Discurso completo de Yves Bonnefoy al recibir el premio en la FIL de Guadalajara
Palabras del poeta franc¨¦s le¨ªdas durante la recepci¨®n del Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances 2013, en el marco de la inauguraci¨®n de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara:
Discurso de recepci¨®n de Yves BonnefoyPalabras del poeta franc¨¦s le¨ªdas durante la recepci¨®n del Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances 2013, en el marco de la inauguraci¨®n de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara:
Agradezco antes que nada al Jurado del Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara por haberme concedido el premio este a?o. Conozco la calidad de sus galardonados de a?os anteriores y no puedo evitar decir que el hecho de que hayan elegido mi obra es un gran honor, del que espero ser digno. Pero quiero agradecer tambi¨¦n a todos aquellos quienes con sus iniciativas, su apoyo activo y su trabajo aseguran la existencia de este premio y lo han llevado a ocupar un lugar de gran importancia en el escenario internacional. Estas palabras me surgen del coraz¨®n en este mismo instante de alegr¨ªa por encontrarme aqu¨ª, en M¨¦xico, en este pa¨ªs donde tengo el gusto de contar con buenos amigos, algunos de los cuales est¨¢n entre nosotros hoy.
Dicho esto, quisiera ahora reflexionar un poco ante ustedes acerca de la justificaci¨®n de la existencia de un premio que, consagrado a la literatura, tiene por ello el poder de llamar la atenci¨®n sobre esa forma particular de cuestionamiento del mundo y de la existencia de lo que llamamos poes¨ªa. Pensar en ella hoy no es algo natural ni simple. No dudo que la poes¨ªa sea a¨²n muy ampliamente reconocida, amada, practicada, en este pa¨ªs y en los dem¨¢s de Am¨¦rica Latina. Hay a¨²n en su sociedad de lengua espa?ola, anclada en un rico pasado prehisp¨¢nico, esta bella continuidad entre la cultura popular y las preocupaciones del intelecto que es el lugar del esp¨ªritu donde la poes¨ªa se abreva vigorosamente. Veo grandes obras sucederse entre ustedes y retener la atenci¨®n por bastante tiempo. Pero en otras partes del mundo la tecnolog¨ªa y sus empleos comerciales incitan a mirar la realidad natural y social no sin prejuicios por la sensibilidad po¨¦tica y a su comprensi¨®n de la vida. En Francia, por ejemplo, nuestras universidades tienen la tendencia a colocar a las ciencias humanas y el debate de las ideas en el primer plano de sus intereses, y la poes¨ªa no es considerada una necesidad fundamental. Sin embargo, el premio que se me otorga aqu¨ª este d¨ªa pone el acento sobre esta necesidad. Es maravilloso que su irradiaci¨®n permita a esta idea ver¨ªdica ser escuchada mucho m¨¢s all¨¢ de las fronteras de M¨¦xico.
Pero ?por qu¨¦ es necesario pensar en la poes¨ªa? ?Es quiz¨¢s porque en ella hay acercamientos a la condici¨®n humana m¨¢s numerosos o m¨¢s importantes que lo que, por ejemplo, saben reconocer los fil¨®sofos de la existencia? ?O porque ser¨ªan formulados con m¨¢s imaginaci¨®n y elocuencia que en los escritos en prosa? S¨ª, cierto, es verdad que las grandes obras de la poes¨ªa ¨Clas cuales no son s¨®lo poemas, y sit¨²o en primer lugar entres ellas a un Shakespeare o un Cervantes- se arriesgan mucho antes por los laberintos de la conciencia de s¨ª mismos. Es en las dudas angustiadas de Hamlet donde la modernidad del esp¨ªritu encontr¨® su suelo m¨¢s f¨¦rtil. Y hay en cada uno de nosotros una relaci¨®n interna con nosotros mismos que no se libera de las muchas ilusiones de la existencia ordinaria que cuando escuchamos un ritmo apropiarse de las s¨ªlabas largas y breves de las palabras de nuestra lengua natal.
Y sin embargo, no debemos dejarnos llevar por la embriaguez f¨¢cil de la m¨²sica verbal. El ritmo de las palabras puede ponerse al servicio de la simple elocuencia. La mentira tambi¨¦n puede usarlo. Pero no por ello deja de ser un llamado que nos atrapa muy profundamente, seduciendo nuestras emociones, haciendo decaer nuestras convicciones perezosas. Por esa llamarada de la palabra comenzamos a existir de nuevo, por su v¨ªa pueden reaparecer, seguramente entre algunos enga?os, necesidades e intuiciones que son nuestra verdad m¨¢s esencial. Porque la existencia, esta vida humana que nace y debe morir, que es finitud, que se topa incesantemente con los imprevistos del azar, es, antes que nada, una relaci¨®n con el tiempo; ?y c¨®mo acceder a la comprensi¨®n del tiempo sino escuchando los ritmos, esa memoria del tiempo, actuando sobre las palabras fundamentales de la lengua?
