?Por qu¨¦ fallan los edificios-estrella?
Calamidades de todo tipo salpican algunos proyectos de grandes figuras de la arquitectura mundial debido a la experimentaci¨®n, el descuido o la codicia
Hace dos meses, un grupo de periodistas se reuni¨® en un caf¨¦ de la City londinense. En una acera, frente a Fenchurch Street, dejaron una sart¨¦n con un huevo y esperaron a que se friera. Era una apuesta ganadora. Estaban junto a una fachada ideada por el uruguayo Rafael Vi?oly que, d¨ªas antes, hab¨ªa reflejado los rayos solares que deformaron la carrocer¨ªa de un coche aparcado. El arquitecto y la empresa constructora admitieron el error sin llegar a aclararlo. Afincado en Nueva York, el autor del flamante aeropuerto Carrasco de Montevideo se excus¨® en la burocracia de subconsultoras que rige la construcci¨®n brit¨¢nica. Sin embargo, no era la primera vez que ten¨ªa problemas. En Las Vegas, su hotel Vdara solucion¨® otro exceso de calentamiento con una capa antirreflectante. Y el arquitecto, apelando al cambio clim¨¢tico.
Sea por el calentamiento global, por el exceso de riesgos asumidos o por el n¨²mero de encargos que acumulan algunos arquitectos, los problemas sacuden a buena parte de los proyectistas estrella. Hablamos de problemas, no de desastres. Estos ¨²ltimos se producen cuando pierde la vida una persona ¡ªen ocasiones decenas de ellas¡ª y suelen tener detr¨¢s m¨¢s codicia que incompetencia. Con todo, en una profesi¨®n todav¨ªa altamente artesanal, pocos edificios se libran de pol¨¦micas que cuestionan la naturaleza funcional de la arquitectura.
Hace tres a?os el Massachusetts Institute of Technology anunci¨® en el peri¨®dico editado por sus estudiantes, The Tech, que hab¨ªa retirado la denuncia contra el autor del Guggenheim de Bilbao. A Frank Gehry le ped¨ªan los casi 1,5 millones de euros que se hab¨ªan gastado reparando el Stata Center, un laboratorio terminado en 2004. A las goteras se hab¨ªan sumado grietas y moho en las fachadas. Aunque Gehry describi¨® su proyecto como ¡°dos robots borrachos de juerga¡± la universidad no se quejaba de esas formas, acusaba al arquitecto de negligencia. ?l repuso que ¡°los problemas constructivos son inevitables en el dise?o de espacios complejos¡±.
Algo de esa afirmaci¨®n ¡ªque evidentemente ni soluciona ni justifica nada¡ª es cierto. Y abre otra pregunta. ?Hasta d¨®nde merece la pena arriesgar? En arquitectura se arriesga para conseguir una nueva tipolog¨ªa, para lograr formas inesperadas o ensayar nuevos materiales. Aunque la historia del siglo XX est¨¢ salpicada de fracasos del primer grupo (sobre todo en vivienda social), son las formas sorprendentes y los materiales innovadores los que concentran m¨¢s problemas. El propio Gehry se vio obligado a lijar la fachada de su Auditorio Disney en Los ?ngeles cuando, en 2004, y como los de Vi?oly, ese edificio provoc¨® el calentamiento de los inmuebles del vecindario.
El sol y el agua est¨¢n detr¨¢s de muchos de los problemas de los arquitectos. En Dallas, lo que hab¨ªa sido considerado como un gran logro arquitect¨®nico, el Nasher Center ¡ªuna galer¨ªa privada que expone, bajo luz natural, obras de Rodin¡ª firmado por Renzo Piano y Peter Walker tambi¨¦n peligra por el rayo, fulminante, que rebota desde la fachada de vidrio de la vecina Museum Tower. Este rascacielos con el nombre del inmueble que est¨¢ destrozando naci¨®, precisamente, para aprovechar el r¨¦dito comercial del nuevo ¡°distrito de las artes¡±. La fachada ya ha quemado varias plantas del jard¨ªn que corona la azotea de la galer¨ªa y amenaza ahora sus contenidos.
?Qu¨¦ sucede cuando instituciones culturales se convierten en el motor de otros negocios? El caso de Dallas demuestra que se exponen a los mismos riesgos que las propias finanzas.
Entre las estrellas espa?olas, las incidencias de Rafael Moneo tienen que ver con el agua. Aunque han pasado diez a?os desde que entreg¨® la embajada espa?ola en Washington, hace unos d¨ªas recibi¨® una notificaci¨®n del Ministerio de Asuntos Exteriores exigi¨¦ndole dos millones de euros. Moneo ha interpuesto un recurso contra el Ministerio. ¡°Esta reclamaci¨®n no deja de sorprenderme cuando el Estado, por razones que desconozco, renunci¨® a exigir nada al constructor¡±, explica. No cree ser responsable de lo que le imputan ya que ¡°los problemas fueron con el constructor y acabaron resolvi¨¦ndose por el Estado en un proceso de mediaci¨®n¡±.
