui¨¦nes somos. Se mantiene la ilusi¨®n de que los pol¨ªticos son corruptos y la sociedad es ciudadana, de que las ¨¦lites oprimieron a los pobres o de que fue el imperialismo americano el que nos ahog¨®. Hay una tendencia a demonizar al otro. Tambi¨¦n existe la ilusi¨®n de que si hubiese dado la oportunidad de autogobierno a los brasile?os desde el inicio ser¨ªamos otro pa¨ªs, m¨¢s culto, digno, ¨¦tico, una idea de la que tengo mis dudas. El estado que est¨¢ en Brasilia es el espejo fiel de la sociedad brasile?a. Qui¨¦n eligi¨® y sigue eligiendo Jader Barbalho, Renan Calheiros y Paulo Maluf somos nosotros.
P. El hecho de que libros sobre historia nacional, como los que usted escribe, se est¨¦n vendiendo, ?no demuestra que la sociedad est¨¢ interes¨¢ndose por su pasado y pregunt¨¢ndose cu¨¢l es su papel?
R. Necesitamos ver c¨®mo la democracia y la Rep¨²blica van a imponerse en Brasil a medida que la sociedad comience a recoger los frutos de ese experimento, que es in¨¦dito en nuestra historia. Si la democracia y la Rep¨²blica consiguen dar como retorno una econom¨ªa fuerte, con empleo, salud y educaci¨®n, la sociedad va a comenzar a reconocer en ella un valor en s¨ª mismo. Pero, si la democracia se sumerge en una crisis, la tentaci¨®n autoritaria vuelve muy r¨¢pidamente, como sucedi¨® en el pasado.
Ese es nuestro desaf¨ªo: ?vamos a conseguir persistir y mantener las esperanzas de que esa es una forma adecuada para la construcci¨®n del futuro? Yo creo que s¨ª. La importancia de la educaci¨®n es un punto visto como esencial por casi cualquier sociedad. Se trata casi de una unanimidad. Y eso es positivo, pues hay pa¨ªses como India en los que no existe ese consenso. Brasil ha mejorado desde 1984 y ese no es un m¨¦rito solo de los gobiernos de los presidentes Fernando Henrique Cardoso, Luiz In¨¢cio Lula da Silva y Dilma Rousseff.
P. ?Brasil es un gigante que se esconde atr¨¢s del Mercosur, teniendo en cuenta que podr¨ªa obtener en solitario acuerdos unilaterales mucho m¨¢s ventajosos con sus intereses que en bloque?
R. Sin duda, y la raz¨®n est¨¢ en que Brasil hab¨ªa tenido hasta ahora dificultades para llegar a consensos. Brasil tiene un enorme potencial demogr¨¢fico, riquezas y una visi¨®n estrat¨¦gica de s¨ª mismo forjada desde la monarqu¨ªa sobre su papel en el mundo. Heredamos del imperio mercantil portugu¨¦s esa caracter¨ªstica de aceptaci¨®n del otro. En el momento en el que solidifiquemos nuestras instituciones, Brasil va a alcanzar una prominencia mundial que hasta ahora no consigui¨®.
La tarea de concluir la construcci¨®n de un estado republicano tambi¨¦n tiene que ver con la formaci¨®n de la identidad nacional brasile?a, que no est¨¢ completa
Hay una extra?eza hist¨®rica entre la Am¨¦rica Espa?ola y la Am¨¦rica Portuguesa. Claro que en los ¨²ltimos a?os ha disminuido. Hoy encuentras argentinos vistiendo camisetas de equipos de f¨²tbol brasile?os en Buenos Aires. Creo que a ellos les gustamos m¨¢s nosotros que a nosotros ellos. El papel brasile?o es important¨ªsimo a medida que consolidemos nuestras instituciones, fortalezcamos la econom¨ªa y pasemos a ser m¨¢s previsibles para inversiones, respetando contratos.
P. Es incre¨ªble que la Monarqu¨ªa Portuguesa haya conseguido reinventarse con el Imperio Brasile?o, cosechando no solo el ¨¦xito en la tarea de salvar la propia piel, si no tambi¨¦n en la de montar un nuevo pa¨ªs, mayor incluso que el de origen. ?C¨®mo eso fue posible?
R. El ¨¢rea brasile?a es 91 veces mayor que la de la peque?a metr¨®poli portuguesa. Portugal, por lo tanto, act¨²a de forma deliberada para ocupar ese territorio y mantenerlo bajo control. Hace eso distribuyendo grandes porciones de tierra ¨C lo que origina la concentraci¨®n de riqueza, con capitan¨ªas hereditarias y las sesmarias (ley colonial de distribuci¨®n de tierras para la producci¨®n).
El segundo punto de distinci¨®n es la fuerte predilecci¨®n portuguesa por la esclavitud. Del total de los casi diez millones de esclavos enviados a las Am¨¦ricas, un 40% tuvo como destino Brasil. Portugal mantuvo la colonia aislada, prohibida, analfabeta e inculta. La primera universidad brasile?a es de 1912, fundada en Paran¨¢, en el sur de Brasil, 90 a?os despu¨¦s de la proclamaci¨®n de independencia. Mientras tanto, ya hab¨ªa 22 universidades en la Am¨¦rica Espa?ola. Estaban prohibidos los libros, la prensa y la construcci¨®n de carreteras. Es interesante entender que Portugal pas¨® a pensar estrat¨¦gicamente mucho antes de su traslado.
Cuando Don Jo?o VI desembarc¨® en Brasil, no estaba solo huyendo de las tropas napole¨®nicas, sino realizando un sue?o antiguo, que era construir el imperio en Am¨¦rica. Por tanto, los portugueses sab¨ªan que cuando todas las esperanzas estuvieran perdidas en Europa, a¨²n quedar¨ªa la gran oportunidad de transferirse a Brasil y construir aqu¨ª un imperio.
P. ?Y la identidad nacional en la ¨¦poca de la independencia?
R. La gente no se reconoc¨ªan como brasile?as. Las regiones eran distantes, aisladas y rivales entre s¨ª. Hab¨ªa poqu¨ªsima integraci¨®n entre el Sur, Sudeste, Norte y Noreste y, en el caso de que se hubiese optado por la v¨ªa republicana en lugar de la monarqu¨ªa, el escenario m¨¢s probable era la fragmentaci¨®n. Es importante entender que en la ¨¦poca de la independencia hubo un vac¨ªo de poder, tanto en la Am¨¦rica Espa?ola como en la Am¨¦rica Portuguesa. Napole¨®n invadi¨® Espa?a y Portugal, dejando a la deriva los territorios coloniales. La diferencia es que la Corte Portuguesa consigui¨® huir a Brasil. Ya en Espa?a el Rey Carlos fue preso por los franceses. La Am¨¦rica Espa?ola, por lo tanto, se queda sin un centro de administraci¨®n y en ese escenario los caudillos se sumergen en diversas guerras civiles republicanas. En Brasil la situaci¨®n fue diferente.
La llegada de la Corte sirvi¨® como elemento de uni¨®n de ¨¦lites regionales hasta entonces distantes. El Rey D. Jo?o VI comienza a agregar esa corte, distribuyendo t¨ªtulos de nobleza y privilegios en los negocios p¨²blicos, al mismo tiempo que los ricos de la colonia apoyaban pol¨ªtica y financieramente a la Corte.
Babelia
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