Hay en la poes¨ªa una relaci¨®n espec¨ªfica y fundamental con el tiempo, es lo que hace que ella sea el acercamiento m¨¢s directo con la verdad de la vida. En franc¨¦s, por ejemplo, debemos a Villon, a Racine, a Baudelaire, saber percibir los aspectos de la condici¨®n humana que nadie como ellos supo reconocer. El papel decisivo de la relaci¨®n con el otro en el despertar del yo, en su intelecci¨®n de lo que es y lo que no es, nunca ha sido experimentado con mayor intensidad que en los poemas de las Flores del Mal. Pero lo esencial de la poes¨ªa no se da a ese nivel en que la verdad de lo humano se desprende y se manifiesta. Est¨¢ por debajo, en la vida misma de las palabras, y es en esa profundidad de la palabra donde hay que encontrar la acci¨®n de la poes¨ªa y, a partir de ah¨ª, comprender su importancia. Comprender que la poes¨ªa es el fundamento de la vida en sociedad. Comprender que la sociedad sucumbir¨¢ si la poes¨ªa se extingue, poco a poco, en nuestra relaci¨®n con el mundo.
?Lo esencial de la poes¨ªa es su relaci¨®n con las palabras? S¨ª, y ahora me explico. ?Qu¨¦ son esas palabras? ?Es lo que permite pensar las cosas, analizar su naturaleza, deducir sus leyes, enunciarlas, en resumen elaborar nuestro conocimiento del mundo y organizar nuestras acciones? S¨ª, las palabras son eso; sabemos que son portadoras de conceptos que construyen para nosotros lo que llamamos la realidad, y que nos la explican. ?Pero esta realidad que debemos al pensamiento conceptual es realmente, plenamente, lo que existe fuera de nosotros y en nosotros, en la intimidad de nuestras vidas, no ser¨¢ sino una imagen esquem¨¢tica que al ser parcial puede estar afectada por la falta fundamental? El pensamiento conceptual es generalidad, en efecto, de lo intemporal, no puede percibir en nosotros esta experiencia del tiempo que, como lo dije antes, es nuestro ser mismo. ?Las palabras nos traicionan?
Pero escuchemos algunas de ellas, escuch¨¦moslas en s¨ª mismas, sin pensar en nada. Pronunciemos la palabra ¡°¨¢rbol¡± o la palabra ¡°r¨ªo¡±, o con Mallarm¨¦, ¡°fleur¡±, o esas otras palabras que evocan seres y no cosas, y que llamamos nombres propios. ?Qu¨¦ veo cuando digo ¡°¨¢rbol¡± o ¡°r¨ªo¡±? Ninguna figura precisamente definida que propone el diccionario. Pienso en el ¨¢rbol tal como existe, con sus ramas, sus hojas, pero tambi¨¦n en que est¨¢ sembrado al borde de un camino, en su posible lugar en mi vida. Y esta idea es evidentemente imprecisa, pero lo que s¨¦, en todo caso, lo que siento en lo m¨¢s profundo de m¨ª es que ese ¨¢rbol, cualquiera que sea, est¨¢ en un lugar donde puedo caminar, ¨¦l es como yo, como cada uno de nosotros, es presa del tiempo que permite nacer y morir.
Es pues una palabra, una palabra lo que me ha permitido este reencuentro con una realidad viviente. La palabra que enuncia las leyes puede tambi¨¦n ser la que revela existencias. Puede servir de esta manera la causa de esta memoria de la existencia y su verdad propia que nombro poes¨ªa. Y ¨¦sta, a cambio, puede ir adelante de las palabras, liberarlas de su prisi¨®n conceptual, regresarlas a su vocaci¨®n nominativa. ?C¨®mo? Precisamente por esos ritmos que lleva en la palabra. Apoy¨¢ndose en los sonidos, largos y breves, las asonancias, los ritmos del poema toman a las palabras por otro lado distinto del concepto, impiden a su esp¨ªritu encerrarse en ¨¦stos. En el poema, la palabra retoma su capacidad de mostrar, de rendir las cosas a su inmediata y plena evidencia.
La poes¨ªa ama las palabras, debe amarlas, debe reconocer y encontrar en ellas la memoria de la plena realidad existencial. Y luego, como consecuencia de esta evidencia primordial, una segunda observaci¨®n. Las palabras, pues, las palabras cuyo lugar po¨¦tico es el poema. ?Pero qu¨¦ son esas palabras que no se reducen a su contenido conceptual? La vida que ha alentado a trav¨¦s de los siglos a hombres y mujeres en las circunstancias particulares de su lengua, entre ellos los datos geogr¨¢ficos y clim¨¢ticos, los hechos hist¨®ricos, y las grandes ideas, y a veces los momentos de ceguera. Las palabras no son el simple reflejo de una naturaleza igual en todos lados, han trabajado en esos lugares diversos de maneras diversas, en cada lengua tienen una historia que les hace reencontrar el mundo fundamental con ojos que cambian de una lengua a otra. En franc¨¦s yo digo ¡°le soleil¡±, ¡°la pierre¡±; y no ser¨¢ exactamente lo que ustedes ven cuando dicen ¡°sol¡± y ¡°piedra¡±.