El ¨²nico Pritzker espa?ol considera su trabajo en Washington ¡°una obra de arquitectura tradicional ¡ªo si quieres convencional¡ª ideada a partir de las directrices de la propiedad y empleando materiales de nuestro pa¨ªs (ladrillo, persianas y azulejos)¡±. Y explica que el proyecto no planteaba dificultades y, por lo tanto, no deb¨ªa dar sorpresas. Sin embargo, cuando estas aparecieron en forma de filtraciones en los adoquines de las terrazas ¡ª¡°que no se han comportado como anticipaban los certificados¡±¡ª, el estudio ofreci¨® al Ministerio ¡°informes, visitas con expertos y hasta proyectos para rehacer las terrazas. En ello est¨¢bamos cuando recibimos la reclamaci¨®n¡±.
¡°Hay momentos en que los arquitectos corren riesgos proponiendo sistemas constructivos desconocidos o alternativas formales complejas. No era el caso de la residencia del embajador en Washington¡±, insiste Moneo. As¨ª, no solo el riesgo reporta problemas en arquitectura. Y, en ocasiones, ni siquiera sirve la experiencia.
Aunque Vi?oly ha declarado que sus problemas en Londres no son atribuibles a que no corrigiera el error previo en Las Vegas, llama la atenci¨®n que las calamidades se repitan en los trabajos de proyectistas como Santiago Calatrava. A los resbalones en la pasarela Zubi-Zuri ¡ªque cruza la r¨ªa de Bilbao¡ª se sumaron los de la de Vistabella, en Murcia, y las reclamaciones que acumula su m¨¢s reciente puente sobre el gran canal veneciano. Los tres proyectos tienen un pavimento com¨²n de losetas de vidrio que resbalan al humedecerse y se rompen con frecuencia.
De Calatrava se dice entre bromas que concentra m¨¢s denuncias que premios. Lo curioso es que, con frecuencia, es ¨¦l quien comienza el pleito. Sucedi¨® en Oviedo, por ejemplo, donde pidi¨® a la empresa promotora Jovellanos XXI un pago de 7,28 millones de euros por las obras del Palacio de Congresos. La firma contest¨® solicitando indemnizaciones por valor de 10,55 millones. ?La raz¨®n? Sumaron lo que el seguro no cubri¨® tras romperse un encofrado y la falta de movilidad de la cubierta que, tras una inversi¨®n de 6,95 millones de euros, qued¨® est¨¢tica. As¨ª, a pesar de que el arquitecto reclamara, el pasado verano el juez dictamin¨® que sea ¨¦l quien abone 3,27 millones de euros a la empresa promotora.
La mayor¨ªa de los proyectistas intentan evitar los juzgados. Norman Foster, m¨¢s que ning¨²n otro, ha hecho de la perfecci¨®n constructiva su baza como arquitecto. Y sabe que una retirada a tiempo es una victoria. La ¨²ltima sucedi¨® en agosto, cuando el arquitecto municipal de Mosc¨², Sergei Kuznetsov, declar¨® que Foster deb¨ªa trabajar ¡°personalmente¡± en la ampliaci¨®n del Museo Pushkin (presupuestada en 475 millones de euros) y amenaz¨® con organizar otro concurso si el trato no era ¡°cara a cara¡± y no ¡ªcomo sucede con tantos arquitectos estrella¡ª a trav¨¦s de sus subordinados.
Tras las cr¨ªticas de Kuznetsov Lord Foster revel¨® que ¨¦l ya se hab¨ªa adelantado enviando, el 5 de junio, su carta de dimisi¨®n. La BBC cit¨® las razones: a pesar de su esfuerzo por trabajar y colaborar, profesionales rusos estaban desarrollando su proyecto.
M¨¢s all¨¢ de las goteras y los reflejos, los pr¨¦stamos no autorizados amenazan con convertirse en las mayores trabas de los arquitectos estrella. Y la soluci¨®n en un juzgado no es, en muchas ocasiones, una v¨ªa posible. As¨ª, ni Zaha Hadid ni su cliente ir¨¢n a juicio en China. Y eso que su caso raya el surrealismo. Cuando el a?o que viene se inauguren los tres edificios curvos que componen el Wangjing Soho de Pek¨ªn, el proyecto tendr¨¢ una copia id¨¦ntica en Chongqing a 1.500 kil¨®metros. Preguntada por este peri¨®dico, Hadid argumenta: ¡°Nuestro cliente opina que denunciar le dar¨ªa al otro proyecto mayor publicidad. Por eso abandonamos el caso¡±.
Con todo, el proyecto pirata se est¨¢ construyendo m¨¢s deprisa y anuncia su inauguraci¨®n para este a?o. ¡°La r¨¦plica y la repetici¨®n de los edificios del siglo pasado pueden superarse con inmuebles que se integren en las comunidades¡±, dice la arquitecta, cuyos sinuosos dise?os parecen pertenecer m¨¢s a la marca Hadid que a ning¨²n lugar concreto. Alega que es la conexi¨®n con el lugar lo que se pierde al pasar de la globalizaci¨®n a la banalizaci¨®n de la arquitectura. Sin embargo, tal vez porque la tradici¨®n arquitect¨®nica china pon¨ªa m¨¢s ¨¦nfasis en preservar la manera de hacer las cosas que las cosas en s¨ª, ese pa¨ªs no tiene leyes que protejan los derechos de autor arquitect¨®nicos. As¨ª, el promotor de la obra pirata declar¨® a la revista Der Spiegel que no quiso copiar el edificio de Hadid: ¡°Solo quise superarlo¡±.
Babelia
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