1936, el a?o que casi fusilan a mi suegro
Sento revive la cr¨®nica del encarcelamiento de Pablo Uriel en 1936 en el c¨®mic 'Un m¨¦dico novato' La obra gan¨® el Premio Internacional Fnac-Sins Entido de Novela Gr¨¢fica
En el sofocante julio de 1936 Pablo Uriel, joven licenciado en Medicina, sustituy¨® al m¨¦dico de Rinc¨®n de Soto, un peque?o pueblo de La Rioja. All¨ª, en aquel lugar donde los ¨²nicos sobresaltos oscilaban entre la enfermedad cr¨®nica del cura y las pluripatolog¨ªas de la se?ora Rosa, asisti¨® al golpe militar del 18 de julio. El r¨ªo donde antes practicaba pirag¨¹ismo se llen¨® de cad¨¢veres. Uriel fue movilizado y, casi simult¨¢neamente, encerrado en una prisi¨®n militar de Zaragoza por pertenecer a esa categor¨ªa tan flexible llamada rojos.
La cr¨®nica carcelaria de Uriel es la espina dorsal de Un m¨¦dico novato (Sins Entido), la obra con la que Sento gan¨® el Premio Internacional Fnac-Sins Entido de Novela Gr¨¢fica 2013. No solo es un c¨®mic. Uriel era tambi¨¦n el suegro de Sento. Por m¨¢s que Vicent Llobell Bisbal (Valencia, 1953) sea un dibujante de larga trayectoria ¨Ccomenz¨® en los ochenta¨C, se enfrentaba a una cuesti¨®n delicada. ¡°Convertir a mi suegro en un personaje, en un ninot, era muy injusto. Todos tenemos muchas facetas. No hab¨ªa manera de encontrar el tono, esa era una de las claves. No s¨¦ si me habr¨ªa atrevido a hacerlo con ¨¦l delante¡±.
Pablo Uriel, que acabar¨ªa trabajando de radi¨®logo en A Coru?a, falleci¨® en el verano de 1990, mucho antes de convertirse en personaje literario y mucho despu¨¦s de convertirse en personaje hist¨®rico (secundario, pero personaje). Su yerno aprovech¨® el notable caudal de documentos que la familia conserv¨® durante d¨¦cadas para rehacer la narraci¨®n. A diario el joven preso enviaba dos cartas a su padre y hermanas. ¡°R¨ªete t¨² del Twitter. Ten¨ªan reparto desde la c¨¢rcel de ma?ana y de tarde¡±, bromea Sento.
Las misivas constituyen un testimonio emocionante de aquellos d¨ªas de ritual macabro: ruidos de pasos y cerrojos que preced¨ªan la salida de quienes iban a ser fusilados. ¡°Nos acaban de regalar un d¨ªa y una noche¡±, afirma el compa?ero de la celda 14, una de esas noches en que la muerte pas¨® de largo. Solo los domingos les proporcionaban un respiro: el d¨ªa del Se?or no se liquidaba. La editorial Pre-Textos public¨® en 2005 unas memorias de Pablo Uriel as¨ª tituladas: No se fusila en domingo.
Al final de la novela gr¨¢fica se reproducen algunas ep¨ªstolas. En ellas se aprecian las rutinas carcelarias (las visitas, las salidas al trabajo¡) y la pugna de Uriel por rodearse de la normalidad perdida. ¡°La pr¨®xima vez me mand¨¢is la almohada, el jersey si ya est¨¢ acabado, la cuchara, y un libro que hay en la biblioteca, que se llama Cirug¨ªa Pr¨¢ctica de Nordmann, para que no se me olvide todo lo que sab¨ªa, que ya le debe faltar poco. No me mand¨¦is nada de comestible¡±, relata el 16 de octubre. Sue?a con empaparse bajo la lluvia el d¨ªa de su liberaci¨®n.
Conforme pasan los d¨ªas y nuevos candidatos a la ejecuci¨®n sustituyen a los ejecutados, la inquietud de Uriel sobre su destino crece. Tambi¨¦n la de su familia, que ya hab¨ªa recibido la noticia del asesinato de Antonio, hermano de Pablo, secretario del Ayuntamiento de Soria y militante de Izquierda Republicana. Un episodio mezquino, adem¨¢s de siniestro. Un capell¨¢n llamado Primitivo Sanz escribe a la familia Uriel en enero de 1937 para devolverle el reloj de bolsillo robado a Antonio el d¨ªa de su fusilamiento. ¡°Ambas cosas me han sido entregadas por mi car¨¢cter de p¨¢rroco de la localidad y bajo secreto de confesi¨®n¡±, afirma. La familia, sin embargo, sospech¨® que se trataba del sacerdote que asisti¨® al asesinato de Antonio y otros 15 compa?eros en el bosque de Bayubas de Abajo el 1 de septiembre de 1936. Sus restos fueron exhumados el 6 de noviembre de 1971, cuando todav¨ªa la democracia no hab¨ªa alentado las aperturas de fosas. Un hecho excepcional que se refleja en fotograf¨ªas incluidas al final del c¨®mic.
Sento eligi¨® una p¨¢tina desva¨ªda para ambientar su historia y unos trazos esquem¨¢ticos. Pablo Uriel recuerda alguna vez al hombre que camina de Giacometti. No es obra para excesos. ¡°Me repugnaba imaginarme esa historia con colores de Tint¨ªn, no lo ve¨ªa, creo que le quitaba seriedad¡±, expone Sento, ¡°mi intenci¨®n inicial fue hacerlo en blanco y negro pero luego en la editorial me convencieron para darle un toque de color muy insinuado, descolorido como por el paso del tiempo¡±.
Babelia
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