De aqu¨ª se desprende que es importante para la poes¨ªa, la poes¨ªa de cada naci¨®n, de cada lengua, es importante saber que hay otras lenguas. El hecho es que los grandes vocablos fundamentales de una lengua son una aproximaci¨®n particular a la realidad, con intuiciones que pueden ir directo a la verdad de la vida pero que tambi¨¦n pueden dejarse obnubilar por sus ardides y as¨ª cada una de las lenguas que existen pueden dar lugar a comparaciones, tomando conciencia de sus propias insuficiencias y as¨ª la posibilidad de acceder a una mayor comprensi¨®n verdadera de la vida. ?Que maravilla que la Torre de Babel se haya derrumbado! Habr¨ªamos sido prisioneros de una lengua ¨²nica, que nunca habr¨ªa tomado conciencia de sus l¨ªmites en el contacto con otra. Fatalmente esa lengua solitaria no habr¨ªa sido sino un gran sue?o, encerrada en una ideolog¨ªa.
Escuch¨¦monos unos a otros, ya que hablamos lenguas diferentes. Y antes que nada, traduzc¨¢monos. ?Pero cuidado! El inter¨¦s por la traducci¨®n que es tan felizmente caracter¨ªstico de la poes¨ªa hoy, en Francia en todo caso, no debe ignorar que traducir es tambi¨¦n una tarea tan dif¨ªcil como la invenci¨®n po¨¦tica original. Transportar a su lengua las significaciones de un texto escrito en otra es pasar al lado de la poes¨ªa, ya que ella misma es precisamente la transgresi¨®n de la significaci¨®n conceptual. Cuando encontramos un poema en otra lengua es necesario revivir la lucha de su autor sostuvo con o en contra de las palabras. Y como esas palabras del poeta hablan en ¨¦l de su pasado a la vez que de su presente, es preciso que la traducci¨®n de su obra se d¨¦ tomando en cuenta toda la historia de esa lengua, lo que no es posible evidentemente y en todo caso afortunado, sino amando la lengua.
Amemos las otras lenguas. Am¨¦moslas hoy, en este siglo en el que son tan accesibles a todos, el aprecio por las lenguas supuestamente extranjeras es uno de los raros grandes recursos que nos quedan. Por mi parte, siempre quise hacer de la traducci¨®n de poes¨ªa una actividad estrechamente complementaria a la escritura po¨¦tica propia. Y cr¨¦anme que una de las coas que m¨¢s lamento es no haber llegado demasiado lejos en el aprendizaje del espa?ol. Antes que los azares de la vida me hubieran conducido a elecciones diferentes, hab¨ªa le¨ªdo, al t¨¦rmino de la guerra y con mucha emoci¨®n, el Cante Jondo de Federico Garc¨ªa Lorca en su texto mismo, que ofrece pocas dificultades de vocabulario y de sintaxis. Luego pude aproximarme a G¨®ngora, a otros poetas del Siglo de Oro y finalmente a los poemas ya la persona de Octavio Paz, y aunque no poseo el dominio del espa?ol, le debo mucho a su lengua en mi relaci¨®n con la poes¨ªa.
?Y qu¨¦ es lo que le debo al espa?ol? Y bien, una buena parte de este pensamiento acerca de la importancia de las palabras que acabo de formular ante ustedes. De entrada lo que m¨¢s me impact¨® en su lengua es la belleza de los grandes vocablos, la piedra, el viento, el fuego, la sierra, soledad, o dolor, para retomar palabras de un soneto famoso del Siglo de Oro sobre las ruinas de It¨¢lica.
Siento c¨®mo la poes¨ªa misma de esas palabras parecen formar un solo cuerpo con la tierra y el cielo. Amo las palabras del espa?ol. En aquellos a?os lejanos de mi lectura de Garc¨ªa Lorca o de G¨®ngora, esas palabras me apoyaron en mi regreso a la pr¨¢ctica po¨¦tica despu¨¦s de algunas estaciones de ejercicio en la prosa surrealista.
Despu¨¦s de esto, la amistad de Octavio Paz, enseguida las de Homero Aridjis y de otros poetas me orientaron hacia ese inter¨¦s instintivo hacia M¨¦xico. ?Por qu¨¦? Porque las palabras de la poes¨ªa tienen por funci¨®n primera, acabo de decirlo, formular la verdad, sino que antes que nada quieren reunir para todos nosotros los grandes aspectos de una tierra que sea en fin humanamente, po¨¦ticamente habitable. Ahora, esos poetas de su pa¨ªs no dejaron de poner las grandes palabras de la lengua espa?ola al servicio de esta tierra en todos los planos necesarios, pero en particular en el plano de la justicia social y de la protecci¨®n del entorno planetario. Confirm¨¢ndome as¨ª en la idea de que invenci¨®n po¨¦tica y cuidado de la sociedad son una sola cosa. Esta ense?anza de su civilizaci¨®n debe ser aprendida en el mundo entero.
Muchas gracias.
*Traducci¨®n de Dulce Mar¨ªa Z¨²?iga
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